México D.F. Domingo 12 de octubre de 2003
MAR DE HISTORIAS
La partida del mago
Cristina Pacheco
En cuanto escucha el timbre, Angélica abandona a sus invitados y se dirige a la puerta. Al ver a Mónica le sonríe y le dice:
-šMalvada! Pensamos que ya no vendrías.
En vez de explicar su tardanza, Mónica mira hacia el interior del departamento, donde ya se encuentran Javier, Ana, Mauricio, Antonio, Gladys, Anselmo y Ramón.
-Ay, pero qué preciosidad -saluda y de un vistazo abarca las paredes tapizadas de reproducciones y fotografías-. Nunca imaginé que vivieras en un departamento así, tan mágico.
Angélica se alegra de haber sustituido las lámparas convencionales por otras chinas, de papel blanco. Matizan la luz y producen un ambiente misterioso y romántico, ideal para la lectura en voz alta de su primer cuento. Antes de entregarlo a la revista que lo publicará en diciembre, quiere que sus amigos le den su opinión. Emocionada, nerviosa, toma el impermeable que Mónica le entrega y se va hacia la recámara:
-Moni: estás en tu casa. Sírvete lo que quieras -Angélica entrecierra la puerta y aprovecha para mirarse al espejo. Le gusta la suavidad de su maquillaje. Esta noche, como nunca antes, quiere ser ella misma.
De vuelta a la sala, al ver sus amigos bebiendo y conversando, piensa que la escena podría ocurrir en un salón literario de París. Anselmo, un hombre de aspecto quijotesco, va a su encuentro con el vaso de vino en alto:
-Un brindis por la escritora.
-No te burles -le dice Angélica, satisfecha por el título que su amigo le aplicó.
Ana, la eterna novia de Anselmo, se acerca y lo toma del brazo mientras se dirige a la anfitriona:
-Quiero decirte que todos estamos muy orgullosos de ti.
-Me acuerdo de que cuando estábamos en la secundaria, una vez me dijiste: "ƑSabes, Mónica? Pienso ser escritora". Cuando te pregunté por qué, me respondiste algo que me impresionó: "Porque así seré libre para inventar ambientes, personajes, šel mundo!"
La evocación cohíbe a Angélica y trata de justificarse:
-No dudo que lo haya dicho -se vuelve hacia los otros invitados-: Imagínense: tuve siete hermanos y fui la menor. De la mañana a la noche sólo escuchaba prohibiciones, órdenes, preguntas: "ƑPor qué hiciste esto? ƑAdónde fuiste? ƑCon quién venías?"
Gladys, una cuarentona pelirroja, adelanta su vaso para que Antonio le sirva un poco más de vino y comenta:
-Ha de ser maravilloso sentarse a escribir pensando: "Ahora voy a crear un personaje que sea como yo lo decida y que viva como yo quiero o hubiera querido hacerlo".
-No es tan sencillo -dice Angélica desviando la mirada.
-ƑTe inspiraste en alguno de nosotros? -pregunta Ana.
-Juro que no -responde Angélica, sobresaltada.
-ƑEstás segura? -insiste Antonio, enlanzado a Gladys por el talle-. No olvides que nos vas a leer tu cuento.
-Espero que no hayas puesto lo que te conté el otro día -dice Ana con los ojos brillantes.
-Ay, pobre Angélica, la estamos poniendo nerviosa con tantas preguntas. Mejor que nos lea.
Angélica acepta la proposición de Gladys. Se acerca a una mesita, toma el fólder donde guardó el texto y sonríe:
-Bueno, pero si no les gusta o se aburren...
-Por favor, Angélica, empieza antes de que todos nos emborrachemos -dice Javier mostrándole su vaso.
Angélica espera a que sus amigos se acomoden en los sillones, se aclara la garganta y sonríe:
-Bueno, mi cuento se llama La partida del mago.
-ƑEs para niños? -la interrumpe Antonio.
-Claro que no. ƑPor qué lo pensaste?
