México D.F. Domingo 27 de julio de 2003
Los gobiernos confunden
cantidad con calidad y buscan mantener la ignorancia, acusa
Masificación y medios de comunicación
son dañinos para el arte: Ljerko Spiller
El músico de origen croata acaba de cumplir 95
años con vitalidad y amor a la docencia
ANGEL VARGAS
La masificación, en términos cuantitativos
y no cualitativos, es uno de los grandes males que sufrieron la cultura
y el arte durante el siglo XX, porque mediante la práctica de esa
política los gobiernos encontraron un mecanismo para mantener en
la ignorancia a sus pueblos, sostiene el violinista y director orquestal
de origen croata Ljerko Spiller.
Otro de "los grandes problemas del arte -señala-
tiene que ver con el desarrollo de los medios de comunicación, porque
es algo que ha contribuido e incluso propiciado que se satanice a Dios
y se endiose al diablo".
A sus 95 años, cumplidos el pasado 22 de julio,
Spiller es uno de los músicos más longevos en el mundo. También
lo es en su faceta de docente, en cuyo ejercicio ha cobrado renombre y
fama mundial, convirtiéndose en un verdadero monumento viviente
en la materia, maestro de generaciones de brillantes instrumentistas reconocidos
en todo el orbe.
Sobra
decir que la historia musical del siglo XX es inherente a su existencia,
en la que ha sido amigo de Maurice Ravel, de quien asistió al estreno
de su archifamoso Bolero. También conoció e hizo estrenos
de renombrados compositores, como Igor Stravinsky, Manuel de Falla y Luciano
Berio.
En días pasados el músico croata -quien
radica en Argentina desde hace más de seis décadas- visitó
por vez primera México para participar como profesor distinguido
en el encuentro Instrumenta Verano 2003, efectuado en la ciudad de Puebla.
Fue con ese motivo que gentilmente aceptó una entrevista
con La Jornada antes de partir la noche este viernes rumbo a Frankfurt,
Alemania, donde ofrecerá un curso.
-¿Considera que en este naciente siglo XXI hay
mayor interés por el arte que, por ejemplo, durante la primera mitad
del siglo XX?
-Pienso que en eso hay una confusión y es la palabra
más. ¿Qué es lo más y qué lo menos?
La política se ha orientado hacia la cantidad y señala que
éste es su gran aporte a la cultura. Para mí, es una gran
aberración, porque muchos gobiernos y gente se apoderan de esa palabra
para hacer política y para mantener a las mayorías en la
ignorancia en lo que concierne a la cultura y el arte. Se busca confundir
cantidad con calidad. Por supuesto, aclaro, que estoy por la cantidad,
pero siempre y cuando sea con calidad.
"No considero que la popularización o masificación
sea el peor enemigo que el arte ha tenido en el siglo XX. Aunque, ciertamente,
tampoco ha sido su gran amigo. La masificación ha aumentado la ilusión
de mucha gente de que el arte es algo que en realidad no es.''
-¿Cómo entiende usted el concepto de arte?
-No es algo que pueda describir en dos palabras. Pero
diría que es la calificación de una cualidad estética
humana que no sólo es estética desde el punto de vista de
alguna propaganda o pretensión, algunas veces muy personal, sino
algo que tiene mucha relación con la naturaleza.
"La mayoría de las personas tienen el deseo de
hacer las cosas bien; sin embargo, una educación equivocada, o el
ambiente adverso, o la falta de defensa por ignorancia, provoca que el
buen corazón de esas personas se oscurezca con el tiempo. Por eso
es que se pierden muchos talentos.
"A lo largo de mi vida, he visto y sufrido barbaridades
terribles, por ejemplo, cuando tenía seis años comenzó
la Primera Guerra Mundial, pero gracias al arte no he perdido la esperanza,
que es quizá lo peor.''
-¿Cuál es la importancia de la educación
artística para la formación de la persona?
-Antes de dar ese gran paso hacia este tipo de educación,
pienso, es necesario tener la oportunidad y la disponibilidad de formarse
y enriquecerse siempre como ser humano. No creo que alguien que no sea
educado en el arte de ser persona pueda ser un artista que use el arte
para el bien de sus semejantes y el progreso humano. He conocido formidables
artistas desde el punto de vista del talento material de su capacidad,
pero que son personas muy mediocres y que por lo mismo no logran gozar
ni compartir plenamente lo que hacen. Esto significa que el don, el talento
y la capacidad no son suficientes para ser un gran artista. También
debe cultivarse el arte de convertirse en gran ser humano.
-Dado que casi tiene una centuria de edad, ¿cómo
observa y define lo que sucedió en el siglo XX en relación
con la música y su desarrollo?
-Para definir hay que ser el diablo o Dios. "Definir"
es una palabra final; no soy amigo de la definición, pero sí
lo soy de la evolución. Y todo lo que puede hacerse para evolucionar
correcta y conscientemente es para bien. No puedo entonces hablar en términos
absolutos en cuanto a la música. Aunque sí puedo decir que
el XX ha sido un siglo donde nada ha estado exento de la propaganda, incluido
por supuesto el arte. El desarrollo de los medios de comunicación
ha contribuido e incluso propiciado que se satanice a Dios y se endiose
al diablo. Ese es uno de los grandes problemas que enfrenta ahora el arte.
"A ello hay que sumarle un prejuicio cada vez más
creciente y extendido de que todo lo que es nuevo o desconocido provoca
rechazo, porque es algo que obliga a realizar un esfuerzo de análisis
e inteligencia. Por eso lo que prevalece es la simpatía automática
por lo conocido, y con base en ello es que gran parte de las personas lo
aprecian. Lo que es desconocido casi siempre se desprecia, para no quedar
menos. Porque si uno desconoce algo y acepta públicamente su ignorancia,
generalmente queda por estúpido y no por alguien sincero.
"Por eso sostengo que la verdad es sólo para los
fuertes. Si yo pongo una luz frente a la nariz de alguien, lo que seguramente
hará será cerrar los ojos para no ver. Eso es algo que hacemos
con mucho de lo que pasa en nuestra vida. Evitamos ver la verdad".
-¿Qué ha sido fundamental en su formación
como músico y enseñante?
-Uno de los momentos que cambiaron mi vida, en lo artístico,
fue cuando escuché cantar a una amiga de mi mamá, una gran
soprano, una pieza que yo había tocado antes en violín. Allí
me di cuenta que la música no sólo es limpieza, ni la aspiración
de la perfección técnica, es decir, toda la parte material
de una buena ejecución. Me percaté que por encima de eso
hay todavía un elemento supremo que distingue el arte de una ejecución:
la naturaleza y sensibilidad humana. La letra es muerta y hay que darle
vida. Pero por encima de ello, uno debe preocuparse por tocar no lo que
dicen las partituras, sino justamente aquello que no está escrito.
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