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México D.F. Domingo 9 de noviembre de 2003
Un tapiz-espejo disfrazado de libro
Con motivo del 20 aniversario del nacimiento del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional, ocurrido el 17 de noviembre de
1983, y a 10 años del levantamiento indígena en Chiapas,
sucedido el primero de enero de 1994, la revista Rebeldía preparó
un ciclo conmemorativo que arranca este lunes con la presentación
del libro 20 y 10. El fuego y la palabra, de la periodista Gloria
Muñoz Ramírez, coeditado por la mencionada publicación
y La Jornada. Ofrecemos en estas páginas la presentación
al volumen que preparó el sub Marcos, una entrevista con
la autora y la relación completa de los actos alusivos.
Ejército Zapatista de Liberación Nacional
A quien corresponda: Corría el año
de 1994 y en el calendario abril mediaba. Era la madrugada del 18, y en
la misma carta en la que escribí lo del ''síndrome de la
cenicienta" (ver la Trigésima Estela, parte 2) aparece lo siguiente:
''Pero resulta que la otra noche me entrevistó
un periodista y entre las preguntas sobre Zedillo, Salinas, etcétera,
salió una que me hizo entender todo: '¿Qué opina usted
de esta etapa romántica de la guerra?' Volteé a verlo por
si bromeaba, pero no, estaba serio y checando si la cinta de la grabadora
estaba corriendo. '¿Romántica?', pensé. Ese periodista,
junto a otros, llevaba varios días en uno de los poblados más
pobres de la selva, durmiendo bajo el techo de una antigua escuela y comiendo...
comida enlatada. A unos metros de donde él dormía, una familia
comía sólo frijoles y tortilla (y cada mañana se ofrecía
la compañera base de apoyo a lavar la ropa o hacer café para
'los compañeros de la ciudad'), tenían guardia zapatista
día y noche, nosotros pernoctábamos a unos metros de ellos.
'Si para él, que está cerca nuestro, esto es romántico',
me dije, '¿qué será para los que están lejos?'"
''Unas horas después de la 'romántica' pregunta,
y entre la bruma de una fiebre que me acosó por tres días,
hubimos de activar el dispositivo de defensa al saberse la noticia del
ataque armado contra el retén militar en Tuxtla. Sacamos a los pocos
periodistas que había. A nadie le gustó. De hecho adivino
un franco fastidio en todos los periodistas cuando les toca sufrir una
alerta roja, los saca de balance, se sienten agredidos inútilmente,
'¿para qué, si nada va a pasar?, pinche-marcos-ganas-de-estar-chingando-y-de-maltratarnos-etcétera'.
Total que nos quedamos solos y, a como pintan las cosas, por un buen rato.
Hasta los aparentemente más asiduos se fueron 'por un tiempo', no
obstante que les expliqué que convenía que estuviera siempre
alguien por acá porque surgían cosas que alguien debía
verlas, etcétera. Pero se aburren. Su tiempo es otro, y me divierte
pensar que quieren entender lo que aquí ocurre y saber cómo,
por qué, cuándo, dónde y quién, en medio de
su desesperación de apenas unos días
'sin-nada-qué-hacer-yo-en-cambio-debo-preocuparme-por-cosas-lo-menos-igualmente- importantes-si-no-es-que-más'".
"¿Y qué esperabas marquitos? ¿A
John Reed? No, pero sí a su equivalente. Alguien con la paciencia
suficiente como para acceder a las partes internas después del desesperante
escalafón de la desconfianza nuestra. Alguien sin tanta atadura
hacia allá fuera o dispuesto a cortarla por un buen tiempo. No,
no para siempre. Alguien que, sin dejar de ser periodista, viviera con
los zapatistas, nosotros. Ya sé que si dijera yo esto más
de uno se apuntara, pero deben pasar antes una serie de pruebas que, hasta
ahora, ninguno ha superado. Quiero decir que a ése alguien nosotros
lo tenemos que escoger. Pero nadie se queda el tiempo suficiente para entrar
a concurso de oposición. En fin, como decimos acá, 'queja-queja-queja'".
