México D.F. Sábado 4 de octubre de 2003
Enrique Calderón
Pemex y CFE, nacionalidad futura
Hechos a considerar:
1. Aun en las difíciles condiciones actuales de descapitalización, Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) son empresas que generan enormes excedentes financieros, de hecho no existe en México ninguna otra empresa que genere utilidades remotamente parecidas. Esta es la razón que las hace tan atractivas a los grandes capitales internacionales y motiva las presiones y declaraciones del FMI y del gobierno de Estados Unidos urgiéndonos a privatizarlas.
2. Las razones por las que ambas empresas tienen capacidad para generar riqueza son esencialmente dos: la demanda creciente de energía por parte de las naciones desarrolladas, especialmente Estados Unidos (caso concreto de los suministros de electricidad a California), y la existencia de yacimientos naturales de petróleo y gas, abundantes en nuestro territorio, así como de recursos hidrológicos para generar electricidad, los cuales constituyen y han constituido hasta ahora una parte fundamental del patrimonio de la nación.
3. El motivo fundamental de la descapitalización de ambas industrias (Pemex y CFE) radica en la sangría permanente que les ha venido aplicando el gobierno durante los pasados tres o cuatro sexenios en forma creciente, para subsanar en lo posible su déficit financiero, resultante de la falta de políticas fiscales adecuadas, así como de planes de desarrollo económico inteligentes, pero también de ineficiencias y corrupción. En resumen, a quien le hace falta, y mucha falta, el dinero es al gobierno, no tanto a Pemex ni a CFE.
4. Esta falta permanente de recursos financieros gubernamentales se ha agravado en los recientes cuatro años como consecuencia de las decisiones de los gobiernos de Zedillo y de Fox para facilitar la especulación de capitales extranjeros y subsidiar la banca por medio de lo que fue el Fobaproa y ahora es el IPAB, sin considerar que esa entrega de recursos representaría graves problemas para el país.
No obstante que las implicaciones de la decisión de convertir en deuda pública los pasivos de la banca eran previsibles, ambos gobiernos, representados por el PRI y el PAN en el Congreso, optaron por aprobarla. Hoy nuestros gobernantes no saben cómo salir del problema y lo único que se les ha ocurrido en estos tres años es la privatización de ambas empresas, tal como se los han recomendado los dirigentes del FMI.
5. Es muy probable que de realizarse estas privatizaciones a las que se les viene dando el nombre de "reformas estructurales", se generaría una situación pasajera de ligera mejoría para la población, por el ingreso de capital fresco al país y por los recursos que recibiría el gobierno federal en forma directa, tal como sucedió en Argentina durante el gobierno de Menen, con las privatizaciones de sus paraestatales. Los problemas vendrían después, pero correspondería a otros gobiernos resolverlos, el de Fox en cambio disfrutaría de tiempos felices, como sólo en foxilandia parecen ser posibles.
6. Para llegar al poder, Fox se hizo de amigos, de ellos hemos oído hablar, de algunos conocemos incluso su providad. No es difícil pensar que algunos soñaran con los excelentes negocios que podrían hacerse mediante la venta de Pemex y CFE; las propuestas entusiasmaron a Fox y dieron lugar a compromisos. La idea era buena, matar dos pájaros de un tiro: hacer felices a los amigos con buenos negocios y además contar con recursos frescos para gobernar y gobernar bien, o al menos para mantener la ilusión de bienestar por un tiempo.
7. Hoy es claro que el país y el gobierno en particular necesitan más dinero; sin embargo, el gobierno se niega a cobrar impuestos a quienes más recursos tienen (baste recordar por ejemplo la operación de compraventa de Banamex por Citibank, realizada sin pago alguno de impuestos que debían haberse ubicado cerca de los 20 mil millones de pesos) y prefiere obtenerlo con la venta del patrimonio nacional.
8. Las utilidades de las empresas son para sus dueños, y su nacionalidad coincide con la de éstos. Si la privatización propuesta por el Ejecutivo prospera, seguramente los pozos, los oleoductos, las plantas termoeléctricas de Pemex y CFE seguirán en México, no así sus headquarters, que se ubicarán en otro país, tal como hoy sucede con los centros de decisión de Scotiabank o de Citibank, a los que se canalizan las atractivas utilidades que el país necesita.
Todo esto nos lleva a plantear la necesidad urgente de desmantelar estos planes que sólo dejarán más pobreza y angustia en nuestro país.
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