DESFILADERO

Jaime Avilés

Bush ante el abismo...

Y la clase política mexicana también

Notas sobre la furia que recorre el mundo

HACE OCHO DIAS, alrededor de cien mil jóvenes de los cuatro puntos cardinales de Europa iban de un lado a otro por el maravilloso sistema de comunicación subterránea de París, atendiendo las conferencias, las mesas redondas y los talleres del Foro Social Europeo, mientras, en la ciudad de México y en distintos escenarios de Chiapas, las comunidades indígenas rebeldes celebraban el vigésimo aniversario del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y los (casi) 10 años de la insurrección de 1994.

Hace dos días apenas la historia produjo otra coincidencia del mismo tipo.

Otras cien mil personas tomaron el centro de Londres para demostrar su repudio al asesino George WC Bush y llamar, con plena y justificada razón, "terrorista" al primer ministro británico Anthony Blair, mientras en Miami, 15 mil sindicalistas estadunidenses y emigrantes latinoamericanos luchaban contra la policía para tratar de incomodar a los ministros participantes en la cumbre que discute el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

En forma simultánea, dos explosiones de gran potencia causaban la muerte de 27 personas -entre ellas el cónsul inglés en Turquía- y dejaban heridas a 460 más durante un ataque a la sede del banco británico HSBC en Estambul, mientras la resistencia iraquí -haciendo valer el dicho de que "sólo tienen derecho a ser patriotas aquellos que han sido despojados de su patria"- atacaba con cohetes dos hoteles de Bagdad y las oficinas del Ministerio del Petróleo, ésas que las tropas criminales de Estados Unidos protegieron en abril con tanta devoción el mismo día que nada hicieron para impedir que fueran saqueados los tesoros culturales de la antigua Persia.

Sin lugar a dudas, el mundo está furioso con los fundadores del nuevo caos universal. Y la mierda encarnada en aparente ser humano que responde al nombre de Bush tuvo que permanecer tres días refugiado tras las rejas del palacio de Buckinham, bajo las faldas de la decrépita reina de Inglaterra, mientras en el Pentágono ya no duermen los que diseñaron la ocupación de Irak pensando en que los misiles de la fuerza aérea más destructiva del planeta bastarían para someter a un pueblo que prefirió sentarse a la puerta de su casa en ruinas para ver pasar, más temprano que tarde, los cadáveres de sus enemigos.

La inmoralidad sin límites de los asaltantes de la Casa Blanca ha metido a Occidente en un pozo sin fondo. Quienes idearon y ejecutaron los avionazos del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas para después justificar las invasiones a Afganistán e Irak, mientras fortalecían la política genocida de Ariel Sharon en Palestina, creyeron estúpidamente, por cierto, -como los actuales "creadores" de Hollywood-, que en el siglo XXI la tecnología era todo. Pero ni las bazofias como Matrix ni los "estrategas" militares como Donald Rumsfeld o Colin Powell fueron capaces de demostrar que el poder ilusorio de las computadoras o las bombas era superior al ingenio, a la astucia, a la fuerza de la inteligencia humana. Y ahora están pariendo chayotes de manera patética.

Tras la asunción fraudulenta de Bush al poder, el Estado estadunidense le presentó un diagnóstico realizado por la administración Clinton, según el cual durante los próximos 15 años sólo 10 por ciento del petróleo de Medio Oriente sería controlado por el hemisferio occidental, mientras lo demás pasaría a las manos de China, India, Rusia y las potencias emergentes del otro lado del mundo, es decir, de los enemigos comerciales y territoriales de Estados Unidos. Si ahora, como lo anticipó ya Molly Ivins, Bush abandona Irak derrotado militarmente por estúpido, el debate sobre el reparto de las riquezas estratégicas del planeta deberá replantearse en condiciones que den una nueva oportunidad a la razón y a la prudencia o todos volaremos en pedazos.

Como nada sugiere que después de tanta imbecilidad habrá una imbecilidad redoblada y aún más asesina, es el momento de abrigar esperanzas en el futuro. Si truena, como a fin de cuentas tronará, el modelo supremacista de los republicanos, y si se agudiza, como vemos todos los días, la crisis del neoliberalismo, el futuro, ese futuro en el que debemos confiar, será convulso y estremecedor por supuesto, pero tarde o temprano engendrará algo menos deleznable que el presente que vivimos como una pesadilla.

Esclavos de los bancos

De nada de esto parecen estar al tanto los miembros de la pandilla de anencefálicos que "gobiernan" en México. Aquí, a diario, todos nos atracan a cada paso que damos. Si al día siguiente de cobrar su salario usted tiene aún, digamos, mil 500 pesos en su tarjeta de plástico y necesita retirarlos del cajero automático, los gachupines que le administran la cuentan sacan un letrero en la pantalla que dice: "Disponible: 1,300". Y esos 200 pesos que se clavan por la libre uno jamás los vuelve a ver. Pero si usted sale a cenar un domingo y no trae efectivo, aunque se sabe protegido por su mugrosa tarjeta, se dará de topes contra la pared cuando el gerente del changarro donde comió le diga que su banco "no tiene sistema". Eso, claro, en el hipotético caso de que usted posea un salario, una tarjeta y ocho pesos para comprar este periódico.