Tres
años después de la fecha de estas líneas, una mujer
de profesión periodista acabó, no sin dificultades, por brincar
el complicado y espeso muro del escepticismo zapatista y se quedó
a vivir en las comunidades indígenas rebeldes. Desde entonces compartió
con los compañeros el sueño y el desvelo, las alegrías
y las tristezas, los alimentos y sus ausencias, las persecuciones y los
reposos, las muertes y las vidas. Poco a poco los compañeros y compañeras
la fueron aceptando y haciéndola parte de su cotidianidad. No voy
a contar su historia. Entre otras cosas, porque ella ha preferido contar
la historia de un movimiento, el zapatista, y no la propia.
El nombre de esta persona es Gloria Muñoz Ramírez.
Durante el periodo que va de 1994 a 1996 trabajó para el periódico
mexicano Punto, para la agencia de noticias alemana Dpa, para el
periódico estadunidense La Opinión y para el diario
mexicano La Jornada. En 1995, en la mañana del 9 de febrero
y junto con Hermann Bellinghausen, realizó para La Jornada
la que pudo haber sido su última entrevista con el subcomandante
insurgente Marcos. En 1997 dejó su trabajo, su familia, sus
amigos (además de cosas que sólo ella sabe), y se vino a
vivir a las comunidades zapatistas. Durante estos siete años no
publicó nada, pero siguió escribiendo y su olfato periodístico
no la abandonó. Claro que la periodista ya no lo era, o ya no sólo
era periodista. Gloria fue aprendiendo a tener otra mirada, la que está
alejada del deslumbramiento que producen los reflectores, del barullo de
los templetes, del atropellado andar detrás de la nota, de la lucha
por la exclusiva. La mirada que se aprende en las montañas del sureste
mexicano. Con paciencia digna de una bordadora, fue recopilando fragmentos
de la realidad de adentro y de afuera del zapatismo en estos, ahora, 10
años de vida pública del EZLN.
Nosotros no lo sabíamos. Fue hasta que se anunció
el nacimiento de los caracoles y la creación de las juntas
de Buen Gobierno, que recibimos una carta de ella, presentando ese bordado
de palabras, fechas y memorias, y poniéndolo a disposición
del EZLN.
Leímos el libro, bueno, entonces no era un libro,
sino un extenso y policromado tapiz cuya vista ayudaba bastante a dibujar
la complicada silueta del zapatismo de 1994 a 2003, los 10 años
de vida pública del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional. Nos gustó pues. No conocemos ningún material publicado
con esa minuciosidad y tan completo.
Le respondimos a Gloria como de por sí respondemos
nosotros, es decir, con un "mmmhhh... ¿y?". Gloria volvió
a escribir y habló del doble aniversario (20 años del EZLN
y 10 años del inicio de la guerra contra el olvido), de la etapa
que arrancaba con la creación de los caracoles y las juntas
de Buen Gobierno, algo de un plan de festejos de la revista Rebeldía,
y no recuerdo que tantas otras cosas más. Entre tanta tarabilla,
algo estaba claro: Gloria proponía publicar el libro para que los
jóvenes de ahora conocieran más sobre el zapatismo.
''¿Los jóvenes de ahora?", pensé,
y le pregunté al mayor Moisés: "¿qué
nosotros no somos los jóvenes de ahora?". "De por sí somos",
me respondió el mayor Moisés sin dejar de ensillar
el caballo, mientras yo seguía aceitando mi silla de ruedas y maldecía
que el botiquín de campaña no incluyera Viagra...
¿En qué estaba? ¡Ah sí!, en
el libro que no era libro todavía. Gloria no esperó a que
dijéramos que sí, o que quién sabe, o que, con el
más puro estilo zapatista, no respondiéramos. Al contrario,
al tapiz, o sea, al borrador del libro que no era libro, Gloria anexaba
la solicitud de completar el material con sendas entrevistas.
Fui con el comité y, sobre el suelo lodoso de septiembre,
extendí el tapiz (o sea, el borrador del libro).
Se vieron. Quiero decir, los compañeros se vieron
a sí mismos. O sea que, aparte de ser tapiz, era un espejo. No dijeron
nada, pero yo entendí que había más gente, mucha más,
que tal vez también vería y se vería.
Le respondimos a Gloria que "adelante".
Eso fue en agosto o septiembre de este año (o sea
2003), no muy me acuerdo, pero fue después de la fiesta de los caracoles.
Me
acuerdo, sí, que llovía mucho, que yo iba subiendo una loma
repitiendo en cada paso la maldición de Sísifo, y que el
Monarca estaba emperrado en que en Radio Insurgente, La voz de
los sin voz, pasáramos un remix de La del moño colorado.
