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México D.F. Domingo 2 de noviembre de 2003
La pieza dramática de Francisco de Rojas Zorrilla en la recta final del Cervantino
Compañías españolas llevan Abre el ojo a la calle
ARTURO JIMENEZ ENVIADO
Guanajuato, Gto., 1o. de noviembre. Comedia de enredos, género del figurón, corral de comedias. Doña Clara, don Clemente, doña Hipólita, don Julián, el regidor don Juan. El diálogo rimado: "Que el enredo se líe, mientras el público ríe".
Toda una época del teatro clásico español, todo un lenguaje, una vanguardia del siglo XVII que, vía Abre el ojo, de Francisco de Rojas Zorrilla (1607-1648), poeta dramático, comediógrafo, aportador de los personajes excesivamente ridículos y amigo de Calderón de la Barca, llega al tercer milenio para sorprender a quien sabe sorprenderse y deleitar mediante el ingenio y la ingeniería teatral.
Agilidad en la acción, solidez de los personajes y de la dramaturgia, sencillez de una escenografía que se pudo adaptar a la plaza de San Roque y una visión del mundo basada en una cierta, y avanzada, equidad de género.
Hombres y mujeres son o pueden ser infieles, ambos se enamoran o desenamoran o mienten o se confunden o desean vengarse. Hombres y mujeres que deben "abrir los ojos", estar pendientes de sus conquistas y alertas de la competencia.
Abre el ojo, en versión de Emilio del Valle, dirección de Francisco Plaza y puesta por las compañías españolas Producciones Inconstantes Teatro y Armar Teatro, logró atrapar al público de la plaza San Roque durante la recta final del festival Cervantino.
Destacan los trabajos actorales de José Pedro Carrión (don Juan), Jorge Muñoz (don Julián) y Amparo Marín (doña Clara). Carrión controla a su personaje y confronta al público con la mirada, la lengua libidinosa, el guiño, el gesto, agregando un plus.
Muñoz logra tonos esperpénticos, casi estridentes, al límite. Marín puede sostener a su personaje en el centro de las peripecias de todos durante largo tiempo y, al mismo tiempo, hacer reír, sentir, pensar, y provocar aceptación, identificación, rechazo.
Las mujeres pasan del engaño a engañar. Se juntan, hacen coro, exigen, y sus reclamos llenan de nuevos contenidos su discurso, como en los inicios de los movimientos feministas del siglo XX.
Los varones transitan de engañar al engaño. Se baten en duelos que hacen añicos los desplantes machistas de los espadachines. La evasión de la muerte, la cobardía, es asunto de plena hilaridad.
Al final, todos los personajes advierten al público contra las infidelidades, celos y venganzas de hombres... y mujeres. "Abre el ojo", se dicen unos a otros.
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