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México D.F. Domingo 21 de septiembre de 2003
BAJO LA LUPA
Alfredo Jalife-Rahme
El Grassogate: la crisis metafísica de Wall Street
Nuevo escándalo en la Bolsa de Valores de Nueva York
El grado de codicia, obsceno, aun para EU
LAS AUTORREMUNERACIONES por casi 200 millones de dólares de Dick Grasso, director de la Bolsa de Valores de Nueva York obligado a renunciar, estremecieron a Wall Street, de por sí tan acostumbrado a cifras estratosféricas durante la fase frenética de la especulación bursátil de la delirante "nueva economía" del mago fallido Alan Greenspan. El horno no está para bollos y la opinión pública se encuentra sumamente sensible a los escándalos financieros, a un año de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, cuando se comienza a insinuar la nada descabellada candidatura de la senadora Hillary Clinton y del general Wesley Clark como su acompañante vicepresidencial.
LA ALTA VULNERABILIDAD de Baby Bush en las encuestas obliga a realizar cierto tipo de sacrificios para intentar recuperar -o limitar los daños, en su defecto- la credibilidad perdida de Wall Street. Algo ha de andar muy podrido en Dinamarca para que The Financial Times, el portavoz en la City del neoliberalismo global en picada, confiese que, más allá del Grassogate, el nuevo escándalo de Wall Street, el funcionamiento de la Bolsa de Valores de Nueva York (NYSE, por sus siglas en inglés) se encuentra en la picota.
WILLIAM DONALDSON, presidente de la comisión reguladora del mercado de valores (Securities Exchange Comission, SEC), admite que la autorremuneración exorbitante de Dick Grasso pone en tela de juicio a la estructura misma de la dirección de la bolsa neoyorquina. Un lector mexicano, después de haber vivido las truculencias macabras de Eduardo Fernández y Patricia Armendáriz (que en un país de leyes estarían tras las rejas), los equivalentes de Grasso, se asombraría por tanto escándalo sobre algo tan común en el mercado bursátil. Pero no hay que equivocarse: se trata de otra dimensión. La raquítica Bolsa Mexicana de Valores apenas si representa en capitalización de mercado algo así como 11 por ciento del PIB, mientras que la bolsa en Estados Unidos llegó a concentrar, en la fase del frenesí especulativo hasta marzo del año 2000, 180 por ciento de su PIB, es decir, 300 veces mayor que México en cuanto a la capitalización total de mercado bursátil se refiere.
LA NYSE, UNA entidad de carácter "no lucrativo", fue creada hace 211 años por 24 corredores y cuenta en la actualidad con mil 366 miembros, corredurías y establecimientos financieros. En 1934, la SEC le confirió a la propia bolsa neoyorquina la misión de vigilar las transacciones y el respeto a los principios de gobernabilidad de las sociedades que cotizan en el piso de remates (Le Monde, 16 de septiembre). Pese a la "evaporación de la riqueza" (wealth effect) de la capitalización total del mercado bursátil de Estados Unidos por 8 billones de dólares y su posterior reajuste artificial al alza en un promedio de 20 por ciento, debido al efecto económico de la guerra contra Irak, que cuajó la hilarante "recuperación sin empleos" del equipo Bush, como que suena excesivo que la NYSE se pueda autorregular con tales cifras miríficas que provocan la codicia hasta de un santo.
COMO QUE EL Grassogate representa el último clavo en el féretro de Wall Street, que había perdido su credibilidad con los escándalos mayúsculos del "síndrome Enron", cuando las páginas financieras en Estados Unidos se han convertido en una mera reseña de crímenes que no han sido castigados con dureza ejemplar y solamente se ha alcanzado a operadores insignificantes. Sigue siendo inimputable Kenneth Lay, el mafioso director de la gasera texana Enron, muy conectado al nepotismo dinástico de la familia Bush. Y las persecuciones del fiscal neoyorquino, Elliot Spitzer, parecen montajes teatrales para apaciguar los ánimos, más que para corregir las profundas fallas de un sistema financiero mafioso en sus entrañas y que han estado socavando las estructuras de Wall Street, que no se atreve a rehabilitarse ni a readaptarse a las nuevas finanzas del siglo XXI.
LOS ANALISTAS FINANCIEROS de The Washington Post (14 de septiembre) alegan que, detrás de la renuncia de Dick Grasso y la solicitud de despido de todo el consejo de administración de la NYSE, existe un "juego más profundo que se perfila", de restructuración financiera de Wall Street, que ha tomado como pretexto el Grassogate. Que el director de la SEC, William Donaldson, se haya visto directamente involucrado, "sugiere que se trata de un movimiento de reorganización" en la estructura financiera misma de Estados Unidos. Es muy probable, porque en fechas recientes, pese a toda la alharaca desreguladora, en los hechos se percibe un neto retorno a la "rerregulación". ƑSe estará pertrechando el equipo de Baby Bush en el sector financiero frente a los huracanes que vienen en la bolsa, quizá el próximo mes fatídico de octubre?
NO PASO DESAPERCIBIDA la advertencia estrujante de Kenneth Rogoff, el economista en jefe del FMI, desde Dubai, donde se celebra la reunión bianual de dicho organismo, sobre el probable colapso del dólar (The Guardian, 19 de septiembre), y John Crudele, un columnista financiero de The New York Post (18 de septiembre), asevera que existe una investigación penal de la NYSE, cuya catarsis revelará ciertos vínculos comprometedores que mantenía Grasso con algunos grupos narcoterroristas. En fuentes bien informadas del Medio Oriente se asevera lo mismo sobre las andanzas extrañas del venezolano naturalizado mexicano Andrés Rozental Gutman, quien presuntamente andaría empapado en transacciones similares y que al parecer guarda varios cadáveres en su clóset. ƑSerá?
