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México D.F. Domingo 16 de noviembre de 2003
DE CUMBRES Y BUENOS DESEOS
La
foto habla por sí sola. Ahí están, sonrientes, casi
tomados de la mano. Felices un día más. Hicieron su trabajo.
Cerca de la 13 Cumbre Iberoamericana, en la boliviana ciudad de Santa Cruz
de la Sierra, debatieron otros personajes, llamados altermundistas.
Fue el Encuentro Social Alternativo. Ahí no hubo fotos ni sonrisas.
Sí preocupación. En la atribulada Bolivia coincidieron, una
vez más, dos visiones de lo que debe, o podría ser el planeta
que ocupamos.
En medio de ambas posiciones trató de levantarse
una voz. Dijo cosas importantes, que nadie en su sano juicio puede negar.
Pero no descubrió nada. Kofi Annan recetó que el reto básico
de los países latinoamericanos es erradicar la pobreza. A los habitantes
de las regiones perdidas, vale decir Africa y América Latina, esas
palabras dicen nada. Ni tan siquiera hay esperanza en ellas.
Duele tanto gasto para nada. Ojalá hubiera motivos
para celebrar ese tipo de reuniones. Ojalá de ahí surgieran
ideas y, sobre todo, acciones para erradicar la pobreza que socava y solivianta
al espacio latinoamericano. Hace un año los mandatarios encargaron
al entonces presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, un estudio
que permitiera tener más entidad decisoria a tales encuentros. El
problema, por desgracia, no es de estudios, tampoco de análisis
profundos.
De entrada se puede entender que haya quienes piensen
honestamente que la presencia de España y Portugal en esos cónclaves
es importante porque, se infiere, son la llave natural para defender los
intereses regionales ante la Unión Europea. La realidad es que tanto
españoles como portugueses son parientes pobres en la Europa comunitaria.
Tan lo son que reciben cada año ayudas importantes en materia económica
para facilitar su ingreso al vagón de primera clase. Brincos diera
el gobierno mexicano si Estados Unidos y Canadá tuvieran hacia nuestro
país una política de prudente homologación económica
y social, semejante a la que se dispensa a Madrid y Lisboa por parte de
sus vecinos ricos. Que no sea así lo debemos a las hábiles
negociaciones que en la materia llevó a cabo Carlos Salinas de Gortari.
Sí somos, por desgracia y por la floja actitud de nuestros gobernantes,
el patio trasero de Estados Unidos. No es necesario que embajadores
de última hora vengan a decírnoslo.
Es preciso que Latinoamérica, si realmente quiere
ser escuchada, tenida en cuenta, hable por sí sola. No está
mal que España y Portugal sean invitadas a esas encerronas, pero
siempre que se entienda la disparidad de intereses y de realidades. La
voz cantante debe ser la de este lado. Portugueses y españoles que
escuchen. Que traten de entender la realidad prevaleciente en lo que fueron
sus colonias. Sus recetas no son buenas porque de ellos vienen. Esa visión
acomplejada que aún permea a las clases gobernantes de América
Latina es el lastre que impide levantar el vuelo con la necesaria autonomía.
El futuro latinoamericano no está en las manos
europeas, tampoco en las de Estados Unidos o Canadá. Si la región
no es capaz de entender y asumir la necesidad de formar un bloque, el futuro
será lo que hoy es, un sueño inalcanzable. No hay otro camino
que el de la unidad salvaguardando la diversidad. Sólo así
tendremos fuerza y argumentos para negociar en términos más
o menos igualitarios.
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