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México D.F. Miércoles 3 de septiembre de 2003

Manifestación en Buenos Aires en demanda de anular esa legislación

Insiste Kirchner en que la Corte Suprema se pronuncie sobre las leyes de impunidad

En los países serios las decisiones no se demoran eternamente, dice el ministro de Justicia

STELLA CALLONI CORRESPONSAL

Buenos Aires, 2 de septiembre. El gobierno de Néstor Kirchner insistió hoy en que la Corte Su-prema se pronuncie sobre las leyes que permitieron la impunidad a los represores de la pasada dictadura militar (1976-1983) y el propio presidente dijo que espera que "los argentinos podamos enorgullecernos de haber recuperado la justicia".

Esta noche, miles de personas asistieron a un festival contra la impunidad en la Plaza Mayo, frente a la casa de gobierno, para reclamar que el máximo tribunal declare la inconstitucionalidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida.

ARG01-121742-pih"Juntos por la justicia. Logramos la nulidad (en el Congreso). Vamos por la inconstitucionalidad", fue el lema del encuentro, animado, entre otros, por Víctor Heredia, el uruguayo Daniel Viglietti, Teresa Parodi, Adriana Varela y Juan Carlos Baglietto.

Kirchner, de su lado, declaró en la provincia de Entre Ríos que el país "tiene que tener memoria y justicia. Con la nulidad de las leyes vamos a terminar de saber que pasó en ese capítulo negro de Argentina".

Aunque el juez Rodolfo Canicoba Corral decidió la liberación de la mayoría de los 40 represores detenidos a pedido de la justicia española, luego que el gobierno de José María Aznar se negó a pedir su extradición -otros permanecen presos por otras causas-, la Cámara Federal de Buenos Aires decidió, también la víspera, la reapertura de las me-gacausas contra la Escuela de Mecánica de la Armada, el mayor centro clandestino de detención de la dictadura, por donde pasaron 5 mil de los 30 mil desaparecidos, y contra el primer cuerpo del ejército, que controló va-rios centros clandestinos de detención.

Por su parte, el ministro de Justicia, Gustavo Beliz, advirtió que "en los países se-rios" los pronunciamientos de la justicia "no se demoran eternamente", en alusión a la Corte Suprema, que sigue sin pronunciarse, mientras que el ministro de Defensa, José Pampuro, solicitó a ese tribunal que se manifieste rápidamente sobre este tema.

El ministro manifestó su preocupación por la reacción de las fuerzas armadas en el caso de la reapertura de dos megacausas, porque esto implica poner la mano de la justicia a unos 600 o 700 militares. Estas quedaron interrumpidas entre 1986 y 1987 por sanción de las leyes de impunidad.

Asimismo, Pampuro analiza con jefes mi-litares qué medida se tomará por las declaraciones de ex militares de la dictadura justificando las torturas y desapariciones.

Este día le tocó el turno al general retirado Albano Eduardo Harguindeguy, ex ministro del Interior de la dictadura, quien consideró que los métodos de tortura y desaparición de personas -que al igual que sus colegas Reynaldo Bignone y Ramón Díaz Bessone atribuyó a las enseñanzas de los asesores franceses, aunque aclaró que el uso de la picana eléctrica ya se conocía aquí- fueron "un error político".

Las declaraciones fueron tomadas del do-cumental Escuadrones de la muerte: la es-cuela francesa, de la periodista de ese país Marie Monique Robin, publicadas por el diario argentino Página 12.

Lo que resulta curioso es que los militares apenas hacen referencia a su paso por la estadunidense Escuela de las Américas, que funcionaba en Panamá y fue semillero de dictadores latinoamericanos, o a las razones por las cuáles se implantaron las dictaduras en el Cono Sur.

Para Harguindeguy, las desapariciones son "una realidad y un error" que atribuye a la diferencia entre las "guerras coloniales francesas" y la represión dentro del propio territorio.

Y "todos eran sospechosos -dice-. La lucha en las ciudades es terriblemente difícil. Porque usted va caminando por la calle Florida y se cruza con alguien que le roza el saco. Es un guerrillero y usted no lo sabe. Por eso todo el mundo es sospechoso. Mu-chos son detenidos por las fuerzas legales y hasta que comprueben (su situación) sufren los efectos del desarrollo de la operación militar. Eso puede llevar a abusos".

Pero "lo más terrible" para Harguindeguy "es cómo se mimetiza la subversión en la población, lo cual hace muy difícil decir 'aquél es el enemigo, aquél es propia tropa'. Esa era otra diferencia con Argelia o Indochina, donde era incluso racial".

Por ello "es muy fácil que algunos miembros de las propias fuerzas cometan actos que no hacían al comienzo del desarrollo de la lucha contra la subversión". Pero no está arrepentido: "Si no cometiéramos errores seríamos dioses".

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