México D.F. Lunes 22 de septiembre de 2003
MEXICO-EU: REACTIVAR LA AGENDA
El
11 de septiembre del año antepasado, junto con las Torres Gemelas
de Nueva York se colapsaron las relaciones bilaterales entre México
y Estados Unidos. Desde el momento en que Bush halló en la "guerra
contra el terrorismo" el sentido del que su gobierno carecía hasta
entonces, los asuntos de la vecindad con nuestro país pasaron a
la irrelevancia, a pesar de las promesas de fluidez y cordialidad que se
habían formulado hasta entonces en ambos gobiernos. A partir de
ese punto de viraje -que es, también, de los principales asuntos
mundiales- los nexos bilaterales no han hecho más que empeorar.
En los meses previos a su agresión militar contra
Irak, la Casa Blanca exigió adhesiones incondicionales a su delirante
y criminal política de rapiña; adhesiones entre las cuales
no se encontró, afortunadamente, la de nuestro país. El oportuno
y decoroso deslinde del presidente Vicente Fox de la injusta destrucción
de Irak por las tropas estadunidenses y británicas se tradujo en
mayor frialdad de Washington.
Pero las cosas no han ido más allá del enfriamiento.
Los agoreros, los pragmáticos y los inescrupulosos que habían
predicho consecuencias catastróficas para México por no respaldar
la vesania estadunidense en Irak se equivocaron de palmo a palmo.
Ayer la Secretaría de Relaciones Exteriores anunció
la realización de un encuentro no oficial entre los mandatarios
de ambos países, en el marco del viaje del mexicano a Nueva York,
donde participará en la asamblea general de Naciones Unidas. Es
evidente que esa reunión ofrece una buena oportunidad para relanzar
las negociaciones en temas que son de interés estratégico
para México, empezando por la necesidad de lograr un acuerdo migratorio
entre ambos gobiernos con el objetivo de mejorar las terribles condiciones
en las que millones de connacionales se ven obligados a viajar y a trabajar
en el país vecino. El flujo migratorio es, claramente, un asunto
que atañe a las dos naciones, a diferencia de las obsesiones de
Bush con los terroristas internacionales, las cuales ya ni siquiera encuentran
una aceptación inequívoca en la opinión pública
estadunidense y empiezan a revelarse como coartadas para negocios jugosos
y para un mañoso posicionamiento político de los republicanos
de cara a las elecciones del año entrante.
Por otra parte, la expectación por el encuentro
de Fox con su homólogo estadunidense no debiera eclipsar la importancia
de los otros encuentros que el titular del Ejecutivo tiene programados
con otros estadistas, funcionarios internacionales, ministros y empresarios.
La ocasión puede ser aprovechada también para recuperar el
terreno perdido en la diplomacia internacional durante el deplorable paso
de Jorge G. Castañeda por la Secretaría de Relaciones Exteriores.
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