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México D.F. Miércoles 6 de agosto de 2003
Lamenta que pocas personas caminen; "están
sentadas en sus coches y ven cuadrado"
Las pinturas de Phil Kelly brindan la ocasión
de reconciliarse con el DF
Sus obras, afirma, tienen "la vulgaridad de la calle,
con su música y sus olores"
MERRY MAC MASTERS
Phil Kelly, pintor irlandés avecinado en México,
acostumbra caminar a diario de su casa en la colonia Verónica Anzures
a su taller en la plaza Melchor Ocampo, por lo que transita por un tramo
del Ci rcuito Interior. En ese trayecto, que hace en más o menos
media hora, le ocurre un proceso de ósmosis, afirma. Es decir, asimila
todo lo que ve, oye y huele, que cada día es diferente. Para Kelly,
parafraseando a Henry Miller, "ya es el accidente-incidente de la vida
cotidiana".
Algunas ocasiones le tocan acontecimientos singulares,
como la construcción de la Torre Mayor. Cada vez que pasaba Kelly
cerca de ella, la estructura crecía, hasta que se le ocurrió
que alguien debería documentar su evolución, como en su momento
se hizo con la Torre Eiffel y el edificio Empire State. Así, empezó
a fotografiarla. Aclara que no es fotógrafo y "en pleno Circuito
está difícil sentarse".
Esas tomas también le sirvieron de apuntes para
una serie de cuadros que son la base de la exposición La ciudad
y sus iconos, curada por Luis Carlos Emerich y Ximena Espejo, que se
exhibe hasta el 10 de agosto en el Museo de la Ciudad de México
(Pino Suárez 30, Centro Histórico).
Si el montaje de la muestra es "abrumadora" -quedó
en unos 80 cuadros después de eliminar muchos-, Ximena Espejo explica
que la idea de colgar las telas de vivo colorido, "arriba y abajo como
estudio de pintor del siglo XIX", también se debió a las
alturas de los techos del museo, a la vez que se contraponía al
"minimalismo curatorial que prevalece ahora".
La obra de Kelly es tan "barroca" como la misma ciudad,
o, como dice el expositor, "es el Museo de la Ciudad de México,
está en pleno centro, con el ambulantaje y todo esto. Lo mío
tiene la vulgaridad de la calle, con su música y sus olores".
Kelly anota: "Ya pocas personas caminan. La mayoría
está sentada en su coche todo el día y, por lo tanto, ven
cuadrado". Es el mismo formato reducido de la pantalla televisiva, de la
computadora, del parabrisas o de los anuncios, pero "nuestra manera de
ver las cosas es mucho más expansiva y vibrante".
Por ello, Kelly propone enseñar en las escuelas,
"en lugar de cosas obsoletas", la educación visual. "Hay que instruirles
a nuestros hijos que no es puro Rugrats o Cartoon Network, sino que hay
algo mucho más expansivo, más lleno." Retoma un pensamiento
expresado por José Emilio Pacheco, al reiterar que "la gente no
lee, no ve", cuando con la poesía "no necesitamos tanta frustración".
La muestra también cuenta con una sala que recrea
el taller caótico y desordenado de Kelly. Quienes lo han visitado,
verán que el resultado es bastante parecido. Allí se proyecta
un video del artista en su diario caminar hacia su estudio y luego su proceso
de trabajar. No podría faltar la música del jazz animando
todo.
Así, afirma Espejo, la obra de Phil Kelly es una
oportunidad de reconciliarse con la ciudad de México y entender
desde una calle llena de jacarandas o entre el tráfico en el Circuito
Interior.
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