México D.F. Domingo 9 de noviembre de 2003
MAR DE HISTORIAS
Señal de alarma
Cristina Pacheco
Jueves, once de la noche. La habitación matrimonial está en penumbra. En la cama revuelta duermen, a medio vestir, Antonio y Deyanira. La insolente alarma de un automóvil los despierta.
DEYANIRA (Se estremece): ƑQué es, qué pasa?
ANTONIO (Se incorpora y queda atento): Lo mismo de siempre: el coche del ingeniero. (Vuelve a caer en la almohada.)
DEYANIRA (Se ordena la ropa): Asómate.
ANTONIO: ƑPara qué?
DEYANIRA: A lo mejor alguien quiere robárselo.
ANTONIO: ƑY crees que sólo por asomarme voy a impedirlo? (Desganado, complace a su mujer y mira por la ventana): No hay nadie. šQué falta de consideración del tipo ése!
DEYANIRA: No es culpa del ingeniero que suene su alarma.
ANTONIO: Ya lo sé, pero al menos debería bajar a desconectarla, porque si no va a sonar hasta que se acabe la batería.
DEYANIRA: A lo mejor el ingeniero ni está en su casa.
ANTONIO: Pues entonces salgo y la apago.
DEYANIRA: ƑSin abrir el coche?
ANTONIO (Se aleja de la ventana y busca sus zapatos): A patadas šme canso de que puedo!
DEYANIRA: Por favor, no busques pleitos. (Sonríe.) Estuvimos muy contentos durante la cena. No hay que echarlo todo a perder por una simple alarma.
ANTONIO (Atento al sonido): ƑSimple? (Se calza un zapato.) Pero ahorita la apago, ya verás.
DEYANIRA (Se acoda en la almohada): Ni creas que voy a permitir que salgas a estas horas: es muy peligroso. Mi amor: olvida la alarma. ƑPiensas dejarme esperando toda la noche?
ANTONIO (Se descalza y ríe): šMira quién habla! (Se tiende en la cama y juega con el cabello de su mujer.) En el coche venías muy cariñosa, pero entramos en la recámara y, sin quitarte la ropa, te quedaste dormida.
DEYANIRA: Te advierto que ya estoy despiertísima. (Cesa la alarma.) ƑVes? šSe calló!
ANTONIO: Te juro que si vuelve a sonar bajo y... (Siente la mano de su mujer recorriéndole el pecho.) Es muy tarde.
DEYANIRA: No me importa. šQuiero! ƑTú no?
ANTONIO: Te lo estuve diciendo durante toda la cena...
DEYANIRA (Bosteza con disimulo): Sí šqué bárbaro! Los de la mesa de junto nada más se reían. ƑQué habrán pensado?
ANTONIO: Todo, menos que llevamos siete años de matrimonio.
DEYANIRA: šIncreíble! Todos nuestros amigos ya están divorciados. (Gira los hombros y baja su blusa.) ƑTe gusto?
ANTONIO: Me encantas, pero Ƒqué me gano si te quedas dormida?
DEYANIRA (Revuelve el cabello de su marido): šYa me lo dijiste! (Enternecida.) Yo también lo siento, pero entre el vinito y que estaba cansadísima, no pude evitarlo.
ANTONIO (Acaricia la pierna de su mujer): ƑPor qué?
DEYANIRA: El día estuvo muy pesado. Para empezar, fui al banco.
ANTONIO: ƑHabía mucha cola?
DEYANIRA: No, lo que me mató fue la tensión de no saber en qué momento iba a aparecer un infeliz, con un recado psicológico o con una pistola, a quitarme el dinero que me diste para pagar tu tarjeta.
ANTONIO: Para mí, imposible ir hoy al banco, y era el último día. Mañana me hubieran cobrado recargos y francamente no tengo ganas de regalarles ni un centavo más a esos tipos.
DEYANIRA: No estaba reclamándote nada, sólo te dije que la tensión de estar en el banco me cansó un poco. (Vencida, se deja caer de espaldas.) En la armadora tuve un trabajal espantoso porque todo el mundo llegó a recoger facturas. ƑSabes cuántas hice?
ANTONIO: Ni idea.
DEYANIRA: Como sesenta.
ANTONIO (Le frota la mano): šPobrecita!
DEYANIRA: Te juro que cada vez que aparecía una persona le rogaba a Dios que fuera a otro departamento y no al mío.
