México D.F. Viernes 7 de noviembre de 2003
Leonardo García Tsao
No se admiten de-evoluciones
Qué rápido se echa a perder una buena idea.
Apenas en 1999 el concepto de Matrix, esa mezcla entre la dinámica
del cine de acción y las ideas de aspiración metafísica
parecía una propuesta novedosa tanto formal como temáticamente.
Cuatro años después, sus secuelas han revelado que no había
otra cosa que una fachada presuntuosa detrás de la cual yacía
la misma estulticia hollywoodense. Los hermanos Wachowski -Larry y Andy
para sus cuates- no son ya la promesa de algo importante, sino la confirmación
de las lacras de su industria.
Estrenada de manera simultánea en todo el mundo,
en una estrategia comercial de volver acontecimiento algo que no lo es
-si algún lector asistió a la función de las ocho
de la mañana, en un esfuerzo por ser el primero de su cuadra, sugiero
que se busque una novia, una chamba... algo útil que hacer-; Matrix
revoluciones se anuncia como la última parte de la trilogía.
"Todo lo que tiene un principio", señala con cierta obviedad un
diálogo, "tiene un final." Y éste llega como un desmentido
de la supuesta complejidad que enfrentaba al mundo real con el virtual
creado por la tecnología. Si uno anticipaba Matrix recargado
con interés, su mediocre resultado hace que la tercera se vea como
una tarea a cumplir.
Qué hueva, francamente. Las dos horas de película
se dedican, en esencia, a describir la guerra de los seres humanos contra
las máquinas, bajo el liderazgo de un Neo (Keanu Reeves), más
inexpresivo que nunca, al lado de su amada Trinity (Carrie-Ann Moss). Ciertamente
es una paradoja involuntaria que el amor, la emoción distintiva
entre ambos bandos, sea encarnado por un par de gélidas figuras
que, en sus escenas amorosas, resultan menos apasionantes que un aparador
de electrodomésticos. Por otro lado, el cariz mítico del
ciclo ya evidencia lo gratuito de su contraste entre lo seudofilosófico
y lo hi-tech, en ambientes que van de lo mundano -el hogar de la
Pitonisa, por ejemplo- a lo kitsch futurista.
En esta entrega ya no hay, por suerte, tantos enigmas
místicos como en la anterior. Pero también se perdió
por el camino ese intento excesivo de levantar la marca en cuanto a persecuciones
y peleas de artes marciales se refiere. En lugar de la relaboración
del thriller de ciencia ficción de sus predecesores, Matrix
revoluciones adapta su dinámica de juego de video a las convenciones
del género bélico para mostrar acciones heroicas que ya eran
cliché en las cintas propagandísticas de la Segunda Guerra.
Haciendo a un lado a sus protagonistas, la narrativa se
toma su tiempo para describir el sacrificio de una guerrera con el improbable
nombre de Charra, o de un adolescente dispuesto a probarle a su comandante
-apellidado Mifune, nada menos- que lo novato no quita lo valiente. (Los
Wachowski son pésimos dialoguistas, de paso. Las frases heroicas
de los personajes serían aceptables en un contexto paródico.
Pero la grandilocuente solemnidad de la película sólo los
hace más risibles.)
Totalmente dominada por los efectos digitales, Matrix
revoluciones no es atractiva ni como espectáculo visual, pues
la gran batalla se reduce a un choque en penumbra entre cables corrugados
y maquinaria pesada, puntuado por explosiones y la música tecno-sacra
de Don Davis. Una vez más se hace evidente el daño que la
saga de Star Wars causó en generaciones completas de cinéfilos.
El final triunfo de la paz y el amor, con ambientes soleados
en sustitución de la lluvia permanente, es de una chabacanería
tal que echa por tierra todo el andamiaje previo de referencias a la mitología
griega, el cristianismo y las teorías posmodernas sobre el mundo
virtual.
Dentro del usual esquema publicitario, los Wachowski se
han distinguido por no aceptar entrevistas ni participar en conferencias
de prensa para promover sus películas. Esa pose podría insinuar
un rasgo excéntrico a lo Kubrick de preservar cierto misterio. Sin
embargo, la explicación más posible es que no tengan absolutamente
nada que decir.
MATRIX: REVOLUCIONES
(The Matrix: Revolutions)
D y G: Los hermanos Wachowski/ F. en C: Bill Pope/
M: Don Davis/ Ed: Zach Staenberg/ I: Keanu Reeves, Laurence Fishburne,
Carrie-Ann Moss, Hugo Weaving, Jada Pinkett Smith/ P: Silver Pictures.
EU, 2003.
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