México D.F. Jueves 14 de agosto de 2003
Ceremonia en Bellas Artes
La poesía desvanece la amenaza de lo efímero: Chumacero
ANGEL VARGAS
Escribir poesía no es arar en el mar, según Alí Chumacero: "porque la poesía confronta, libera y enriquece en un recinto superior nuestras posibilidades de existencia y también porque revela, descubre, colma de gracia el vacío. Es símbolo y al mismo tiempo crea una relación que establece vínculos singulares entre el hombre y el espacio que lo rodea.
''Como la estatua asentada en la quietud, la poesía desvanece la amenaza de lo efímero, el riesgo de la desaparición, pues lo cotidiano, lo contiguo, lo que se halla cerca de nosotros, a la mano, fluye a su través transformado en una nueva realidad existente".
Lo anterior es sólo parte del manifiesto personal y artístico que el poeta nayarita hizo explícito la noche del martes para rubricar la ceremonia en la que recibió la Medalla de Oro de Bellas Artes, que le fue conferida en reconocimiento a su prolongada y valiosa trayectoria dentro de la República de las letras mexicanas.
La sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes resultó insuficiente para lo numeroso de la concurrencia. Allí estaban reunidos muchos escritores y gente relacionada con la literatura, como Ricardo y José Luis Martínez, Andrés Henestrosa, Carlos Montemayor, Gonzalo Celorio y Consuelo Sáizar. Tal es la capacidad de convocatoria del octogenario autor que, a consideración de algunos colegas y críticos, ha hecho del amor, pero sobre todo de la desolación y la ruina la insignia de su obra.
Tras recibir la presea de manos del director del Instituto Nacional de Bellas Artes, Saúl Juárez, Chumacero, visiblemente emocionado, dirigió un breve discurso que bien puede ser considerado una especie de proclama, en la que puntualizó el ser y el deber ser de la poesía y el poeta.
Al término de su intervención, el creador fue ovacionado prolongadamente y, al mismo tiempo, saludado con decenas de pañuelos que revoloteaban en el aire, en una estampa muy taurina, como si el poeta y ensayista hubiera coronado de certero estoconazo en todo lo alto una faena de antología.
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