Cuando volteé a decirle al Monarca que tendría
que pasar sobre mí para hacer eso, me resbalé por enésima
vez, pero ahora fui a caer sobre un montón de piedras afiladas y
me corté en la pierna. Mientras hacía un recuento de los
daños, el Monarca, como si tal, pasó sobre mí.
Esa tarde transmitimos en Radio Insurgente, La voz de los sin voz, una
versión de La del moño colorado, que a juzgar por
las llamadas de radio que recibimos, fue un éxito rotundo. Yo suspiré,
qué otra cosa podía hacer.
El libro que el lector o lectora tiene ahora en sus manos
es ese tapiz-espejo, pero disfrazado de libro. No se puede pegar en la
pared o colgar en la recámara, pero usted se puede asomar a él
y buscarnos y buscarse. Estoy seguro de que nos encontrará y se
encontrará.
El libro 20 y 10. El fuego y la palabra, escrito
por Gloria Muñoz Ramírez, se ha editado por el empeño
de dos esfuerzos, el de la revista Rebeldía y del periódico
mexicano La Jornada, que dirige Carmen Lira. Mmh. Otra mujer. El
diseño editorial es de Efraín Herrera y las ilustraciones
son de Antonio Ramírez y Domi. Mmh... más mujeres. Las fotos
son de Adrian Mealand, Angeles Torrejón, Antonio Turok, Araceli
Herrera, Arturo Fuentes, Carlos Cisneros, Carlos Ramos Mamahua, Eduardo
Verdugo, Eniac Martínez, Francisco Olvera, Frida Hartz, Georges
Bartoli, Heriberto Rodríguez, Jesús Ramírez, José
Carlo González, José Núñez, Marco Antonio Cruz,
Patricia Aridjis, Pedro Valtierra, Simona Granati, Víctor Mendiola
y Yuriria Pantoja. La edición fotográfica estuvo a cargo
de Yuriria Pantoja y el cuidado de la edición lo realizó
Priscila Pacheco. Mmh... de nuevo más mujeres. Si el lector ve que
las féminas son mayoría, haga lo que yo: rásquese
la cabeza y diga "ni modos".
Hasta donde tengo entendido (hago este escrito a la distancia),
el libro tiene tres partes. En una aparecen entrevistas a compañeros
bases de apoyo, comités y soldados insurgentes. En ellas los compañeros
y compañeras hablan algo de los 10 años previos al alzamiento.
Debo deciros que no se trata de una imagen global, sino de retazos de una
memoria que todavía debe esperar a unirse y presentarse.
Sin embargo, estos pedazos ayudan mucho a entender lo
que viene después, o sea, la segunda parte. Esta contiene una especie
de bitácora de las acciones públicas del zapatismo, desde
el inicio de la guerra en la madrugada del primero de enero de 1994, hasta
el nacimiento de los caracoles y la creación de las juntas
de Buen Gobierno. Se trata, a mi manera de ver, del más completo
recorrido de lo que ha sido el accionar público del EZLN. En este
periplo, el lector podrá encontrar muchas cosas, pero una salta
a la vista: el ser consecuente de un movimiento. En la tercera parte aparece
una entrevista a yo. Me la mandaron por escrito y hube de contestar frente
a una grabadorita. Yo siempre he pensado que el rewind de las grabadoras
es "recordar", así que en esa parte trato de hacer un balance de
los 10 años, además de reflexionar sobre otras cosas. Cuando
respondía, solo, frente a la grabadora, afuera llovía y una
de las juntas de Buen Gobierno daba "el grito de Independencia". Fue la
madrugada del 16 de septiembre del 2003.
Creo que las tres partes se ligan muy bien. No sólo
porque es la misma pluma la que las dibuja. También porque contienen
una mirada que ayuda a mirar, a mirarnos. Estoy seguro de que, como Gloria,
muchos y muchas, al mirarnos, se mirarán a sí mismos. Y también
estoy seguro de que ella, y con ella muchos y muchas, se sabrán
mejores.
Y de eso se trata todo esto, de ser mejores.
Vale. Salud y en el tapiz no busque escarabajos, capaz
que los encuentra y entonces sí, pobre de usted.
Desde las montañas del sureste mexicano.
Subcomandante insurgente Marcos
México, octubre de 2003.
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