LETRA S
Noviembre 6 de 2003
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El riesgo cero, una utopía
Montse Pont y David Paricio

Corría el año 96 cuando de la mano de Gemma nos encontramos con una llamada del Departamento de Formación y Prevención de Sida Studi1... Armados con PCT (Potentes Contenidos Teóricos) y FCP (Folclóricos Penes de Colores para mostrar la correcta colocación del preservativo) nos dirigimos a impartir talleres para facilitar ese instrumento necesario y del que tan necesitados están para prevenirse del VIH: ¡la información!

Tal vez ésta podría ser una manera de resumir el cómo empezó todo. Desde entonces hasta la fecha nuestro Departamento de Formación y Prevención ha estado muy unido a tres estudios internos realizados con los participantes de nuestros entonces Talleres, hoy Acciones Educativas. Siguiendo un orden cronológico, estos fueron los aspectos estudiados: la información que los jóvenes tenían del VIH/sida en general y del preservativo en particular; y la autopercepción de riesgo ante el VIH/sida de los jóvenes y sus dificultades verbalizadas en el uso del preservativo. Respecto a los resultados, también en orden cronológico, nos encontramos con que: 85 por ciento de los encuestados tenía información correcta sobre sexualidad y VIH/sida antes de empezar nuestras intervenciones.

Más de 80 por ciento de los jóvenes veía el sida como "un problema" ante el cual conocían la solución: "el preservativo", que era definido como un "instrumento para ahorrar problemas".

En una escala del 1 (muy poco riesgo de contraer el VIH) al 5 (mucho riesgo) los jóvenes se situaban en un valor medio del 1.19 y además no puntuaban ninguna dificultad ante el uso del preservativo por encima del 2.5 (excepto, curiosamente, la de que "molesta el tamaño" con una media del 2.84).

Y bien, siete años más tarde, sabiendo que los jóvenes tienen la información, que conocen cómo evitar el VIH, que no verbalizan dificultades ante el uso del preservativo y que no se consideran en riesgo, pero sabiendo también que en la actualidad entre los jóvenes sigue existiendo transmisiones... ¿Dónde estamos?, ¿hacia dónde vamos?

¿Póntelo? ¿Pónselo?
Asumiendo que la entonces perseguida información es necesaria pero no suficiente para conseguir nuestro objetivo que es el cambio de actitudes en relación con su (nuestra) salud sexual, la reforma metodológica de nuestras propuestas educativas, una vez abandonados muy a nuestro pesar nuestros PCT y nuestros FPC, ha tenido presentes tres aspectos cruciales:

-- Escuchar antes de hablar, intentando conocer al máximo la demanda exacta, la dificultad real, dando soluciones útiles y aplicables.

-- Trabajar cada vez menos las habilidades técnicas del manejo del preservativo (cómo colocarlo) y pasar a trabajar las habilidades sociales de su uso (cómo sacar el preservativo del bolsillo, cómo proponerle su uso a la pareja, qué hacer si te dice que no...)

-- Tener presente la perspectiva de género.

Así, combinando los tres estudios realizados, la experiencia de los más de mil talleres y la ingesta de cantidades ingentes de café, seguimos intentando dominar la caja de Pandora que un buen día nos estalló en las narices con los resultados de aquel primer estudio en 1998 para encontrar esa ansiada e itaquística Piedra Filosofal tras la cual seguimos caminando, esta vez con más preguntas que respuestas, algunas de las cuales nos gustaría compartir:

Al hablar de prevención del VIH/sida entre jóvenes, es de sexualidad de lo que estamos hablando, de un tema tabú y oculto en nuestra sociedad... ¿qué visión tienen los jóvenes sobre sexualidad?, ¿qué dificultades reales tienen? Y nosotros, flamantes talleristas en demasiados casos sabelotodo, ¿qué sucede con nosotros como personas sexuadas que también somos?, ¿cuál es nuestra visión de la sexualidad?, ¿y cuál nuestra vivencia personal de la sexualidad, de la sexualidad también en relación con la prevención de VIH?

