IJorge Santibáñez Romellón*

Una frontera incomprendida por Estados Unidos

El gobierno estadunidense y sus principales voceros han empleado recientemente términos y tecnicismos que nada tienen que ver con su práctica ni sus acciones; en el caso de la relación con México y, particularmente después del 11 de septiembre, recurren a expresiones que, al compararlas con la realidad, moverían a risa, de no ser porque son ciertas e intentan esconder sus verdaderas intenciones. El diseño de los programas para la frontera con México hace evidente la ignorancia y la falta de interés por esa región; parecería que lo único que les interesa son cuestiones de seguridad, lo que les lleva a diseñar programas inaplicables en la práctica.

La famosa expresión frontera inteligente (que no tiene nada de inteligente) sólo ha entorpecido la vida fronteriza, incrementando los tiempos de espera para ingresar por tierra a Estados Unidos, impactando negativamente la necesaria interacción social y económica entre localidades vecinas. A dos años de frontera inteligente no ha sido capturado un solo terrorista, pero sí se ha afectado la natural binacionalidad de la frontera México-Estados Unidos.

Como si se tratara de una promoción turística y el objetivo fuera invitar a visitar Estados Unidos, la más reciente acción para incrementar la seguridad en los procesos de entrada y salida del país es el llamado US-Visit Program. Lo irónico del asunto es que puede inhibir las visitas a ese país por los engorrosos trámites de entrada o salida.

Esencialmente el programa consiste en que cada persona que entre o salga, además de las inspecciones migratorias y aduaneras que ya se practican, deberá estampar su huella digital, pasar su pasaporte por un escáner y ser fotografiado a la entrada y a la salida; se tiene contemplado que el sistema esté operando en todos los puertos de entrada y salida de Estados Unidos, incluso en los terrestres, para el año 2006. Si usted visita ocasionalmente Estados Unidos, el trámite puede resultarle irrelevante, aun aceptando que retrase su ingreso o su salida; total, si con esta acción las autoridades se sienten más seguras, en principio no existiría razón para oponerse.

Sin embargo, si usted es residente de alguna ciudad fronteriza, la situación puede ser muy diferente; considerando a los residentes de los municipios mexicanos y condados estadunidenses que colindan con la frontera, hoy viven en esta región poco más de 12 millones de habitantes y en 2020 serán 24 millones. La mayoría de esos habitantes comparten sus actividades entre uno y otro lados de la frontera y muchos lo hacen cotidianamente: viven de un lado y trabajan o estudian del otro.

Esta dinámica fronteriza se expresa en alrededor de 370 millones de cruces por año, redondeando, un millón de cruces diarios. Por supuesto, no se trata de personas diferentes, ya que la misma persona puede cruzar la frontera varias veces por año. Si se instrumenta como está previsto el US-Visit Program, a los residentes fronterizos se les tomarán las huellas digitales y una fotografía cada que crucen y tendrán que pasar su pasaporte por un escáner (muchos no tienen); es decir, el control no será sobre las personas, sino sobre el cruce, y los daños a la vida económica y social de la región pueden ser muy considerables.

En el caso de Tijuana, en la garita de San Ysidro, ocurrieron en 2001 casi 50 millones de cruces por año, en promedio unos 137 mil cruces diarios. Actualmente si usted sale por esta frontera, prácticamente no existe ningún procedimiento de inspección estadunidense, sólo una revisión aleatoria de las autoridades aduanales mexicanas; para la abrumadora mayoría de personas el trámite dura sólo el tiempo que consume pasar un tope.

Sin embargo, si cada inspección de salida del US-Visit Program consumiera un minuto (algo que ocurrirá, según los responsables del programa, y que yo me permito poner en duda), tomando en consideración que existen seis carriles para el ingreso a México, cada carril debería ser capaz de instrumentar los procedimientos del programa a 22 mil personas por día; es decir, se requerirían 22 mil minutos o 380 horas para aplicar cabalmente el citado programa.

Así, si usted vive en Tijuana y va a trabajar, al cine o de compras al otro lado, probablemente tendría que hacer cola para regresar durante 16 días, šhágame el favor! Ahora habrá indocumentados de entrada y de salida, ya que la única forma razonable de salir de Estados Unidos, si usted no se quiere alejar 16 días de su casa y su familia, será salir subrepticiamente y hasta habrá polleros que lo saquen de Estados Unidos.

Los mecanismos anunciados en el US-Visit Program son una locura; ya se les ha expresado a los responsables de ese programa. Todos queremos una frontera segura y un vecino seguro; sin embargo, el gobierno de Estados Unidos, aun reconociendo el derecho soberano que le asiste, tiene que entender que así no se garantiza la seguridad de las fronteras y sí se pone en riesgo su desarrollo. O pertenecemos a la misma región y estamos en proceso de integración, o no.

Recientemente el subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Roger Noriega, declaró que México debía "madurar" en su relación con Washington. Parece que no sólo México: Estados Unidos también debe reflexionar sobre el tipo de relación que quiere con nosotros, más allá de los discursos que contrastan con la práctica.

*Presidente de El Colegio de la Frontera Norte.