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México D.F. Viernes 22 de agosto de 2003
Mónica Lavín publica Uno no
sabe, que reúne 12 relatos
El cuento, un mundo que debe revelarse lentamente
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
El cuento es un juego de escondidillas. Oculta más
de lo que dice y es ahí donde radica su vigor, afirma la escritora
Mónica Lavín quien acaba de publicar su nuevo libro Uno
no sabe (Plaza y Janés) en el que reúne 12 cuentos o,
si se prefiere, 12 mundos diferentes, 12 dilemas distintos, en igual número
de personajes.
Lo cotidiano, característico de la escritura de
Lavín (México, 1955) se entrelaza ahora con lo inusitado,
y esto responde a la intención de la narradora de tratar sus temas
de una nueva forma. Estos cuentos, señala en entrevista, "fueron
escritos en un lapso en el que como escritora me atrevo a más cosas.
Son un poco más sueltos, ya no estoy contenta con sólo estar
con personajes femeninos o en ciertas situaciones; trato de meterme en
mundos que ni siquiera han tenido que ver con mi vida.
"Estos
cuentos tienen como unidad mi deseo de explorar situaciones que no son
cotidianas. Los cuentos que he escrito en mi carrera tienen que ver con
la vida diaria, pero en Uno no sabe se manejan otras situaciones
como la de una madre que abandona a sus hijos y se va a Nueva York, una
chava que se mete a un barco, etcétera. No tienen que ver con la
'normalidad' sino con situaciones insospechadas. Fue como buscar el brillo
a lo de todos los días" y darle un nuevo giro.
Mónica Lavín reconoce cambios con respecto
de sus primeros cuentos, sobre todo en el atrevimiento de "meterme mucho
más en pellejos muy distintos al mío". Antes, los personajes
se parecían y estaban más cerca de ella. "Ahora quiero tener
distancia con ellos, meterme en mundos que no se parezcan al mío,
reírme de lo grotesco, y también un poco de la muerte, como
en 'El muerto ajeno', o del oficio de escribir, como en 'La falsa escritora'
que utiliza a los demás para escribir sus historias y los convence.
Todo escritor debe convencer a su lector de que el cuento es la vida, que
está vivo, que es real".
Escribir cuentos involucra una sensación de embriaguez,
añade la autora de La isla blanca y explica: "En el cuento
hay una sensación de embriaguez maravillosa, como decía Cortázar,
es la posesión de la alimaña, te posee el cuento, te atrapa,
acabas cansado porque debe tener este ritmo y tensión que tienes
que vivir mientras escribes para lograrlo. Hay una sensación de
satisfacción inmediata" que no ofrece la novela, género en
el que también ha transitado con títulos como La más
faulera, Tonada de un viejo amor y Cambio de vías.
Cómoda en el relato corto y la novela, Mónica
Lavín destaca la importancia de que existan lo que llama "lectores
fervorosos del cuento", ya sea en revistas, periódicos o libros.
"Creo que el cuento estaba destinado a ser una pieza solitaria y no parte
de un libro, estaba destinado a leerlo en un camión, en el periódico,
tal vez por eso no hay costumbre de leer un libro de cuentos. Pienso que
no hay que leer todo el libro de un tirón, sino leer uno y otro
día otro, cada uno es un mundo que debe revelarse lentamente después
de la lectura".
Escribir cuentos no es fácil, mucho menos encontrar
un nuevo aspecto narrativo que ofrezca cosas originales al lector, dado
lo complicado de romper con los cánones del género.
"Es difícil romper sus reglas, esta especie de
acuerdos de lo que debe de ser el cuento, que debe estar formado por un
planteamiento, un nudo y un desenlace, que es un solo asunto. Pero se tienen
que buscar nuevas formas para encontrar libertad. En este libro me siento
menos apretada dentro de este género, que es el de la no obviedad,
de la sugerencia.
"Algunos le llaman la doble historia. Eso lo descubre
uno después al leer cuentos. Hay analogías, características
del cuento pero no definiciones. En mi caso, defiendo que el cuento sí
tiene que contar algo y contarlo con la sutileza, la parquedad y la fuerza
en el tratamiento del lenguaje como para que sea absolutamente cautivador
e inolvidable. Leemos muchos cuentos, pero no nos acordamos de todos. Sin
embargo, hay algunos que te marcan, se quedan como grabados en la piel,
cicatrizan. El cuento debe hacer una herida en la sensibilidad y dejar
una cicatriz.''
(Guillermo Samperio, Miguel Angel Palou, Miriam Moscona,
Anamari Gomís y la autora presentarán Uno no sabe
el martes 26 a las 19:30 horas en el museo Casa del Risco, localizado en
Plaza de San Jacinto 15. San Angel).
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