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México D.F. Lunes 6 de octubre de 2003
Javier Oliva Posadas
La Conferencia de Seguridad Hemisférica
A realizarse los días 30 y 31 de este mes en Morelia, Michoacán, la Organización de Estados Americanos abordará por primera ocasión la problemática de la seguridad luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Algunos analistas y especialistas pensarán que es mucho tiempo después, pero para los ritmos de las relaciones internacionales se trata de una reacción rápida y precisa.
Varios aspectos preceden a la conferencia y deben ser cuidadosamente ponderados por el gobierno de México. En tanto los países latinoamericanos enfrentan una serie de conflictos y retos, México no ha desarrollado una política exterior hacia la región que permita llegar a la reunión con posturas articuladas y que de alguna forma cohesione a los países al sur del río Bravo. Afganistán e Irak, para referirnos a las recientes aventuras militares de Estados Unidos, han conferido a la Casa Blanca un papel más que predominante en el Continente Americano.
En efecto, la gran isla que es nuestra masa continental representa una ventaja en términos de una imposición o, por lo menos, intentar forzar al conjunto de países a la adopción de una agenda que tenga como puntos principales aquellos que preocupan al ultraconservador equipo que encabeza George W. Bush. La migración, el narcotráfico, el medio ambiente, los grupos subversivos, son algunos de los puntos centrales de la reunión, pero subyacen otros sin duda más importantes y de mucha mayor profundidad: el papel de las fuerzas armadas (FA) en el nuevo contexto.
Atendiendo a que la estrategia de reducir a las FA en policías nacionales, como ya sucede en Costa Rica y Panamá, estamos ante un objetivo relativamente viejo para Estados Unidos, ahora se abre la opción para que con propuestas aparentemente vinculadas a tendencias democráticas (que cada quien entienda lo que pueda sobre este término) como son la reducción de efectivos y el cambio en sus prioridades y responsabilidades, las FA latinoamericanas son en sí mismas un obstáculo a los apetitos expansionistas dado su adoctrinamiento nacionalista. Criticable o no, lo cierto es que el nacionalismo, aunque "pasado de moda", implica un reto a superar en las tendencias respecto de la subordinación a los intereses del "Imperio invisible" como lo llama Ludolfo Paramio.
Superados, en apariencia, los conflictos limítrofes o las tensiones entre países latinoamericanos, el equipamiento militar, según las pretensiones, sería básicamente para atender problemas internos y, en caso de no tener suficiente capacidad para hacerlo, recurrir al desinteresado apoyo de las FA de Estados Unidos.
La conferencia de Morelia representa así la más importante posibilidad para procurar imponer un entorno adecuado a los intereses y miedos de la Casa Blanca, de tal forma que las FA de la región queden condicionadas a las expectativas para contener el desarrollo de riesgos para la integridad territorial y patrimonial de Estados Unidos. Mientras tanto, para nuestras naciones, especialmente para México, se trata de una opción inmejorable para precisar que no será atacando las expresiones de lo que se consideran riesgos de seguridad, sino a las causas que los propician. A largo plazo se busca afectar y modificar la elaboración de la doctrina militar en la región. Mantener márgenes de autonomía en cuanto a la formación de las generaciones de militares latinoamericanos, significa garantizar una fuente importante de identidad nacional. Vaya paradoja.
Esto es, que la pobreza no puede ser considerada tema de seguridad nacional ni hemisférica porque en realidad son las condiciones de inequidad las que promueven la violencia ante la falta de oportunidades para los ciudadanos. Se atacan los efectos y no las causas. Finalmente, Ƒpor qué Conferencia "Hemisférica"? Pues sencillamente porque se trata del hemisferio, o al menos así se percibe, que corresponde geopolíticamente a Estados Unidos. [email protected]
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