ANTONIO (Burlón y tierno): ƑEn serio crees que Dios se fija en esas cosas?
DEYANIRA: Ay mi amor, no sé; pero me encomendé a todos los santos con tal de que me diera tiempo de arreglarme y llegar puntual al restaurante. ƑNo te hice esperar mucho, verdad?
ANTONIO (Condescendiente): Quince minutos. Los aproveché para hablar por teléfono.
DEYANIRA (Se hinca otra vez y adopta una actitud juguetona): šMalvado! Ahora mismo vas a confesarme a quién le hablaste. (Intenta hacerle cosquillas a su esposo, él la rechaza con un movimiento involuntariamente brusco y ella choca contra la pared.)
ANTONIO: šPerdóname! ƑTe pegaste muy fuerte?
DEYANIRA: No šqué va! Estoy viendo estrellitas.
ANTONIO: Exageras. Nada más te di un empujoncito y fue sin querer: sabes que las cosquillas me ponen nervioso.
DEYANIRA (Inclina la cabeza y se aparta el cabello): Siento muy caliente donde me pegué: creo que me salió sangre.
ANTONIO (Después de observarla): No tienes nada, pero si quieres te pongo hielo. Es bueno para los golpes. Evita la inflamación.
DEYANIRA: Entonces tráeme un poquito del refrigerador.
ANTONIO: Aunque viéndolo bien, así como está la recámara de caliente, con el hielo puedes resfriarte.
DEYANIRA: Lo dices para no ir a la cocina. šFlojo!
ANTONIO (Salta de la cama): No tengo flojera, sólo estoy cansado (Resopla.) Para mí también fue un día tremendo. Sacar los permisos de importación está en chino. Tuve que volver al módulo para pedir otro juego de formas. Con el tráfico que hay, eso me tomó horas.
DEYANIRA: ƑY por qué no lo dejaste para mañana?
ANTONIO: Es que soy pendejo y me fascina perder el tiempo.
DEYANIRA: ƑPor qué me contestas así?
ANTONIO: Bueno, tu pregunta... šQué bárbara! (Se arrepiente de su dureza.) No me hagas caso. Estoy contento.
DEYANIRA: Me alegro porque, para mí, fue una noche divina.
ANTONIO: Para mí también, lástima que a la mera hora te hayas quedado dormida.
DEYANIRA: ƑOtra vez lo mismo? (A punto de llorar.) Ya me disculpé, ya te dije que estaba cansadísima.
ANTONIO: Vamos a hacer una cosa: cuando tengamos plan y te sientas así, dímelo y lo dejamos para otro día.
DEYANIRA: ƑCómo? ƑNo te hubiera importado cancelar la cena? (Cruza los brazos.) šEs nuestro aniversario!
ANTONIO: ƑSabes qué? Mejor desvístete y duérmete, porque estás muy irritable y te mueres de sueño.
DEYANIRA (Se desabrocha la blusa): Ya se me pasó. Te juro que estoy bien (Con disimulo se frota la cabeza.)
ANTONIO: ƑTodavía te duele?
DEYANIRA: Poquito, pero se me quitará si me besas, si me...
ANTONIO (Mira su reloj): Lindísima: Ƒsabes qué hora es?
DEYANIRA: šQué importa! Es nuestra noche. (Al ver que no logra interesarlo.) Perdona que me haya quedado dormida.
ANTONIO: No tienes que seguir disculpándote. (Se sienta en la orilla de la cama, de espalda a su mujer.) Entiendo muy bien lo que te pasó y no volverá a suceder.
DEYANIRA: ƑYa no festejaremos nuestros aniversarios?
ANTONIO: Desde luego que sí, pero en vez de cenar con vino, desayunamos temprano. Así podrás irte a la armadora y en la noche no te quedarás dormida. ƑQué te parece mi idea?
DEYANIRA (Desilusionada): Como decía mi abuela: a grandes males, grandes remedios. (Se vuelve de espalda a su marido). Buenas noches.
ANTONIO: ƑNo te vas a desvestir?
DEYANIRA: ƑPor qué me lo preguntas? ƑQuieres... algo?
ANTONIO: Que duermas bien. Acuérdate que mañana tienes mucho trabajo. (Se inclina y le besa la frente.) šFeliz aniversario!
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