México D.F. Domingo 16 de noviembre de 2003
DOMINGO
Enrique Galván Ochoa
Lo último: experimentan con un spray nasal
para bajar de peso
El dinero de Gates en Televisa
¿Hay un Lula en el camino del país?
El Santa Claus de los políticos
CUANDO A VECES parece que ya se agotaron todos
los recursos para bajar de peso -ese difícilmente asible sueño
de nuestras mujeres de tener una cinturita como la de Thalía- surge
algo nuevo. Se trata del "último recurso" que deben considerar aquellas
-y aquellos también, porque en el llamado sexo opuesto abundan las
barrigas abultadas- a quienes ya no les funcionan la dieta del Dr. Atkins,
los productos Slim Fast, los Weight Watchers, la acupuntura
y las dietas tradicionales bajas en carbohidratos. Se trata de un tratamiento
en proceso de experimentación aparentemente sencillo: es un spray
nasal. Cada vez que te sientas jalado por el refrigerador o con la tentación
de pararte frente a un puesto de tacos de suaperro, mejor te pegas
un shot en la nariz. Se supone que el hambre desaparece como por
magia. Los tendré informados.
Los Gates y los Azcárraga
A FINES DE julio el showbusiness local se
estremeció con la noticia de que Bill Gates y su esposa Melinda
habían comprado un lote de acciones de Televisa relativamente significativo:
7 por ciento. Corrió el rumor de que el heredero de El Tigre,
Emilio Azcárraga III, cedería con ese paso el control del
grupo. Por su lado, Televisa presentó el hecho como una muestra
de la confianza del hombre más rico del mundo en la buena marcha
del negocio. Lo cierto es que -como lo reporté en la filial Dinero-
se trataba de uno más de los millones de negocios que todos los
días se efectúan en la bolsa de valores de Nueva York, y
que simplemente refleja el interés de los inversionistas en sacarle
más provecho a su dinero. El pasado trimestre los Gates vendieron
parte de sus acciones en la televisora.
Actualmente sólo tienen 55 millones de dólares.
¿Eso cuánto representa? Nada, prácticamente. Ayer
Televisa tenía un valor de mercado de 6 mil millones 100 mil dólares,
algo así como 70 mil millones de pesos. En sus mejores tiempos llegó
a valer 20 mil millones de dólares.
El Lula mexicano
LA RECONOCIDA REVISTA británica The Economist
se pregunta en su edición de esta semana si hay un Lula en el destino
de México. No se refiere al ingeniero. Le dedica al Pejelagarto
un análisis de 6 mil 213 palabras que lleva el sugestivo título
Nace una estrella. Es algo interesante. En las semanas recientes la prensa
internacional, inclusive el influyente The Wall Street Journal,
se ha referido en muy buenos términos al jefe de Gobierno del Distrito
Federal, aunque el Journal y The Economist comparten una
línea editorial claramente empresarial y reconocen que el autodeclarado
enemigo público número uno de las "pinches transas"
es un hombre de izquierda moderada. Dice la revista londinense: "López
Obrador debe su posición sobresaliente en gran parte al vacío
político creado por el fracaso del presidente de México,
Vicente Fox, para llenar las promesas de reformas y crecimiento económico".
Se apagan las encuestas
Agrega: "Después de que su partido conservador,
el PAN, fracasó tristemente en las elecciones de medio término
de julio pasado, el destino de Fox ahora descansa en las manos del antiguo
partido en el poder, el PRI. Controla el mayor número de asientos
en el Congreso y continúa frustrando el programa presidencial. Esta
es la carta bajo la manga de López Obrador. Mientras otros políticos
fallan, el jefe de gobierno aparece como un hombre que hace que las cosas
sucedan en la capital de 8.8 millones de personas". No andan errados los
analistas de The Economist. Me gustaría agregar algo: ¿ya
advirtieron, dominicales súbditos de Changarrotlán,
desde cuándo no publica la Presidencia sus reportes sobre la popularidad
de don Vicente? Recuerden que sus dos primeros años gobernó
con base en encuestas e índices de popularidad. Parece que le ha
ido muy mal últimamente: la aprobación de la gente se desplomó
a menos de 5 por ciento. Curiosamente, los más decepcionados son
los del voto útil.
El Santa Claus de los políticos
LA CLASE POLITICA mexicana se compone de una extensa
red de funcionarios, tecnócratas y administradores: presidentes
municipales, diputados locales, gobernadores, los gabinetazos de
los gobernadores, los directores generales, oficiales mayores, subsecretarios
y secretarios de Estado, el Poder Judicial, compuesto por magistrados y
ministros, la alta burocracia de Pemex, CFE, Bancomext, Nafin, Banobras
y, antes del etcétera de rigor, habría que incluir al Presidente
de la República. Se les adelantó Santa Claus esta Navidad.
Aunque don Vicente había anunciado que para ellos no habría
aumento de sueldo, los astutos priístas le dieron la vuelta al asunto
vía reducción de impuestos. Pagarían 25 por ciento
de ISR en vez de 34 por ciento actual sobre ingresos hasta 5 millones de
pesos. Felizmente, un director general gana un millón, un secretario
de estado 3 millones, pero "la hacen" con sus negocios privados y completan
los 5 millones.
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