México D.F. Martes 28 de octubre de 2003
Enfrentan severas críticas los tres institutos
que gobernaron el país hasta el día 17
La crisis en Bolivia sacude a partidos
Analista prevé un nuevo escenario muy conflictivo
o un avance decisivo de la nación
XIMENA ORTUZAR ENVIADA
La Paz, 27 de octubre. La guerra del gas
provocó no sólo la renuncia de Gonzalo Sánchez de
Lozada, sino también el cuestionamiento de los partidos políticos
y de la democracia pactada.
Los tres partidos que gobernaban el país hasta
el 17 de los corrientes enfrentan ahora severas críticas y atraviesan
un proceso de autoevaluación. El Movimiento Nacionalista Revolucionario
(MNR), cuyo líder máximo es aún el ex mandatario,
resultó particularmente afectado por la reciente crisis.
La Nueva Fuerza Revolucionaria (NFR) intenta deslindarse
de responsabilidades, argumentando su corta existencia. El Movimiento de
Izquierda Revolucionaria (MIR) exhibe una fuerte conmoción interna
y críticas dentro y fuera de sus filas.
Algunos dirigentes hacen la autocrítica. Otros
buscan excusas.
Desde Estados Unidos, Sánchez de Lozada ha ratificado
ser el jefe nacional del MNR, además de lamentar la falta de apoyo
de su vicepresidente y actual jefe del Ejecutivo, Carlos Mesa Gisbert,
y el "abandono" de sus aliados. Y acusa a la oposición de estar
dirigida por el narcosindicalismo. Todo ello ahonda la crisis partidaria.
También Guillermo Justiniano, primer subjefe nacional
del MNR, senador y ex ministro de la Presidencia, ratifica, desde Argentina,
la vigencia de su cargo.
José Luis Harb, ex viceministro de Gobierno, actual
miembro de la dirección nacional y jefe departamental del MNR, declara:
"Lo primero que debemos demostrar los militantes de MNR tras los sucesos
recientes es que somos una institución política y no un grupo
de admiradores de determinado líder. Debemos unirnos por ideas,
no por personas. El bagaje histórico del MNR no ha sido tomado en
cuenta en los últimos años y ha habido un manejo empresarial
del partido".
La última votación interna del MNR se realizó
en julio de 1999 y resultaron elegidos Sánchez de Lozada y Justiniano
en los dos cargos más altos. Hoy ambos están fuera del país.
Al consultar a José Luis Harb acerca de la exigencia
de otros dirigentes del MNR de convocar a elección urgente de nuevas
autoridades partidarias, responde: "Acorde al estatuto, deberemos elegirlas
en abril de 2004, y así lo hemos acordado. Estando fuera del país
Sánchez de Lozada y Justiniano, correspondía asumir al segundo
jefe nacional, que es Javier Campero Paz, lo cual ha ocurrido. Debemos
respetar los ordenamientos internos del partido. En el actual gobierno
han entrado en escena los partidos minoritarios y han quedado fuera los
mayoritarios. Si usted se fija, nosotros somos en Bolivia como el PRI en
México. Debemos recuperar nuestro bagaje histórico y demostrar
que somos una institución política y no un grupo de admiradores
de Sánchez de Lozada".
Por ahora, la directiva del MNR en el país anuncia
el comienzo de un proceso de "reconducción ideológica, programática
y orgánica".
También los aliados
Por
su parte, la NFR es acusada de abandonar tarde a Sánchez de Lozada.
En efecto, su líder, Manfred Reyes Villa, esperó hasta último
momento para restar apoyo al mandatario y su gestión.
Sin embargo, el líder argumenta: "Nosotros no somos
un partido tradicional. Contamos apenas con cinco años de existencia.
Si entramos al gobierno fue sólo para apoyar a la democracia y,
además, estuvimos en él solamente dos meses, en los cuales
exigimos que el programa de gobierno se cumpliera". Y Dante Pino, diputado
de NFR, opina: "La crisis es de la democracia, no de los partidos".
En cuanto al MIR, todo indica que los efectos colaterales
de la caída de Sánchez de Lozada lo afectan profundamente.
Hormando Vaca Díez, presidente de la Cámara de Senadores
y alto dirigente mirista, reconoce que el impacto interno ha sido fuerte
y anuncia que el partido iniciará un proceso de democratización
interna, mediante el voto directo, secreto y uninominal para la generación
de nuevos líderes.
Como se sabe, Jaime Paz Zamora ha dirigido el MIR desde
su fundación en los años 70, y su liderazgo ha sido severamente
cuestionado en los últimos meses; primero, por integrarse a la coalición
de Sánchez de Lozada, la cual abandonó sólo el último
día de gobierno y, tras la renuncia del mandatario, por haber declarado
sentirse "liberado, reconciliado con todos y en condición de ser
otra vez cabeza de proyecto".
El cúmulo de críticas que ha recibido Paz
Zamora generó que el domingo 26 se justificara en la prensa por
su participación y permanencia en el gobierno.
