.. |
México D.F. Viernes 21 de noviembre de 2003
Ofreció poderoso concierto el miércoles
pasado
King Crimson demostró que el buen rock no permite
concesiones ni mezclas
ARTURO CRUZ BARCENAS
El manto de su majestad King Crimson se extendió
por el Auditorio Nacional el miércoles pasado. Su rock progresivo,
madurado a lo largo de casi cuatro décadas, encabezado por Robert
Fripp, el único integrante original, es hoy una cauda de sonidos
metálicos, brillantes, elaborados con tecnología de punta.
La ciencia de la acústica creadora de climas, atmósferas
pesadas, para la imaginación sicodélica, para visiones arcoiris.
De las guitarras brotan melodías de violín o chelo, o de
trompetas que inundan un medio palaciego, de castillos, catacumbas, cuevas;
también el futuro, donde el Apocalipsis se precipitará primero
en forma de contaminación, de neblumo.
Afuera
del foro de Reforma se vendían carteles con un diagrama que muestra
una especie de árbol genealógico de King Crimson, cuya ramificación
exige un estudio a detalle. Aparece la formación original, de 1969,
con Fripp, Greg Lake, Ian McDonald, Michael Giles y Peter Sinfield. Fue
el principio. Más abajo del tronco, colgados de algunas ramitas
figuran nombres de otros que pasaron por el manto de su majestad, como
Mel Collins, Boz Burell e Ian Wallace; por allá Jaime Muir, Bill
Brufford, John Wetton y David Cross.
Muchos otros nombres asociados a la agrupación,
como David Bowie, Peter Gabriel y Frank Zappa. A partir de 1969. Desde
su disco In the Court of the Crimson King, el grupo provoca sensaciones
y responde a la violencia con la violencia. Los referentes son chillidos
de sirenas y voces cavernosas y distorsionadas. Tales sonidos se escucharon
la noche del pasado miércoles, en medio de haces azules. La potencia
del martinete, del martillo que hace golpear el aire con la frente, pisar
con ritmo hasta dejar una zanja.
Entre súbditos y villamelones
El público aplaudió sentado la mayor parte
del concierto, como una forma de reverencia. Es progresivo para separar
los sonidos. La concentración al frente, para apreciar el virtuosismo
de los maestros Fripp, Adrian Belew, Trey Gunn y Pat Mastelotto. Como en
los toros, también hay villamelones, como una chava que llegó
muy sácale punta y le comentó a su acompañante que
qué raro se escuchaba "Quim", cuando en realidad se trataba de Santa
Sabina, grupo abridor que en voz de Rita se dijo honrada de pisar el mismo
escenario, esa noche, con el King.
Más allá, en el balcón, un chavo
exageraba el martinete azotando su cabeza contra el aire. A algunos hasta
les dio risa ese cuate. Otros, más serios, recordaban, quizá,
sus tiempos de ceceacheros, cuando sintonizaban Radio Capital y escuchaban
el programa Vibraciones, con música del King y de otras bandas
cuyo sonido remite a la imagen de un gruesote con la cabeza metida en una
cubeta o tina, que deja oír como un efecto de olas marinas, de aire.
Tiempos pachecos dormidos bajo la luz de un foco de iridiscencias
violetas.
Uno a uno tocaron los temas de su nuevo disco, The
power to believe. Fripp semejaba un mago mezclado con algún
diyéi prototípico. Al final de cuentas, Fripp es un referente
de la música electrónica, en sus dimensiones emotivas y mentales.
Lo que se escuchó del cuarteto fue el ejemplo de
lo que es capaz el rock de todos los tiempos. Nada de concesiones, de mezclas
que nada tienen que ver con una idea musical. Somos o no somos. Los cambios
de ritmo hasta el límite de la imaginación, que es infinita,
poderosa; las letras épicas.
Un griterío exige al King Crimson regresar a la
escena. Muchos despistados ya estaban bajando las escaleras del Auditorio
Nacional cuando Fripp y compañía regresaron para darle a
un funky. Fue la tercera presentación de su majestad en México,
cuyos súbditos se amontonaron al filo del escenario para brincar,
levantar los brazos, aplaudir a una de las bandas del panteón de
la historia del rock.
En su humildad, el King agradeció la participación
de Santa Sabina, a la que calificó como "maravillosa". El grupo
mexicano no desmereció para nada. Al final se llevaron un costal
de aplausos cuando rindieron homenaje a "nuestra patrona María Sabina",
que habla de "la niebla que alivia". "Cumplimos el sueño de compartir
escenario con King Crimson", dijeron.
|