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México D.F. Lunes 29 de septiembre de 2003
Se presenta mañana
Yo acuso, libro de poesía que convoca a no olvidar el 68
YANIRETH ISRADE
Yo acuso. Poesía perseguida política, de Leopoldo Ayala, cuyos versos testimoniales de rebelión y denuncia apelan a combatir el olvido tras 35 años de la masacre del 2 de octubre, se presenta mañana a las 17 horas en el patio central del Museo de la Ciudad de México, en un acto al que asistirán los compañeros de batalla del autor, como Raúl Alvarez Garín, Fausto Trejo, Alberto Híjar, Rosario Ibarra, Enrique Semo y Arturo Salcido, entre otros. Actuarán la actriz Tania Viramontes y los cantautores Ana de Alba, Los Nakos, Cayó Vicente y Gabino Palomares, así como los poetas Thelma Nava e Iván Leroy.
Son 150 los poemas reunidos en un volumen que parecía condenado a la "muerte pública", y que ahora edita el Instituto Politécnico Nacional (IPN), institución en la que el autor se desempeña como docente.
Poesía documental
Vivirás América, del que también Ayala es creador, se publicó 30 años antes en el sello Siglo XXI, cuando Arnaldo Orfila Reynal dirigía la editorial, pero tras la muerte de éste "la poesía de Leopoldo no vuelve a ser publicada en México durante tres décadas, sino en volantes, pasquines y revistas independientes", explica Iván Leroy, responsable de compilar Yo acuso.
Agrega Leroy: "La voz del poema en la poesía de Ayala relincha contra la forma. Tercamente se supedita a la consigna emergente, a la inmediatez de las movilizaciones y la pancarta, al dato que nutra las conciencias. Es poema documental cifrado en la denuncia, la exigencia, el Yo acuso repetido que señala a los culpables y se determina en el grito por justicia. Pero también es el escrito solidario, asamblea que convoca a estar en alerta máxima ante la condición humana internacional, los hechos que envilecen porque ante la miseria de uno, donde esté, todos estamos implicados en la injusticia".
El crítico Alberto Híjar ubica la poética de Leopoldo Ayala "al lado de Brecht compañero. Los dos suelen narrar un acontecimiento cualquiera, los dos sustentan en él la evidencia oculta de la épica popular, no sólo la del héroe aislado a la manera romántica; los dos consiguen con recursos de atracción poética, a la manera de Eisenstein en el cine, distanciar al sujeto del texto en sentido doble: para humanizarlo en medio de la terrible dialéctica entre la represión y la liberación y en el de dar lugar a la reflexión como urgencia de acción inmediata por el pueblo en la lucha".
Aquí una muestra:
Llevo conmigo la batalla de 629 jóvenes que habían cesado de resucitar./ Mis muñecas se doblan murientes en la trinchera de sus gestos.// Llevo conmigo los cuerpos infantiles rotos contra las baldosas/ y que ha regresado el viento./ La sangre de sus cuerpos rotos contra las baldosas,/ que el que sabe del sabor del crimen/ no ha podido hundir en la porosidad del asfalto.// Tlatelolco pisotea la frente y degüella la cabeza que estremecen los gritos.// Y yo acuso.
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