México D.F. Domingo 9 de noviembre de 2003
En mí todo es música: Tin Tan
Rosalía Valdés Julián
Bailarín, cantante, actor y compositor, Germán
Valdés, Tin Tan (1915-1973), fue uno de los personajes más
entrañables y originales del espectáculo y la cultura popular
de México. Editorial Planeta lanza la primera biografía del
cómico titulada La historia inédita de Tin Tan, escrita
por su hija, Rosalía Valdés Julián, y de la cual a
continuación se reproduce un fragmento.
Funeraria
Un joven periodista había logrado entrar a la sala
interior del segundo piso mostrando una identificación. Se hacía
pasar por uno de nuestros familiares diciendo que su apellido era Valdez,
aunque en su caso al final con "z" y no con "s". En ese momento no se permitía
entrar a la capilla a nadie que tuviera la intención de obtener
notas de prensa en torno a ocasión tan íntima y mucho menos
a quien quisiera tomar fotografías o video. No hacía mucho
nos habíamos trasladado del hospital a la funeraria y nos encontrábamos
agobiados en el dolor por la muerte de mi papá.
La
noticia de que Germán Valdés Tin Tan acababa de fallecer
se había dado a conocer por televisión y radio muy temprano
esa mañana, mencionando que un cáncer de páncreas
lo había llevado a la muerte prematura a los 58 años. También
se dio la dirección de la funeraria donde el cuerpo sería
velado.
En una esquina de la gran sala, el periodista ocultaba
su cámara en un pequeño maletín bajo el suéter.
Esperaba su oportunidad. Su objetivo era obtener la primicia sobre los
detalles de la muerte de quien fuese su ídolo, el mejor cómico
de la era, a su juicio.
Yo estaba sentada en uno de los fríos asientos
de la sala, viendo por la ventana. Abajo la vida parecía normal,
la gente caminaba por las calles y sonreía, actuaba como en un día
cualquiera. Mientras, yo esperaba. Esperaba algo pero no sabía qué.
Me decían que ya iba a llegar la caja y en mi mente entendía
que ya iba a llegar mi papá, vivo.
No tenía mucha energía. Había estado
caminando sin rumbo, de un lado a otro, cuando me di cuenta de que el desconocido
era un periodista. Tampoco tenía mucha conciencia de la realidad,
pero sentí la presencia de alguien que venía hacia mí.
Continué mirando hacia abajo y más y más gente cruzaba
la calle para dirigirse al lado norte de la calle Sullivan, rumbo al funeral.
Al volver el rostro me topé con el periodista:
-Disculpa, perdón si te interrumpo. Yo admiraba...
digo, admiro mucho a Tin Tan. ¿Era familiar tuyo?
-Era mi papá.
Vi cómo encendía la diminuta grabadora que
llevaba en el bolsillo.
-¿Podrías hablarme un poco de él?
Aletargada como estaba, cerré los ojos. Mi triste
y demacrado rostro esbozó una sonrisa. Era como si con la mente
estuviera viendo a mi padre dar respuesta a la pregunta. Era como si lo
viera en una de sus películas diciendo:
-A
mí la plática me destorlonga. Y mire, yo puedo ligarle un
tema rigth away; mire, soy un chavalo que tiene 28 años,
uso muy buena garra, las muchachas me dicen Tin Tan porque en mí
todo es música. Por ejemplo: plácidas marchan las rosas sobre
las gemas del alhelí, en la pechuga me siento un ruido y el bociquieres
lo siento así, por eso siempre que tú me miras y yo te miro
me quedo así.
El flash de la cámara captó la atención
de todos y logró que yo volviera en mí. Asustada, me di cuenta
de que me estaban sacando fotos. Inmediatamente dos de mis tíos
corrieron para sacar de ahí al intruso. Sentí ganas de volver
el estómago y luego me desmayé.
Pasaron seis años para que me recuperara. Seis
años para aceptar su muerte, para volver a hablar de su vida, y
hoy escribo su historia en respuesta a la pregunta que hace 30 años
me hizo un joven periodista: ¿podrías hablarme un poco de
él?
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