Hizo un recuento que culmina con el triunfo de Goni

Criticó Carlos Mesa el sistema electoral boliviano en un libro

XIMENA ORTUZAR ENVIADA

La Paz, 22 de octubre. Antes de entrar a la política activa, Carlos Mesa Gisbert se dedicó a la historia. Uno de sus libros se titula Presidentes de Bolivia. Entre urnas y fusiles, volumen de 721 páginas, el estudio más completo que existe al respecto.

El texto termina con la elección, en junio de 2002, de Gonzalo Sánchez de Lozada y del propio autor como vicepresidente.

En el capítulo "Elecciones presidenciales: reseña histórica de un proceso turbulento", aparece el subtítulo "2002: El milagro electoral de Goni y Evo".

Dice (la redacción y la puntuación son textuales):

"La primera elección del nuevo milenio coincidió con un desplazamiento significativo en el escenario electoral. El trípode que había sustentado el sistema desde 1985 se quebró ante el resultado de la mala administración de (Hugo) Bánzer, que dejó una severa recesión económica. La decepción de los ciudadanos por un modelo político económico cuyos resultados no beneficiaron a la gente, el descrédito de los partidos, el parlamento y los altos niveles de corrupción, llevaron al votante a buscar nuevas opciones. El principal partido de oposición, el MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario), representó lo opción central de los partidos sistémicos, y Nueva Fuerza Republicana (NFR) de Manfred Reyes Villa, el exitoso alcalde cochabambino, pareció concentrar el voto contrario a los partidos tradicionales, a pesar de haber sido por dos años socio de Bánzer. Pero un conjunto de acontecimientos en el largo proceso electoral que comenzó en febrero de 2002, deparó varias sorpresas. Así, el candidato de NFR que parecía el seguro ganador de esta elección se quedó en el camino y un candidato antisistema, Evo Morales, del Movimiento al Socialismo (MAS), teóricamente con una opción de segunda línea, estuvo a punto de ganar. (...)

"El toque final lo dio el embajador de Estados Unidos, Manuel Rocha, quien cuatro días antes de las elecciones dijo en el Chapare que el voto por Evo Morales traería consecuencias funestas en las relaciones con la primera potencia del mundo. La repercusión desmesurada en los medios dio como resultado una ola de nacionalismo y de antinorteamericanismo, sobre todo por el disgusto que causaba la opinión de alguien poderoso vulnerando la soberanía de los votantes. La declaración cambió la elección.

"El resultado de esta elección confirmó una atomización que destruyó cualquier posibilidad de hegemonías. El electorado no le dio un mandato claro a ningún candidato y volvió a marcar un escenario con cuatro grandes agrupaciones políticas.

"El estrecho triunfo de Sánchez de Lozada, marcó por un lado el éxito de una estrategia electoral científicamente diseñada, con la elección de un candidato vicepresidencial que complementara al presidente y le diera el nivel de imagen que éste había perdido como producto de la intensa campaña de desprestigio en su contra a lo largo de cinco años. La adecuada dosificación entre campaña positiva y negativa, la determinación y disciplina de la candidatura logró lo que desde abril parecía absolutamente imposible.

"Pero no fue la única sorpresa, el segundo lugar obtenido por Evo con apenas 721 votos de ventaja sobre Reyes Villa, era algo simplemente impensado el día antes de la elección. Las declaraciones del embajador de Estados Unidos, Manuel Rocha, el voto oculto y el voto consigna a través de la influencia sindical, el discurso convincente del candidato, fueron factores decisivos para un éxito histórico de una candidatura contestataria con un único antecedente en 1951. Evo logró cohesionar aunque sólo fuese coyunturalmente a los cocaleros, la vieja izquierda, el voto protesta contra el modelo y el discurso antiglobalizador y antiimperialista.

"La tercera sorpresa la dio Manfred Reyes que de favorito indiscutible y virtual ganador apenas un par de semanas antes de la elección, cometió una cadena de errores que lo llevaron al tercer lugar. (...)

"Jaime Paz, a pesar de su cuarto lugar, confirmando una frustrante barrera de hierro de su electorado, logró salir relativamente bien parado de su paso por el gobierno de Bánzer. Su 16 por ciento le permitió un poder de negociación y una alianza que lo mantuvo en el gobierno. La devolución de su visa por parte de Estados Unidos, no fue un factor tan importante como pudo pensarse cuando el hecho se dio. Como en todas las elecciones anteriores, el candidato del MIR resignó uno de los dos primeros lugares.

"UCS (Unidad Cívica Solidaridad), de zigzagueante y prebendal paso por la política, pagó factura un resultado de 5.5 por ciento de los votos, 11 puntos menos que en 1997, reflejando la caída tal vez terminal de las opciones populistas que habían nacido con tantas perspectivas al finalizar la década de los 80.

"ADN (Ación Democrática Nacionalista) obtuvo la peor votación de su historia. La muerte de Bánzer pareció confirmar el fin de un ciclo partidario ligado a un caudillo, a diferencia de lo que pasó con el MNR.

"En cambio, la representación indígena dio un salto gigantesco, no sólo a través del resultado obtenido por el MAS, sino también a partir de la votación del Movimiento Indígena Pachakuti (MIP) de Felipe Quispe, que logró un 6 por ciento de los votos, un porcentaje más alto que cualquiera de las propuestas de izquierda radical en la historia, salvo el caso de Marcelo Quiroga. Por primera vez en el panorama electoral de Bolivia, las representaciones éticas quechua, aymara y otras del oriente, lograron un resultado que cambió el mapa electoral del país."

Aunque no lo dice Mesa, Sánchez de Lozada y él obtuvieron más votos que los demás candidatos, pero sólo 22.46 por ciento de los votos y alcanzaron la presidencia y vicepresidencia por decisión del Congreso, lo cual está contemplado en la Constitución.