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México D.F. Miércoles 3 de septiembre de 2003
El mapa, analizado en el libro Una visión
científica y artística de la ciudad de México
Liberan del encierro uno de los más bellos planos
de la capital virreinal
Moreno Toscano: inaugura nuevo modelo descriptivo, pues
la urbe se ve desde el cosmos
MONICA MATEOS-VEGA
Con el propósito de sacar del encierro y el olvido
uno de los mapas más hermosos que existen de la capital de la Nueva
España, el Centro de Estudios de Historia de México Condumex
editó el libro Una visión científica y artística
de la ciudad de México. El plano de la capital virreinal (1793-1807)
de Diego García Conde, en el cual reproduce el documento calificado
de "impresionante, grandioso, elocuente, atrevido", que "informa, sitúa,
orienta, sorprende", según explica la introducción.
El volumen -presentado la tarde del lunes en el Sanborns
de los Azulejos- contiene además ensayos de Alejandra Moreno Toscano,
Elías Trabulse y Guadalupe Jiménez Codinach, quienes analizan
desde el sentido histórico del plano hasta la evolución de
las técnicas científicas que permitieron su elaboración,
así como la labor de los tres autores del mapa: José Joaquín
Fabregat, Rafael Ximeno y Planes y Diego García Conde, egresados
de la Academia de San Carlos, de Valencia, España.
La calidad artística en la factura del plano hace
de este documento "la representación de 'una de las mejores ciudades
construidas por los europeos en ambos hemisferios'", que además,
"inaugura un nuevo modelo descriptivo de la urbe. Acepta la convención
cartográfica de colocar el norte en la parte superior de la hoja
de papel, y sitúa al observador en la posición hipotética
de ver la ciudad 'desde el cosmos'", explica Moreno Toscano en su ensayo.
"El plano de García Conde está pensado como
medio para facilitar acciones sobre la realidad y revela una concepción
de la información como instrumento político", agrega la investigadora.
El libro fue comentado por Ernesto de la
Peña, Angeles González Gamio y Vicente Quirarte, que parafrasearon
el ensayo de Elías Trabulse, quien apunta:
"El valor de este plano desborda asimismo el aspecto puramente
científico, ya que en su elaboración participaron dos de
los más distinguidos artistas del siglo XVIII: Rafael Ximeno y Planes,
quien lo dibujó, y José Joaquín Fabregat, quien lo
grabó. Fue Manuel López López quien tuvo a su cargo
la pesada tarea de estamparlo. El plano está grabado en cobre, con
una 'escala de 1000 varas castellanas' (1:36,000) y mide 207 por 153 centímetros.
Lo que resulta excepcional es que (hasta donde sabemos) sólo un
ejemplar conocido de este raro mapa haya sido iluminado a la acuarela.
Un dato adicional, no confirmado, señala que un indígena
llamado Santiago Nezahualpilli, quien era un excelente topógrafo,
ayudó a García Conde en el levantamiento del plano."
Moreno Toscano añade que en el plano de García
Conde está marcada la "'zanja cuadrada', especie de 'frontera' de
la ciudad que se trazó corrigiendo el curso de acequias y canales.
Las garitas o resguardos fiscales, unas veces construidos
de mampostería, otras meros puentes de madera
cerrados con palos toscos y mal acomodados, eran las 'puertas' por donde
ingresaban los productos que se comerciaban en la ciudad.
"Ahí se pagaba un impuesto al tráfico mercantil,
aunque no se vendieran los artículos. Por Vallejo y Peralvillo,
al norte, llegaban los productos mineros y el pulque; los desembarcaderos
de la Viga y Candelaria recibían legumbres de Xochimilco, panocha
de Morelos, semillas y géneros corrientes elaborados en los obrajes
de indios. Sobre el camino carretero, la garita de San Antonio Abad registraba
los géneros finos y la loza de Filipinas. A San Lázaro, al
oriente, llegaban los productos 'ultramarinos' de Castilla que descargaban
en la aduana de la plaza de Santo Domingo. Por el poniente, la garita de
Belén era la entrada de los madereros y del maíz de Toluca."
En su ensayo, Guadalupe Jiménez Codinach ofrece
la semblanza del grabados José Joaquín Fabregat, quien entonces
era director de la Academia de San Carlos de Nueva España, del pintor
Rafael Ximeno y del ingeniero Diego García, los cuales fueron, según
la investigadora, "los responsables de la difusión del buen gusto
y del patrocinio de la Ilustración y el neoclasicismo". La historiadora
destaca la capacidad como ingeniero de García Conde, quien se naturalizó
mexicano después de la Independencia.
La publicación de Una visión científica...
contó con el apoyo del grupo Carso, el cual considera que se trata
de "una obra de gran interés que nos ayudará a entender a
nuestra ciudad en los albores de la Independencia y, a través de
los siglos, a comprendernos a nosotros mismos."
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