ƑNo es por demás sospechoso que todos los domingos, al filo de medianoche, se caiga el sistema de los bancos gachupines? Claro que no es sospechoso: es una estafa clarísima. Los ladrones que nos guardan los fierros mandan los pocos pesos de millones de mexicanos a especular en las bolsas de Asia y cuando asoma el sol del lunes devuelven lo que teníamos pero se quedan con las ganancias.

Lo mejor de todo es que nadie nos protege de esta inapelable tiranía, pero el "gobierno" desvía un porcentaje monstruoso de la riqueza anual que generamos entre todos para cubrir los pagarés del Fobaproa, abultando una deuda que mientras más le abonamos más crece y nunca será liquidada, nunca... hasta que un gobierno de verdad la declare abolida. Pero, eso sí, a fin de contar con mayores recursos para continuar pagándola, el señor Fox, por tercer año consecutivo, pide un impuesto para alimentos y medicinas e insiste en privatizar la industria eléctrica, dos reformas demenciales que desde luego no pasarán. Gastan saliva, tinta y millones de pesos en propaganda electrónica para entretenernos con su tosudez.

Porque mientras Francisco Gil Díaz propone la "extinción" de la miserable industria cinematográfica mexicana, alborotando a los braceros del séptimo arte que todavía no han logrado emigrar a Hollywood (Ƒpor qué no ayudamos en tal empeño a un tarado como Alfonso Rosas Priego, quien filmó La Tregua, de Benedetti, en el puerto de Veracruz, sin reparar en que todos sus personajes hablan como chilangos?), los "artistas" de la pantalla caen redonditos en la trampa y lanzan retóricas bolas de humo, para que, entre tanto, calladito y mustio, el señor Fox prosiga ilegalmente con la privatización de la industria petrolera. Y así hasta el fin de los etcéteras.

Pero al tiempo que fracasa en todo esta administración del cambio... de imbéciles en el gabinete, los más listos, los que se sienten y saben dueños de todo, preparan el siguiente cuadro de la comedia. El multimillonario magnate George Soros -la gente lo dice ya en todas partes, no es nada nuevo- trabaja con Carlos Salinas y Jorge G. Castañeda en la construcción del partido o movimiento que ponga en la Presidencia de la República al ex canciller, con el único propósito de culminar el desmantelamiento de todo aquello que, empezando por Pemex y la Comisión Federal de Electricidad, Fox no ha logrado transferir a los consorcios de Estados Unidos.

La marcha que viene

ƑY dónde está la oposición crítica o la alternativa que se organiza? Pese a los esfuerzos extraordinarios de Pablo Gómez en el Congreso de la Unión, el PRD no pinta ni siquiera de negro o de amarillo. En cambio, las profundas contradicciones entre la cúpula del PRI con su inútil maestra cuentachiles y su decorativo caciquito del sureste (ambos aliados obscenamente con Fox) y los jefes de grupos y regiones en ambas cámaras, constituyen, hoy por hoy, la mejor garantía de que la clase "gobernante" no sólo carece de un proyecto de país, de Presupuesto de Egresos o de menú para la cena navideña, sino, lo que es peor, a duras penas recuerda cómo se llama.

El mundo está harto de sus capataces y los mexicanos estamos hartos de nuestros políticos. El jueves próximo, en este contexto, llegará al Zócalo de la ciudad de México una caravana de sindicalistas procedente de todas las fronteras y costas del país, pero como sus participantes andan todavía lejos y nadie sabe qué clase de bola es la que con ellos está creciendo, los heroicos diputados y senadores de Fox no conciben mejor ocurrencia que exigirle a López Obrador un megacordón policiaco, una especie de escudo tipo Guerra de las Galaxias, para defender sus recintos legislativos.

ƑQué será lo que se acerca por las carreteras y los caminos (si acaso algo se acerca de verdad, porque hasta ahora nadie sabe nada al respecto)? ƑLa Comuna de París? ƑLa toma de la Bastilla? ƑEl buque Aurora rumbo al Palacio de Invierno de San Petersburgo? ƑLos mineros de Bolivia? ƑEl cacerolazo de Argentina? Bromas aparte, lo que viene pisando fuerte es una nueva etapa de estancamiento, confusión e incertidumbre, que Fox aprovechará mientras pueda para seguir privatizando Pemex. Porque esa es su verdadera misión y hasta ahora lo único que ha sabido hacer eficazmente.

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