Tener presente la perspectiva de género como construcción social y sus consecuencias es imprescindible si queremos hablar de sexualidad; ¿cuál es el rol del chico y de la chica en una relación sexual?, ¿cómo se crean y reafirman dichos roles?, ¿cómo podemos alterarlos y qué alternativas damos?, ¿cómo capacitar, por ejemplo, a una chica para que plantee utilizar el preservativo a su pareja si su principal preocupación ante la práctica sexual es el placer de el otro?

En un principio a todos nos pareció fácil y sencillo: "Póntelo o pónselo", chillábamos a quien nos quisiera escuchar. Pero ¿somos conscientes de lo que proponemos? En definitiva, proponemos controlar nuestra sexualidad introduciendo un elemento racional: el condón, es decir, controlar lo irracional, lo pasional, el deseo, las emociones, la ansiedad que provoca una primera relación sexual, los sentimientos que recíprocamente se despiertan en cada una de nuestras relaciones... Repetimos, sencillo ¿no?, fácil ¿no?

Cambio de perspectiva
Entender el sida, bajo la propuesta de Luc Montagnier, no simplemente como una enfermedad médica transmisible, y por lo tanto controlable, sino como enfermedad social estigmatizada, relacionada con determinados hábitos, grupos poblacionales y estereotipos claramente definidos, tiene sus consecuencias. ¿Estamos dispuestos a asumirlas? ¿Estamos dispuestos a trabajar la estigmatización de la enfermedad aún muy 
latente en el "a mí no me tocará porque yo no..." o preferimos seguir escuchando respuestas políticamente correctas o autocomplacientes?

Los jóvenes tienen una información básica correcta y útil ¿por qué entonces deciden (decidimos) correr ese riesgo?:

Hipótesis 1: Porque son irresponsables, insensatos y, encima, jóvenes.

Hipótesis 2: Porque trabajar el "riesgo" y sus percepciones puede que no sea tan sencillo como hablar de bueno/malo, porque es necesario un cambio de perspectiva que incluya propuestas múltiples de explicaciones tales como:

 Olvidar el reduccionismo de plantear el término "riesgo" como único y sólido, estableciendo graduaciones entre las diferentes tipologías de riesgos.

 Tener presente no sólo la perspectiva objetiva del/la joven, sino también la subjetiva ante la decisión de correr o no un riesgo.

 Acabar con la visión de riesgo como algo exclusivamente negativo y empezar a tener en cuenta los aspectos positivos que el mismo también puede conllevar sobre todo en materia de sexualidad.

¿Con cuál de las dos hipótesis decidimos trabajar?

Y por último, tras siete años proponiendo el idealizado "Riesgo Cero" (es decir, el todo o nada, el existe riesgo o no existe, el 100 por ciento o el cero por ciento), nos advierte Kohsland que el riesgo cero no es posible, ya que el riesgo es intrínseco a la vida... y nos remata Bimbela y Cruz: "¿Será el ser humano capaz de convivir saludablemente, también con los riesgos que el VIH conlleva? ¿O se le va a pedir al VIH lo que no se le pide casi nunca a nadie ni a nada: el Riesgo Cero?"

Pero si renunciáramos, aunque sólo sea por lo irreal de la propuesta al paradigma del "Riesgo Cero", ¿qué nos queda? En la atención del también complejo campo de los problemas asociados al uso de sustancias, el paradigma de la Reducción de Daños ha desplazado por completo esta idea utópica y peligrosamente paternalista del riesgo cero... ¿Es posible aplicarla también en la prevención del VIH/sida?, ¿cómo consensuar una definición de Reducción de Daños en materia de VIH/sida?, ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar los educadores para la salud?; más allá de la clasificación de las prácticas sexuales según el riesgo de transmisión de VIH, ¿cuál sería el símil exacto de una intervención para reducir los riesgos en una relación sexual de penetración con, por ejemplo, los Talleres de Punción Higiénica para usuarios de drogas intravenosas?; ¿estamos dispuestos a transgredir y a destapar aspectos de la sexualidad socialmente ocultos?...

Preguntas, preguntas...
 
 

Tomado de Lo + positivo. Núm. 25, primavera 2003, Barcelona, España.
1 Asociación civil con trabajo en VIH/sida de Barcelona, España.