-Porque en el título mencionas a un mago. ƑQuién es?
-El personaje masculino. Se llama Servando. Es un tipo atractivo, casado.
-šQué lástima! -comenta Gladys en broma, pero al ver que nadie ríe se disculpa-: Juro que no vuelvo a meter mi cuchara.
Angélica se lo agradece con un gesto y prosigue la explicación:
-El mismo día en que Servando pierde el empleo, su esposa, Paulina, sale a buscar trabajo y lo consigue en un restaurante. Entonces él se queda en la casa y, entre otras cosas, tiene que contestar el teléfono. La primera llamada que recibe es de Mirtala, una amiga de su mujer.-šQué nombre tan raro! -Ana se dirige a Anselmo-: No conocemos a nadie que se llame así.
-Olvídate de eso. Lo importante es que acabe de explicarnos porqué el personaje masculino es un mago -insiste Antonio.
-A eso iba, pero no me han dejado -responde Angélica, impaciente-. Las amigas de Paulina, que siempre la llaman para contarle sus problemas, al no encontrarla en su casa, acaban por exponérselos a Servando. Al principio las oye por cortesía, luego por curiosidad y al final conmovido porque nunca imaginó que el mundo de las mujeres fuera tan difícil y complicado.
-ƑY ellas qué sacan diciéndole sus cosas? -reflexiona Gladys en voz alta.
-Se desahogan y, menos presionadas, pueden resolver sus problemas: la infidelidad del marido, la drogadicción del hijo, el embarazo de la hija, la falta de dinero o, como Guadalupe, haberse enamorado de un hombre 12 años más joven.
-ƑPor qué 12 años? ƑEs algo simbólico o qué? -pregunta Mauricio.
Angélica no sabe qué responder y Gladys toma la palabra
-Yo creo que ese detalle es un símbolo de la opresión femenina. Un hombre, sólo por ser un año más joven que su novia o amante, se cree superior a ella. Díganme si no es cierto.
-Cuando el hombre es inmaduro, sí -sentencia Mónica.
-Tampoco es cosa de generalizar -afirma Javier.
-Pues yo sí estoy de acuerdo con Gladys -interviene Ana.
-šNo discutan! -Ramón espera a que se restituya el silencio.
-Dejen que Angélica nos lea ya su cuento.
-Pero es que todavía no explica el título -Antonio mira a Angélica-: Eso es muy importante, Ƒno crees? Entonces, sigue.
-Si quieren, lo dejamos para después de cenar. -Angélica se anima al oír la negativa general y retoma su idea-: Entre las amigas de Paulina se corre la voz de que Servando es como un mago que siempre tiene soluciones y acaban por llamarlo todo el tiempo para que las asesore.
-ƑSe imaginan el cuentón del teléfono? -comenta Anselmo, irónico.
-Y Paulina es la que tiene que pagarla -le responde Ana, que luego se vuelve hacia Angélica-: En serio, creo que ese puede ser el gran problema de tu personaje. ƑO tiene otro?
-Sí, la soledad. Cuando Paulina vuelve a su casa Servando está agotado, no le hace preguntas y si ella habla él no la escucha porque sigue pensando en los problemas de las otras mujeres. ƑLes parece claro? -Ante el silencio de sus amigos, Angélica siente crecer sus dudas-: Díganmelo, tengo hasta mañana para corregir.
-En tu caso, usaría otro título -sugiere Ramón.
-Es que si lo hago tengo que cambiar la historia.
-Entonces, šdéjalo! -Gladys le lanza una mirada rencorosa a Ramón-: No creo que tus lectores vayan a ser tan exigentes como nuestro amiguito.
-Y no podemos hacer ningún juicio porque todavía no sabemos lo que Angélica escribió. Vamos a dejarla que lea -dice Ana.
-Bueno, pero si quieren, antes cenamos. Angélica apenas puede disimular el desencanto cuando ve que sus invitados se ponen de pie y se dirigen a la mesa.
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