México D.F. Martes 23 de septiembre de 2003
A 30 años de su muerte, lo recordarán con exposiciones y lecturas de sus poemas
El Nobel chileno Pablo Neruda creó una poesía que ''hace revivir los sueños de un continente''
REUTERS
Santiago, 22 de septiembre. Una vorágine de gritos, balas y sangre paralizó a Chile hace 30 años. Cuando despuntaba esa oscura primavera astral de 1973, marcada por el golpe militar, el luto golpeó también la puerta de la poesía, que entregó a su chileno predilecto, Pablo Neruda.
El recuerdo de esa época se ha hecho patente en estos días de doloroso aniversario, en que resurgió la figura del ex presidente Salvador Allende y las llamas del palacio de La Moneda. Este martes habrá otra cita con la memoria, esta vez en homenaje al humilde hijo de ferroviario que dio universalidad y un premio Nobel a las letras chilenas. Exposiciones, lanzamientos de nuevas colecciones y la lectura de sus poemas frente al mar resucitarán a Neruda entre sus compatriotas.
Orgullo de poeta eterno
''Neruda nos dejó la tarea mayor de leerlo, de reconocerlo, de redescubrirlo. Pareciera que a medida que pasa el tiempo su obra se vuelve aún más vigente, es parte de una palabra inoxidable", dijo José Weinstein, ministro de la Cultura.
Luego de que la violencia política se llevara a Allende y al cantautor Víctor Jara, Neruda terminó sus días enfermo de cáncer el 23 de septiembre de 1973, acompañado de su mujer, Matilde Urrutia, y rodeado por su infinita colección de caracolas y mascarones en su casa museo del balneario costero de Isla Negra.
En su armario esperaban los manuscritos de siete libros con los que deseaba celebra sus ya inalcanzables 70 años y dejar en claro que el Premio Nobel de Literatura obtenido en 1971 no había puesto punto final a su vuelo poético.
Aunque físicamente se había ido, sus versos trascendieron, cumpliendo al pie de la letra lo que él había ordenado una vez en su libro Extravagario, desde su orgullo de poeta eterno: ''No crean que voy a morirme, me pasa todo lo contrario, sucede que voy a vivirme, sucede que soy y que sigo".
Como embajador de Chile en Francia, en 1971, recibió la máxima noticia para un hombre de letras, al ser galardonado con el Nobel de Literatura, el mismo que su compatriota Gabriela Mistral había recibido 26 años antes.
La Academia Sueca atribuyó el galardón a ''una poesía que hace revivir los sueños de un continente". Pero la alegría duraría muy poco, pues al año siguiente volvería débil a Chile, augurando la tragedia personal y nacional que el golpe militar acarrearía.
''šLos están matando!", gritó afiebrado el poeta cuando, encerrado en su hogar, luchaba por su vida, mientras afuera sus camaradas izquierdistas caían, uno a uno, ante la asonada militar que encabezó el dictador Augusto Pinochet.
Soportó 12 días desde el derrocamiento de su amigo Salvador Allende hasta sentir el peso del cáncer y del fin.
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