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México D.F. Viernes 22 de agosto de 2003

La ópera prima de Luis Alberto Restrepo se estrena hoy dentro del festival Ibercine

La primera noche, reflejo de la descomposición social en Colombia

El éxodo masivo de campesinos a las ciudades es resultado de la violencia, dice el director

Es una de las pocas cintas que se pudieron realizar en ese país; ''al año se hacen dos o tres''

JUAN JOSE OLIVARES

La imagen de una mujer campesina que acomoda unos periódicos en una calle de una urbe colombiana para acostar a su pequeño hijo fue lo que incitó al cineasta Luis Alberto Restrepo a filmar su opera prima La primera noche, una de las pocas películas que se pudieron realizar en ese país (se hacen dos o tres al año) y que refleja la descomposición social que ha provocado la guerra en los recientes años: el éxodo masivo de campesinos a las grandes ciudades.

La primera noche se estrena este día en México, en la Cineteca Nacional, durante el festival Ibercine, que recorrerá también salas de la UNAM, Cinemex y Lumière. De hecho, la cinta, que narra la historia de una pareja de campesinos que ha sido desplazada de su tierra (una zona selvática de Colombia afectada por la guerrilla, el narco, los paramilitares y militares) y lanzada a enfrentar las calles de una ciudad desconocida, enorme y despiadada, no se ha proyectado en salas comerciales de Colombia, pero ya recorrió varios festivales internacionales, entre los que destacan San Sebastián, Toulouse, Cartagena y Mar del Plata.

Convertir cifras en seres humanos

"Esa imagen de los campesinos desplazados se ve en todas las ciudades de Colombia, en los años recientes. Esa que me inspiró recogía la situación de abandono y de dolor que sienten las personas que llegan a una ciudad donde no conocen a nadie y tienen que sobrevivir sin ningún tipo de medio. En mi país ha habido una inundación de gente que ha sido desplazada del campo y que ha llegado a la urbe, esa imagen está todo el tiempo en el ojo de la gente, que en este país ha optado por no ver. Un poco lo que uno siente en Bogotá, en cualquier semáforo en esta ciudad, es que la gente te vende 20 cosas al mismo tiempo, y la mayoría son campesinos que han venido a la ciudad y eso es lo único que encuentran para sobrevivir; la gente lo único que hace es abrir la ventana del carro y arrojarles una monedita, cuando les da, que es la minoría, porque casi todo mundo pasa de largo y ni los mira", comenta en entrevista el realizador, con más de 15 años de carrera en la que ha realizado documentales, comerciales y televisión, porque en Colombia "sólo se hacen dos o tres cintas al año".

Para Restrepo "era importante obligar a la gente a sentir que estos tipos son seres humanos y no simplemente cifras como los dan los noticieros, porque lo de la violencia se ha vuelto una cuestión de cifras; cuando lees los diarios o ves los noticieros, realmente están dando cifras, por eso el cine tiene el poder de convertir esas cifras en seres humanos. En Colombia estamos todos golpeados por la violencia, nos hemos vuelto los creadores un poco monotemáticos. Hacemos muy pocas películas, y si ves las más recientes todas tratan el tema de la violencia y de la guerra, porque uno tiene que hablar de lo que está viviendo y conoce. El tema de la violencia es tan fuerte y tan presente en la cotidianidad de nosotros que se está tocando en todas las cintas, teatro, novelas y arte en general. Nos está desbordando a todos. El tema de la guerra ha tomado una dimensión en los recientes cuatro años que antes no tenía, aunque tenga muchas décadas".

La guerra colombiana

-¿Ese éxodo ha transformado a la sociedad colombiana?

-No hay ciudad de Colombia donde no te encuentres con eso, y hay ciudades pequeñas en las que su población ha aumentado en miles de habitantes más en tres o cuatro años. Esos aumentos alteran la vida de una sociedad. El éxodo es el resultado tangible de la guerra en Colombia, a excepción de hace unos meses, cuando pusieron una bomba en un club para hacer notar a la gente que la guerra está también en la ciudad, pero la guerra colombiana es una guerra del campo y la forma en que la gente de las ciudades va sintiendo esa guerra es básicamente por la llegada de todas estas personas.

-Aunque sea ficción, tu obra plantea la realidad de una sociedad. ¿Son dos horas de escape de la realidad o de reflexión?

-Es la primera vez que se toca el tema de la guerra actual. Intenté tocarla de manera muy naturalista, por así decirlo, pero no sé qué dirá el público, que a veces espera ver cosas que lo alejen de la realidad, no que lo acerquen, pero por otro lado la verdad es que el público de Colombia ha sido muy generoso con otras películas que han tocado esos temas, como por ejemplo La vendedora de rosas (de Víctor Gaviria), que fue muy exitosa, o La virgen de los sicarios (de Barbet Schroeder). A la gente a veces le gusta que le hablen de su propia realidad porque la ayudan a entenderla.

-¿Pudo haber sido un documental?

-Lo que quería contar era una historia a través de dos individuos. Para mí era más importante la cuestión humana que lo social, por eso, más que retratar una situación social, era tratar de contar cómo dos personas que se encuentran en situaciones tan extremas deciden hacer cosas tan sencillas como amarse, dos campesinos jóvenes y traumatizados por la situación del país; volver a esos personajes seres humanos.

"Me interesa hacer otro tipo de cine y planeo para el otro año realizar una historia sobre la paranoia en tono humorístico, una tragicomedia del absurdo en este país. No hay que encasillarse, aunque uno termina hablando de lo mismo."

La primera noche cuenta con las actuaciones de Carolina Llizarazo, John Alex Toro, Hernán Méndez; fotografía de Alberto Quiroga y Sergio García; música de Germán Arrieta y Sagarminaga.

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