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México D.F. Sábado 18 de octubre de 2003
Annette Aurélie Desmarais *
Vía campesina y la soberanía alimentaria
Desde que Vía Campesina introdujo por vez primera,
en 1996, el concepto de soberanía alimentaria, la idea se ha diseminado
muy rápido. Soberanía alimentaria es hoy un llamado a la
acción para un número creciente de organizaciones de campesinos
y granjeros, organismos no gubernamentales y movimientos sociales. Muchas
conferencias internacionales han convenido en elaborar más el concepto,
incluida la que celebró el Partido Verde del Parlamento Europeo.
También es el foco de la discusión en reuniones importantes,
como el Foro Social Mundial y el foro de las organizaciones no gubernamentales
(ONG) de la Cumbre Mundial Alimentaria, celebrada en junio de 2002. Pero
¿qué significa exactamente el término soberanía
alimentaria?
De acuerdo con Vía Campesina, la alimentación
es un derecho humano básico y "todos los pueblos y Estados deben
tener el derecho a definir sus propias políticas agrícolas
y alimentarias" para garantizar la seguridad interna en la materia y el
bienestar de su población rural. En palabras de Vía Campesina,
soberanía alimentaria significa que los pueblos tienen "derecho
a producir su comida en su territorio" en formas que refuercen los valores
culturales de los pueblos y el medio ambiente. La soberanía alimentaria
significa garantizar que los campesinos, los granjeros en pequeño
y las mujeres rurales tengan el derecho a contar con todos los recursos
necesarios para producir comida; tener un acceso mayor a la tierra y un
control mayor sobre ésta y sobre las semillas, el agua, los créditos
y los mercados. La soberanía alimentaria requiere una reforma agraria
genuina y de gran alcance.
Más aún, la soberanía alimentaria
será posible únicamente si existe un control democrático
del sistema alimentario y el reconocimiento de que "la herencia cultural
y los recursos genéticos pertenecen a la humanidad". Esto significa
que todas las formas de vida -incluidos plantas y animales- deben protegerse
del patentamiento. También quiere decir regular los mercados mediante
prácticas como el manejo del abasto y un comercio ordenado.
La soberanía alimentaria se centra en la producción
de comida y en quienes de hecho trabajan la tierra. Por tanto, va más
allá de cómo se entiende comúnmente la seguridad alimentaria,
que implica garantizar que se produzca una cantidad adecuada de comida
accesible a todos. En cambio, la soberanía alimentaria se centra
en cuestiones como qué comida se produce, dónde se produce,
cómo se produce y en qué escala. Vía Campesina argumenta
que no puede alcanzarse una seguridad alimentaria sin soberanía
alimentaria.
Es claro que la soberanía alimentaria es una alternativa
radical a la visión que de la agricultura se tiene en la Organización
Mundial de Comercio (OMC). Ahí donde los principios guías
del organismo son "el derecho a exportar" a toda costa y el "derecho a
importar" comida como el mejor camino de garantizar la seguridad alimentaria,
la visión de una soberanía alimentaria da prioridad a la
producción local para un consumo también local. No es que
Vía Campesina se oponga al comercio agrícola, pero enfatiza
que "la alimentación es la más primaria e importante fuente
de nutrición, y sólo en segundo término un asunto
de comercio". Dado que la comida es un derecho humano básico "sólo
debe comerciarse con el excedente". Además, este comercio internacional
"debe servir a los intereses de la sociedad", no llenar los bolsillos profundos
y sin fondo de las corporaciones trasnacionales de la agroempresa. La soberanía
alimentaria es simplemente imposible en el marco de la OMC.
El "desarrollo" -uno equiparado hoy con globalización
y comercio- que intentaba resolver la persistencia de la pobreza y el hambre
en el campo es un fracaso, y hoy la idea de soberanía alimentaria
se opone con eficacia a este "desarrollo". Mediante la soberanía
alimentaria, Vía Campesina nos desafía a todos a pensar más
allá de los cajoncitos -premisas tecnológicas, liberalización,
desregulación y privatización- que con frecuencia caracterizan
las deliberaciones en torno a las políticas alimentarias, agrícolas
y de desarrollo rural. Habiendo introducido una alternativa viable, Vía
Campesina transforma el debate internacional.
El concepto de soberanía alimentaria entró
ya a círculos más oficiales. Por ejemplo, el director general
de la Organización para la Agricultura y la Alimentación
de Naciones Unidas (FAO, por sus siglas en inglés), declaró
recientemente el compromiso de trabajar en asociación con organizaciones
de la sociedad civil para aplicar un enfoque de soberanía alimentaria
y emprender esfuerzos que liberen al mundo del hambre y la pobreza. En
su informe más reciente, la Comisión de Derechos Humanos
de Naciones Unidas, Informe especial sobre el derecho a la alimentación,
reivindica la soberanía alimentaria como la manera de garantizar
el derecho de los pueblos a comida y seguridad alimentaria.
Con agudeza, Vía Campesina está consciente
de que por más revolucionarios que sean estos conceptos, con frecuencia
son mal interpretados, mal usados y usurpados por aquellos en el poder.
Por ejemplo, numerosas instituciones internacionales integran ahora consideraciones
en torno al ambiente con la bandera de un "desarrollo sustentable". La
contradicción, sin embargo, estriba en que "verdear" el discurso
desarrollista ocurre dentro de los límites de un abrazo pleno a
la ideología desarrollista del libre mercado, que enfatiza la extracción
intensiva y extensa de recursos como solución al estancamiento económico.
Las preocupaciones en torno al ambiente únicamente se "añaden"
a un modelo de desarrollo muy fallido. En consecuencia, "la sustentabilidad",
que originalmente se concibió como un tipo de desarrollo fundamentalmente
diferente, se usa ahora para justificar toda suerte de prácticas
que dañan el ambiente. A la luz de esta experiencia, es claro que
Vía Campesina requiere trabajar intensamente para evitar que se
usurpe la idea de la soberanía alimentaria. Para el efecto, toma
ya medidas importantes y une fuerzas con muchos movimientos sociales, con
ONG de pensamiento semejante, y con instituciones de investigación
por todo el mundo.
* Catedrática de la Universidad Regina, de Canadá
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