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P O L I T I C A
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México D.F. Sábado 22 de noviembre de 2003

Julio Sergio Santana*

Investigación sobre agua: ¿números fríos o calientes?

Para manifestar que una toma de decisiones se ha fundamentado en un análisis financiero más o menos objetivo se habla de "números fríos". La reciente propuesta del Ejecutivo federal para el Presupuesto de Egresos de la Federación 2004 incluye en sus artículos segundo y tercero transitorios la desincorporación o extinción del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), entre otras importantes instituciones de investigación. Quisiéramos pensar que esta propuesta, generada en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, se ha hecho precisamente con esos números fríos, pero por lo menos no podemos creer que en esta decisión se hayan tomado en cuenta todos los factores involucrados, aunque sea sólo los puramente numéricos, ya no hablemos de los sociales, los ecológicos, o los políticos. Entendemos que, debido a las presiones para generar principalmente la propuesta para el nuevo régimen fiscal, los encargados de producir este proyecto de desincorporación no se pudieron allegar toda la información disponible, y que por lo tanto se vieron obligados a tomar esa determinación con el mapa incompleto que tenían a la mano.

Quizá como institución nuestro problema ha sido no difundir ampliamente entre el público común la importancia de nuestro quehacer y nuestro potencial. Resalta, por ejemplo, que en la entrevista que el periodista Javier Solórzano le hiciera a nuestro director, Alvaro Aldama, el pasado 14 de noviembre, el primero confesó que muy poco sabía del IMTA, y esto nos habla del bajo nivel de conocimiento que el público general tiene de nuestra institución. Nuestra labor, aunque efectiva, ha sido muy silenciosa; nos ha faltado, pues, difundir, por ejemplo, cómo en el medio agrícola las investigaciones del IMTA han permitido lograr reducciones de 10 a 40 por ciento en los volúmenes de riego, e incrementos que van de 15 a 60 por ciento en la producción agrícola; o cómo, en el medio urbano, en los lugares donde se han aplicado nuestros desarrollos, éstos han llevado a la reducción de las pérdidas del vital líquido, que estaban entre 38 y 40 por ciento, a 20 por ciento; o cómo actualmente se trabaja en un proyecto multidisciplinario para el rescate de la importante cuenca del lago de Pátzcuaro; o cómo el modelo numérico para el pronóstico del tiempo, desarrollado por el IMTA, que se usa actualmente en el Servicio Meteorológico Nacional, ha permitido pronosticar los efectos de huracanes y tormentas severas, y dar seguimiento a incendios forestales.

Bueno, pues para que, al decidir sobre el futuro de esta institución, nuestros legisladores no se vean en la misma premura y vacío de información que los generadores de la propuesta de desincorporación, hablaremos de algunos números.

Habiendo existido como un órgano desconcentrado del gobierno federal desde 1986, el IMTA cambió su figura jurídica para convertirse en un organismo público descentralizado, coordinado por la Semarnat, a partir de 2001. Es decir que a partir de ese momento nació como una institución distinta, cuya misión es, entre otras cosas, la de realizar investigación, desarrollo tecnológico y preparación de recursos humanos en todos lo relacionado con el agua. Así que visto en las escalas de los tiempos de vida de las grandes empresas, se trata de un bebé de menos de tres años. Lo interesante es que este bebé ha estado creciendo rápidamente hacia la autosuficiencia: como un embrión, en el año 2000 generaba 51.6 millones de pesos, mientras que los recursos fiscales aportados por el gobierno federal eran de 176.2; al nacer, en 2001, generó 64.6 millones, el año pasado generó 79.3, y este año generará 115 millones de pesos. Aparte de esto nos preguntamos qué tanto se ahorrará el gobierno federal con la desintegración del IMTA, pues los recursos que le han sido asignados representan solamente 0.013 por ciento del presupuesto total de egresos de la Federación. Lo que sí podemos tener es una idea de las repercusiones económicas que tal desaparición tendría para el país, de llevarse a efecto. Bástenos con mencionar un ejemplo. De acuerdo con los procesos de calidad certificada que el gobierno federal ha introducido a todas sus dependencias, toda medición del caudal en ríos y canales abiertos, esto es la cantidad de agua que pasa por ellos, deberá hacerse con equipo calibrado, para que tenga validez oficial. Los molinetes son los instrumentos más comunes para este propósito. Entre los dispositivos que el IMTA ha desarrollado se encuentra el canal anular para la calibración de molinetes, único en el mundo, que permite la calibración de más de 750 molinetes por año. Así que, de suspenderse este servicio, y dado lo ineludible de estas calibraciones para cumplir con los requerimientos de calidad dispuestos por el mismo gobierno federal, al país le costaría erogar por lo menos cinco veces más en la calibración de estos equipos, puesto que tendría que hacerse en laboratorios calificados del extranjero.

Así que, estimados legisladores nuestros, la bolita está en sus pies; ¿decidirán ustedes con base en números fríos, o bien calientitos?

* Investigador del Instituto Mexicano  de Tecnología del Agua

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