México D.F. Lunes 10 de noviembre de 2003
CIUDAD PERDIDA
Miguel Angel Velázquez
Actitudes discriminatorias en la Roma
POR FIN, después de muchos años y
no menos problemas, un grupo de otomíes que habita un predio en
la colonia Roma podrá tener vivienda propia.
ESTE, QUE podríamos llamar un triunfo de
los indígenas, tiene una historia de discriminación que sin
mucho ruido, pero con mucho encono, escribieron los colonos de la Roma.
DURANTE DOS años, cuando menos, los viejos
residentes de esta tradicional colonia del Distrito Federal esgrimieron
todos los argumentos que tuvieron a la mano ante las autoridades para evitar
que en la calle de Guanajuato se construyera una unidad habitacional que
diera cobijo a los otomíes.
EN UNA carta enviada el 18 de abril de 2001 a las
autoridades de la delegación Cuauhtémoc, el comité
vecinal Roma Norte Oriente protestó por la construcción del
conjunto habitacional.
EN LA misiva establecen: "nuestra desaprobación
a la construcción de este proyecto no obedece a razones de orden
étnico o prejuicios sociales o económicos", sino porque,
entre otras cosas, consideran que puede alterar "la buena convivencia en
la colonia Roma".
ASI LO dicen estos vecinos, pero en el punto 12
de su envío hacen "constar que este grupo social que solicita el
permiso no obedece las normas y reglamentos de convivencia social, ya que
ellos alegan ser un grupo indígena y por ello tienen sus propios
usos y costumbres, y por ello no aceptan ninguna sugerencia de las autoridades
vecinales, civiles o gubernamentales sin importarles que esa actitud altere
la vida de la colonia".
LUEGO, EN el siguiente punto, viene la amenaza:
"si se les otorga el permiso sería crear un territorio autónomo,
libre y soberano donde ellos aplicarían sus usos y costumbres y
se convertiría en un campo vedado para la policía y las autoridades,
con los consecuentes aumentos de la criminalidad y el ambulantaje, así
como el costo de los servicios públicos serían muy altos
y terminaríamos pagándolos el resto de los habitantes de
la colonia".
PARA ESTAS personas, que además acusan a
los indígenas de pisar los prados, tirar aguas negras en las banquetas,
poner a secar la ropa en las bardas del predio que hoy día ocupan,
y por ello causar la "pestilencia y contaminación" que, según
ellos, son "un verdadero infierno", la solución, aunque no lo digan
en la citada misiva, parecía ser que se echara del lugar a los otomíes.
A FINAL de cuentas el proyecto de vivienda se inició,
pese a las advertencias de los buenos vecinos de la Roma, pero de
cualquier forma pone sobre la mesa el muy delicado asunto de la discriminación.
LA DECISION de las autoridades locales y federales,
por sobre los prejuicios del comité vecinal del que ya hemos hablado,
hace pensar que las cosas sí pueden cambiar, cuando menos en la
ciudad de México.
HACE NO mucho tiempo alguna acción de este
tipo era impensable. Es más, no cabía en la lógica
de los vecinos, como ya hemos visto, y menos aún en la de las autoridades.
LA IDEA generalizada iba en el sentido de que,
si los indígenas venían a la ciudad, tenían que vivir
a la intemperie, comer las sobras de otros, vivir apartados y lejos de
las buenas conciencias civilizadas. Se debería, en el mejor de los
casos, crear, por ejemplo, zonas de reserva donde habitaran estos mexicanos.
PARECE QUE las cosas empiezan a cambiar y por fin,
por el hecho de ser mexicanos, unos y otros tendremos los mismos derechos.
Cuando menos así empieza a suceder en el Distrito Federal y ya es
algo. ¿O no?
ciudadperdida
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