JAMES NEEDHAM, ANTERIOR director de la bolsa neoyorquina y actual miembro de su consejo, declaró a Ap que "era tiempo de limpiar la casa", después de comparar el conflicto de intereses de la gasera texana Enron con las revelaciones en su seno. Sin necesidad de tanta "investigación penal", más de 1.5 billones de dólares provenientes del blanqueo del narcotráfico han de alcanzar de alguna manera el piso de remates de la NYSE. Los analistas de The Washington Post se saltan la barda y acusan a Grasso de ser el blanqueador de un grupo narcoterrorista. šCómo! Entonces, Ƒqué tanto habrá sucedido en el piso de remates de la Bolsa Mexicana de Valores en la etapa del tamaulipeco Gurría Treviño y de Oscar Espinosa, los operadores del neoliberalismo local, en su paso por Nacional Financiera? Lo real es que se comienza a usar el término de "enriquecimiento ilícito", que apunta a la probabilidad de que Grasso se encontrara en la nómina de los barones de la droga. Si The Washington Post, un periódico del establishment, arremete contra las presuntas prácticas blanqueadoras de Grasso, The New York Post y The New York Times se van a la yugular del sistema financiero, donde no existe una neta demarcación entre las inversiones y el papel autorregulatorio de la NYSE, cuyos miembros del consejo fueron seleccionados por el mismo Grasso. Así que era más que natural que los miembros votaran por las compensaciones del ex director, quien además de su salario por 1.5 millones de dólares al año se autorremuneró con 140 millones de dólares en bonos y compensaciones, que incluían 5 millones de gratificación por haber conseguido reanudar las operaciones bursátiles seis días después de los atentados del 11 de septiembre. En ese momento, The Financial Times, un periódico muy sectario conectado con los intereses corporativos de la globalización financiera, saludó en Grasso al "héroe (sic) de la empresa estadunidense". Pues sí; no se entendería la globalización financiera sin su concomitante blanqueo. Desde 1994 Grasso había sido presidente de la NYSE y bajo su reinado mil 500 nuevas empresas ingresaron a las cotizaciones para sumar un total de 2 mil 800. El malhadado ex director bursátil regresó 50 millones de dólares de sus autorremuneraciones para intentar calmar las tempestades, cuando la opinión pública reclamaba su renuncia y su castigo ejemplar. En realidad, la suerte de Grasso había sido echada a las fieras en el momento en que las grandes firmas, custodios de los fondos de pensiones, encabezadas por Calpers, la principal de todas, con sede en California, pidieron su renuncia en una carta pública. No faltan conocedores profundos quienes aducen que la NYSE se sostiene gracias a los magnos fondos de pensiones: ni más ni menos que un capitalismo parasitario que vive a expensas de los ahorros del retiro de los empleados, las primeras víctimas de los despidos, lo cual delata un insano desequilibrio de Wall Street, que sostiene la plutocracia en todo su esplendor. Falta mucho recorrido para democratizar a la NYSE, el alma de todo el sistema financiero de Estados Unidos.
PETER FLAHERTY, PRESIDENTE del Centro Nacional para la Justicia y la Política, fustigó que "el grado de codicia es obsceno, aun para los parámetros de Estados Unidos, y Dick Grasso fortaleció la idea de que el mercado estaba trucado en favor de las grandes empresas y en detrimento de los inversionistas medianos". ƑCuál es el beneficio de un Grasso, o sus émulos globales, para la sociedad? ƑSe trataba de un parásito más de la alta burocracia financiera muy costosa y codiciosa que "deja hacer y deja pasar", a la usanza del capitalismo eminentemente mafioso de Wall Street? Grasso fue obligado a renunciar por las hienas y los chacales de Wall Street y ha dejado una estela de azufre tras de sí en medio de un pleito interno por el control del consejo. La industria financiera controla 12 de los 27 asientos del consejo, lo que ha hecho que las grandes corredurías ostentaran el control de facto. Llama la atención que las corredurías financieras, atrapadas hasta el cuello con su contabilidad criminal, se hayan rebelado contra Grasso, que había permitido su lucrativa lubricación. Henry Paulson, director de la correduría Goldman Sachs, quien acaba de regresar del purgatorio legal, recomendó que los representantes de la firmas financieras no formen parte del consejo. No hay que olvidar que Goldman Sachs se benefició, gracias al gabinete financiero de Zedillo, con los Tesobonos mexicanos, donde ahora labora el israelí-argentino Martín Werner, quien firmó los fraudulentos pagarés del Fobaproa/IPAB. Además de haber resucitado los fantasmas de Enron y WorldCom, en realidad una práctica común de las 2 mil 800 empresas que cotizan en la NYSE, el hedor que arroja el Grassogate ha provocado que hasta las crapulosas firmas financieras como Merrill Lynch, Lehman Brothers y Morgan Stanley se distancien y en forma hipócrita reclamen las reformas necesarias de catarsis electorera. El inigualable John Crudele revela que la vasta mayoría de los corredores en el piso de remates de la NYSE emplean "técnicas ilegales" que son anteriores al mismo Grasso (The New York Post, 16 de septiembre).
GRAN PARTE DEL problema proviene de que en forma anómala el consejo de la NYSE es dominado por quienes son supuestamente regulados y donde no existe representación alguna de los inversionistas, los que por fin han puesto el grito en el cielo. Por encima de su responsabilidad comercial, la NYSE concentra una función regulatoria que es incompatible con su codicia intrínseca. El conflicto es de intereses, pero más que nada de índole metafísica: no se pueden poner los cielos al cuidado de los demonios, al riesgo de perder el alma. Cuando la fauna de tiburones, chacales y buitres es puesta al resguardo de los cielos es que algo anda muy podrido en Dinamarca.
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