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México D.F. Jueves 6 de noviembre de 2003
El escritor y ensayista alemán participa
en el encuentro Letras en el Golfo
México fue una semidictadura ilustrada de partido
único, opina Enzensberger
Si se eliminaran las minorías, una sociedad dejaría
de funcionar, advierte
''Los dictadores creen en el poder subversivo de la
poesía, por eso temen a los poetas''
CESAR GÜEMES ENVIADO
Tampico, Tamps., 5 de noviembre. Como buen culpable,
niega todo. Con enorme elegancia, Hans Magnus Enzensberger trata de desmoronar
con palabras los cargos, distinciones, honores y estatuas virtuales que
su talento le ha ganado a lo largo de varias décadas. Dice no ser
un escritor de libros infantiles, pero su más grande éxito
editorial cae rotundamente en este rubro; dice no ser crítico literario,
pero califica a la literatura de pequeña industria; dice no ser
un político, aunque descorre el velo de las posibilidades subversivas
de la poesía.
El escritor y ensayista alemán se encuentra aquí
para participar en el encuentro Letras en el Golfo, y con suave tono de
voz suelta una verdad que es preciso valorar: ''México fue una semidictadura
ilustrada, de partido único. Claro, esos políticos fueron
muy listos: no se manifestaron en contra de un artista porque hiciera una
obra en la que realizara un señalamiento. Hicieron lo contrario,
apoyaron a tal o cual editorial y lanzaron un 'bravo' por la imagen de
su país".
Enzensberger
niega, por principio, los cargos políticos y explica la razón
de esta conducta: ''Debo vivir con las etiquetas que me dan por todos lados.
Ni hablar. Alguna vez, por ejemplo, cargué con el sobrenombre de
ideólogo de la gran izquierda alemana, luego el de anarquista burgués,
después me dijeron renegado. Las etiquetas son simples y cómodas
porque reducen la personalidad de un sujeto que en realidad puede ser muy
compleja".
Aunque no se considera especialista en la materia, cuando
Enzensberger dio a conocer El diablo de los números, se convirtió
en best-seller. Dice al respecto: ''Es un poco racista decir que
escribimos un libro modesto y simple porque sólo van a frecuentarlo
los niños. Como me doy cuenta de que ese no es el camino, me inclino
a pensar que los niños son geniales, en ocasiones mucho más
que cualquier adulto. No subestimo la capacidad infantil para la lectura
y es por eso que escribo con el mismo rigor cuando los primeros lectores
del trabajo serán niños, que el resto de mi obra. Un factor
extra que me llevó a este campo es que casi nunca he estado contento
con la enseñanza escolarizada. Por ejemplo, las matemáticas
generan temor. Y no hay una razón real para el miedo. Por eso decidí
hacer un libro modesto para comprobar que las matemáticas son una
realidad fascinante. Y de manera muy sorpresiva ese libro devino best-seller:
El diablo... llegó velozmente a 1.5 millones de ejemplares
vendidos. Para alguien como yo, un pobre poeta, eso es sensacional".
Todos tenemos que ver con la poesía
Enzensberger niega ser crítico literario, aunque
tiene una opinión clarísima al respecto: ''Entiendo que la
literatura es una pequeña industria. Veamos: en la gran industria
cuando uno invierte un billón de dólares, se fabrican mejores
automóviles, pero como las letras son una industria pequeña,
no vale ese principio. Si los escritores son bien o mal pagados, eso no
se relaciona con la calidad de sus libros. Así que seguirá
siendo un misterio que existan periodos históricos en los cuales
aparece una literatura sensacional, y lo mismo que haya lapsos de 10 años
en los cuales la producción escrita es más bien mediocre".
En la poesía, uno de sus temas favoritos, encuentra
enorme ventaja numérica: ''La poesía es minoritaria, pero
por fortuna sabemos que las minorías cuentan. Por ejemplo, ¿qué
tantos son los grandes físicos? Muy poquitos. Así que las
minorías étnicas, religiosas, artísticas y de cualquier
tipo, en realidad son muy significativas. Si se eliminaran las minorías,
una sociedad dejaría de funcionar. Entonces, modestamente, los poetas
cuentan, según yo. Existe la idea de que la mayoría de las
personas no tiene nada que ver con la poesía, lo cual es totalmente
falso. La poesía no es sólo la que aparece en los libros,
por cierto de escaso tiraje. Basta pensar cuántas personas saben
de memoria el Ave María o Yellow submarine, La Internacional
o las rimas de infancia que todos conocemos y podríamos citar. Eso
también es poesía, de mayor o menor calidad, pero muy pocos
lo advierten".
Y sobre el tema, abunda hasta llegar a México:
''Soy cauto respecto de la capacidad subversiva de la poesía. Son
los dictadores los que creen en ese poder subversivo y por eso les tienen
horror a los poetas. Hablo de Stalin, por ejemplo, o de la dictadura que
elijamos. Si hay otros medios de discurso público, por ejemplo,
la prensa, entonces el peligro está en otro lado. Los políticos
mexicanos, por ejemplo, no le tienen ni le tuvieron ningún pánico
a las artes. México fue una semidictadura ilustrada, de partido
único. Esos políticos fueron muy listos: no se manifestaron
en contra de un artista porque hiciera una obra con un señalamiento.
Hicieron lo contrario, apoyaron a tal o cual editorial y lanzaron un 'bravo'
por la imagen del país.
''Soy escéptico en cuanto a que la poesía
revolucione al mundo. Si uno quiere cambiarlo, hay métodos más
eficaces."
La última negación del ensayista será
para la política, en la que, por cierto, ha vivido: ''No soy un
político. No amo a la política. Me ocupo de ella sólo
para defenderme y porque todos somos en cierto sentido políticos.
Pero sólo por eso".
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