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México D.F. Viernes 21 de noviembre de 2003
El historiador desarrolla en un libro la ''deconstrucción
intelectual'' de ese movimiento
''Cosificar'' la Revolución dio legitimidad
al Estado: Benjamin
La gesta goza de buena salud, lo cual no sucede con
pensadores e inclusive políticos, advierte
Memoria, historia y mito, temas del volumen publicado
por Editorial Taurus
ARTURO JIMENEZ
El historiador estadunidense Thomas Benjamin acaba de
terminar un libro en el que busca, no la desmitificación de la Revolución
Mexicana, sino una ''deconstrucción intelectual" de la misma, o
más bien, de ''la Revolución" construida durante los años
10 y 20 por sus ''voceros": propagandistas, reporteros, intelectuales,
políticos, historiadores y otros.
Para
Benjamin, esa Revolución ''todavía sigue viva", como
continuaron vigentes las tradiciones revolucionario-liberales de la Insurgencia
y de la Reforma luego de la caída del porfiriato. Es más,
asegura, hoy día la Revolución goza de ''buena salud", lo
que no sucede con intelectuales, historiadores e, inclusive, políticos.
Fuerza inexorable
La Revolución Mexicana; memoria, mito e historia,
libro de Benjamin, aparece bajo el sello de Taurus. Profesor de la Universidad
Central de Michigan, Benjamin además es autor de Chiapas: tierra
rica, pueblo pobre; historia política y social, Historia
regional de la Revolución Mexicana: la provincia entre 1911-1929
y El camino a Leviatán: Chiapas y el Estado mexicano, 1891-1947.
Esa Revolución, continúa Benjamin
en entrevista, fue una Revolución de ''memoria, mito e historia",
además de que pretendía ser, y finalmente fue, una Revolución
que buscaba la unidad entre las facciones revolucionarias: maderistas,
carrancistas, zapatistas, magonistas y, finalmente, villistas.
En el mismo tono, agrega que esa Revolución buscaba
ser, y finalmente fue históricamente integrada por tres revoluciones
mexicanas: la Insurgencia, de 1810; la Reforma, de los años 1850
y 1860, y la Revolución de 1910 en adelante.
Esa Revolución, señala, buscaba ser, y también
fue, cosificada. ''Es decir, la Revolución no era un fenómeno
humano con muchos grupos e individuos, sino un fenómeno autónomo,
una fuerza viva". Y dicho movimiento cosificado justificó y legitimó
las acciones de los revolucionarios y al nuevo régimen, pues era
''una fuerza superior, inevitable, inexorable y más allá
de la producción humana".
Aclara que ''las memorias, mitos e historia" de la Revolución
Mexicana no son mentiras ni una historia falsa o falsificada sino, simplemente,
un esfuerzo para conseguir una dirección y un significado de los
sucesos de los años de 1910, y para consolidar la autoridad y el
poder ''revolucionario" de ese momento en adelante.
''Si, en última instancia, gobernar es sinónimo
de hacer creer -'Sólo en opiniones se funda un gobierno', escribió
David Hume-, el Estado posrevolucionario mexicano buscó y logró
construir el consenso político, consagrado por una religión
civil, para asegurar el nuevo statu quo. Sanar las heridas de la
memoria fue parte del proceso de reconstrucción del Estado, que
en México recibió el nombre de institucionalización
de la Revolución.
''Si, como indica Michael Walzer, 'la unión de
los hombres sólo puede ser simbolizada', la 'tradición revolucionaria'
-el rostro público de la Revolución- representó un
papel crucial en la promoción de la concordia dentro de la 'familia
revolucionaria' y dentro de la memoria-nación."
''Una revolución imaginaria"
-¿Cuáles serían algunos aportes reales
de la Revolución Mexicana al país y cuáles algunos
lastres o problemas creados por ella?
-Mi libro no es sobre la Revolución de México,
sino acerca de una revolución imaginaria pero en la que todavía
muchísimos mexicanos, casi todos, creen. ¿Problemas? No.
Como la Insurgencia y la Reforma, la Revolución inventada
fue útil en el proceso de ''forjar patria".
''Durante la época del Partido Revolucionario Institucional
la fiel adhesión del sistema a la Revolución justificaba
la existencia del mismo y la hegemonía del partido oficial. Pero
ahora, en la época posPRI, la Revolución todavía sigue
viva, como las tradiciones revolucionario-liberales de la Insurgencia y
la Reforma sobrevivieron a la caída del sistema político
del porfiriato."
-¿Qué quedaría de la Revolución
Mexicana sin muchos de sus mitos y leyendas?
-Esa es una pregunta para otro historiador y sobre otro
libro. Hoy día la Revolución sobrevive en buena salud, con
excepción de los intelectuales, historiadores e, inclusive, los
políticos. La revolución histórica, la revolución
de la Constitución de 1917, la revolución de las reformas
y legislaciones, es otra pregunta.
En la conclusión de su libro, Benjamin recuerda
que los intelectuales más prominentes de México declararon
muerta a la Revolución en los años 40. ''Una de las tareas
fundamentales del Estado posrevolucionario y de sus voceros fue la unificación
de las facciones en el presente y en el pasado.
''La tradición revolucionaria, manifestación
simbólica de la institucionalización de la Revolución,
buscó restañar la memoria del amargo divorcio entre Carranza
con Villa o de Zapata con Obregón, al tiempo que celebró
y transmitió a las generaciones venideras una sola Revolución,
como un bloque, la combinación invisible de las aspiraciones populares."
Pero, dice Thomas Benjamin, la Revolución no es
material inerte. ''José Revueltas señaló, en 1974,
que un proceso simbiótico había tenido lugar: Revolución
y nacionalidad son consustanciales. Inclusive después de que los
regímenes priístas sean un distante recuerdo, la Revolución
seguirá siendo honrada en la memoria, el mito y la historia".
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