México D.F. Lunes 29 de septiembre de 2003
La Orquesta Filarmónica de Querétaro interpretó La masacre de Acteal
''El artista no puede desligarse de su tiempo''
ANGEL VARGAS ENVIADO
Queretaro, Qro., 28 de septiembre. El arte per se no existe en el imaginario del compositor mexicano Francisco Núñez Montes, quien sostiene que, como toda invención humana, se trata de un elemento con origen, sentido y vocación sociales.
"La música -por ejemplo- ha sido y es por excelencia un arte balsámico en todas las culturas. Es una de las pocas expresiones que tiene el ser humano para manifestar su espíritu. A través de ella, propiamente, habla la fuerza del espíritu", puntualiza en entrevista.
El también presidente del Centro de Creación Musical (Cencrem), con sede en esta ciudad, asume al arte sonoro como "un espejo de su tiempo y su espacio", así como una expresión en la que puede quedar descifrado y plasmado el misterio de la vida.
Más aún, lo considera además un instrumento propositivo para hacer patentes posiciones y planteamientos de origen social o político, como lo demuestra en una de sus creaciones más recientes, La masacre de Acteal, mediante la que recrimina los atropellos y barbaries cometidos contra los pueblos indios en México.
"No creo en el arte per se. En el caso de la música, es un espejo de su tiempo y su lugar, y los compositores no pueden ser ajenos ni desligarse de los problemas ni de las situaciones de su época, uno los lleva en la sangre y los plasma en lo que hace", indica.
"En el caso de esta pieza (La masacre de Acteal) hago explícitas mis posturas políticas y sociales ante los atropellos de los que han sido y son objeto nuestros pueblos, sobre todo la gente con menos recursos y más limitaciones. Es mi manera de protestar por ese hecho, pero también de aludir a la vida, que es lo más importante para mí, y reprobar todo lo que atente contra ella".
Estrenada apenas en junio pasado por la Orquesta Sinfónica de Guanajuato, en el contexto del décimo Festival del Ruido, que se realizó en la capital guanajuatense, esta obra fue uno de los atractivos del programa que se ofreció la noche de este jueves la Orquesta Filarmónica del Estado de Querétaro, como parte del cuarto Simposium Nacional del Cencrem.
La masacre de Acteal fue escrita por Núñez Montes a partir de un trabajo de transcripción de literatura y poesía maya realizado hace algunos años por el escritor y ensayista Carlos Montemayor, en el que se encontraron textos con poca o nula influencia occidental.
De los 100 cantos y textos que transcribió el literato, el compositor seleccionó una serie de rezos sacerdotales cuya estructura es poco convencional y muestran características muy especiales, entre ellas el uso reiterado de la microtonalidad dentro de un ámbito que podría ser casi pentáfono.
"El aspecto de la microtonalidad me llamó mucho la atención, porque hoy día, cuando se considera que una obra es muy moderna por valerse de tal característica, podemos ver que se trata de algo tan antiguo como el hombre mismo", señala.
"En verdad que el hombre nunca ha descubierto nada nuevo. El XX fue un siglo de altísimo primitivismo. Por ejemplo, en el caso de los pintores, Picasso recurre al arte africano, y Gauguin incluso se va a un lugar salvaje para hacer su obra. En el caso de la música vemos como, por ejemplo, Olivier Messian recurre a la música hindú y al canto de los pájaros, a la naturaleza, a fuentes que siempre han estado con nosotros".
El compositor subraya que en esta creación maneja de manera muy evidente diversos estados de ánimo, desde el misticismo inherente a la oración y el llanto y el lamento, hasta la irrupción violenta y el dolor y la tristeza
"En esta obra busqué esos momentos de misticismo que en todo individuo están siempre presentes cuando se pregunta de dónde vengo y qué ocurrirá cuando se apague la luz vital. Es una obra con alto sentido de religiosidad en cuanto al misticismo implícito en todo creyente de toda religión, por un lado, pero también posee alto sentido de salvajismo. Este estado de fuerte contraste es lo que logra la motivación. Y ese mundo de los contrastes es lo que quiero reflejar.''
En cuanto a estructura, La masacre de Acteal consta de cuatro partes, que alcanzan cerca de 10 minutos de duración y en las que prevalecen los instrumentos de aliento y percusión, siendo un clarinete el que hace las veces de la voz sacerdotal:
"La primera es una ofrenda; después una plegaria a manera de oración, que está representada por un canto sacerdotal, y luego viene la irrupción súbita, violenta y desmedida, donde los instrumentos de percusión hacen de las suyas; por último, viene el llanto y el lamento.''
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