Señaló textualmente: "Estábamos por
responsabilidad nacional y no podíamos cometer la irresponsabilidad
de dejar al país librado a la confrontación, el caos, la
confusión. Por ello, permanecimos hasta garantizar una solución
constitucional y pacífica a la crisis en los marcos del sistema
democrático".
El diputado socialista Jerjes Justiniano es tajante: "Los
tres partidos aliados al último gobierno de Sánchez de Lozada
están liquidados; terminó su ciclo junto con el de la democracia
pactada que debe ser remplazada por otra, horizontal. Ellos fueron los
operadores del modelo neoliberal que ha fracasado en todas partes. Ya nadie
les cree. Están políticamente muertos".
Un gobierno "apolítico"
El gabinete ministerial de Carlos Mesa es toda una novedad
en Bolivia. Que sus integrantes no sean personajes del mundo político
ha llamado la atención, para bien y para mal. Quienes culpan hoy
de todos los males a los políticos tradicionales ven con optimismo
el futuro inmediato. En la vereda de enfrente hay voces que alertan acerca
de dos puntos: que nadie es apolítico y por tanto no lo son los
ministros y, además, que no se puede gobernar un país al
margen de los partidos.
Los institutos políticos que no integraron la coalición
gobernante han puesto también sus barbas en remojo.
Acción Democrática Nacionalista (ADN) alega
en su favor que la renovación interna y generacional ya se produjo
en 2001, con la elección de Jorge Quiroga como jefe nacional, luego
de que el general retirado Hugo Bánzer abandonó la política
por tener cáncer. Mauro Bertero, líder de ADN, puntualiza:
"En todos los partidos surgen voces contestatarias para las viejas prácticas
políticas. En ADN, esa voz fue Quiroga".
El analista Ricardo Paz opina que los sucesos de septiembre
y octubre últimos "marcan el comienzo del fin de los partidos y
de los liderazgos tradicionales, que están ahora en proceso de extinción,
de conclusión de un ciclo histórico". Es hora de buscar cambios
generacionales y eso vale principalmente para el MNR y para el MIR, afirma.
¿Fin de la democracia pactada?
La democracia comenzó en 1985 y consiste en una
forma de gestión política basada en coaliciones partidarias,
para "garantizar la estabilidad".
Con la última crisis social, el recambio de presidente
y la conformación de un gabinete ministerial "apolítico",
pareciera que la era de la democracia pactada estaría retirada.
Y eso, para muchos, ya es ganancia.
René Cardozo, sacerdote jesuita y analista político,
afirma: "El artículo 223 de la Constitución Política
de Bolivia establece que la representación popular se ejerce por
medio de los partidos políticos o de los frentes o coaliciones formados
por éstos. Los últimos acontecimientos desnudan una demanda
que viene de mucho tiempo. En efecto, la lógica había impuesto
la democracia pactada, que en un primer momento había facilitado
al Ejecutivo la aplicación de su programa de gobierno, pero poco
a poco fue pervirtiéndose, desde el momento en que se utilizó
el pacto político partidario para una repartija indiscriminada
del Estado, la subordinación de los méritos y la calidad
a intereses particulares y político-partidarios; una corrupción
cada vez más encubierta por los acuerdos políticos, el ejercicio
de caudillismos, prebendismos, clientelismos, nepotismos, etcétera".
Agrega que el nuevo escenario puede ser altamente conflictivo
o representar un avance decisivo en la historia política boliviana.
El sociólogo José Antonio Mayorga dice al
respecto: "Estamos frente a una modificación radical de la gestión
política en Bolivia. Hasta ahora, el grado de movilización
social estuvo siempre acompañado con el quiebre del orden democrático,
con modificaciones sustanciales en el tipo de institucionalidad democrática.
En este caso -el de la última crisis y su desenlace- ha habido una
increíble movilización social con preservación de
la institucionalidad democrática, y eso dará como resultado
avances importantes y transformaciones radicales en el sistema de partidos
políticos".
Lo que ha habido a partir de 1985 en Bolivia, agrega,
ha sido una combinación de democracia representativa más
neoliberalismo, que ha entrado en fase de quiebre.
La experiencia reciente, añade, demuestra que es
posible combinar movilización social de gran magnitud con preservación
del orden democrático, "y eso, en la región latinoamericana,
es una verdadera novedad. Se ha operado de manera radical una transformación
muy importante y se lo ha hecho desde el lugar óptimo: desde la
sociedad civil".
El número más reciente de la revista boliviana
Datos analiza las veleidades de la política nacional. Recuerda
que Carlos Mesa fue elegido vicepresidente en 2001 en la fórmula
que ligó su nombre al de Gonzalo Sánchez de Lozada, en representación
del MNR.
Recuerda además: "En 1994, cuando explotó
una conjura contra el MIR por supuestos vínculos con el narcotráfico,
Mesa -en aquel tiempo dedicado al periodismo- actuó como uno de
los principales operadores mediáticos de esa campaña. Ganó
el Premio Príncipe de Asturias por un documental denominado ¿Cuándo
se jodió el MIR?" Y agrega: "Habrá que preguntarse ahora,
¿cuándo se jodió el MNR?"
|