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México D.F. Domingo 9 de noviembre de 2003
Esta vez no entraron por la aduana 120 ex presos
políticos que se rencontraron en Lecumberri
Claman justicia, no venganza, los ex guerrilleros,
activistas y líderes del 68
Entre anécdotas y recuerdos convocan a mantener
convicciones por el cambio del país
GUSTAVO CASTILLO
Emocionados, ex guerrilleros, líderes del movimiento
estudiantil del 68 y activistas políticos de los años 60
y 70, que fueron encarcelados durante las administraciones de Gustavo Días
Ordaz, Luis Echeverría y José López Portillo, se reunieron
en el Archivo General de la Nación para recordar que alguna vez
estuvieron presos en el llamado palacio negro. Ahí, unos
120 ex presos políticos firmaron el Manifiesto de Lecumberri, en
el que demandan a los poderes Ejecutivo y Judicial que castiguen a los
represores de la época en que fueron detenidos, torturados y en
la que también muchos de sus compañeros fueron desaparecidos.
Esta
vez no entraron por la aduana custodiados por policías o agentes
de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), tampoco con los ojos
vendados, golpeados o tras horas o días de haber permanecido en
cárceles clandestinas. Ingresaron por la puerta principal acompañados
de esposas, hijos y en algunos casos hasta nietos.
Desde la entrada hasta el centro de Lecumberri, donde
se encuentra la gran cúpula (panóptico) que se forma en el
centro de la ex penitenciaria construida por Porfirio Díaz, hubo
quienes recordaron con sus familiares momentos de la visita familiar en
aquellas épocas.
Recorrieron los espaciosos pasillos que brillaban de limpios
y que hoy son utilizados para montar exposiciones fotográficas o
documentales.
Luego, ya bajo la cúpula y rodeados de imágenes
que rememoran la vida en esa prisión en 1968 y los años 70,
el grupo de viejos combatientes apeló a mantener sus convicciones
juveniles de cambio y revolución.
Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, dirigente
del movimiento estudiantil de 1968, llamó a los que asistieron al
"rencuentro de presos políticos", a "vivir y recordar lo que hoy
es una flor marchita", pero pidió que en adelante "la nostalgia
que embarga, no debe hacer que se viva en ella".
Con la voz a punto de quebrarse, les dijo: "¡No,
no nos reunamos para decir que estás viejo o que el tiempo no pasó
por ti! Debemos unirnos para luchar por el futuro. ¡Estamos vivos
y actuantes! Que la nostalgia sirva como acicate para seguir luchando".
A la reunión asistieron integrantes del Movimiento
Armado Revolucionario (MAR), de la Liga Comunista 23 de Septiembre, de
Los lacandones, Los espartacos, de lo que fue el Comité
Central del Partido Comunista.
En esos años "lo que menos importaba era la organización,
en ese entonces eran un mar de ellas que nacían y morían,
que se fundían", indicó Rosalba Robles Vessí, quien
estuvo en Lecumberri de 1970 a 1974.
"Que se haga justicia, no venganza", dijo Robles Vessí,
al referirse a la posibilidad de enjuiciar a los responsables del 2 de
octubre, del 10 de junio de 1971 y de la llamada guerra sucia.
Federico Emeri, Salvador Ruiz Villegas, Salvador Martínez
della Rocca, del Comité del 68; Vicente Estrada y Mario Ramírez,
integrantes de grupos armados en Morelos y Guerrero, así como otros
ex presos políticos, como Zoila Ruiz, Fernando Castillo, César
Enciso, Patricia Mares, Raúl Sicilia, Fernando Rivas, Carlos Andrade,
Carlos Aquilino, David Vega, Saúl Alvarez, Alejandro Ortiz, David
Uriarte, Manuel Fernández, Arcelia Ortega, Rocío Herrera
y Jorge Abaroa, entre otros, estuvieron ahí rememorando los accesos,
las salidas, los patios, las charlas entre presos.
Los promotores de la reunión fueron Enrique Condés,
José Luis Moreno Borbolla -coordinador del Colectivo de ex Militantes
del Movimiento Armado Socialista-, Salvador Ruiz Villegas, Mario Rechi
-actual jefe de asesores del secretario del Trabajo, Salvador Abascal-,
Jesús Martín del Campo, David Cilia, Arturo Martínez
Nateras y Ricardo Rodríguez.
Lecumberri, que ahora es el Archivo General de la Nación,
hizo que centenares de recuerdos volaran, se convirtieran en imágenes
palpables de un inmueble y de instantes que ya no estarán nunca
más en ese sitio que alberga hoy más de 60 millones de documentos
históricos, entre ellos los informes de la DFS y los archivos personales
de muchos de los que ayer estuvieron ahí.
Se
consideraron afortunados de haber sido detenidos y encarcelados en Lecumberri,
porque muchos de sus compañeros "nunca llegaron a pisar una cárcel
y a ser enjuiciado bajo acusaciones falsas. Los desaparecieron".
Como si hubieran sido los jóvenes veinteañeros
que quisieron cambiar el sistema político nacional, se divirtieron
subiendo un torreón de vigilancia, y desde ahí señalaron
sus crujías, donde leyeron periódicos, escribieron cartas
a sus familiares y amigos, o cazaron ratas bajo la mirada de los custodios
en los años o meses que permanecieron en esa prisión.
También recordaron horas o días en el
apando, celda sin luz y sin sanitario donde había que vencer
el miedo y la soledad. Se dieron tiempo para rememorar que en ese sitio
también estuvieron presos José Revueltas y Heberto Castillo.
Ahí, en un edificio lleno de luz y limpieza, donde
ni siquiera permiten fumar en áreas alejadas de la zona de acervos
documentales, se llenaron de firmas 14 hojas, era la declaración
de Lecumberri, pidiendo justicia y castigo para los represores.
Martínez della Rocca aseguró que la decisión
de la Suprema Corte de establecer que el delito de privación ilegal
de la libertad (equiparable al secuestro) no prescribe hasta en tanto no
aparezca la víctima, viva o muerta, abre una puerta de esperanza
para que sean encarcelados personajes como los ex presidentes Luis Echeverría
y José López Portillo, o los que fueron titulares de la extinta
DFS, el capitán Luis de la Barreda Moreno y Miguel Nazar Haro.
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