México D.F. Sábado 12 de julio de 2003
Influyeron en el rumbo del país, dijo
Rafael Loyola
Analizan paralelismos entre los asesinatos de Obregón
y Colosio
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
Los asesinatos de dos sonorenses, Alvaro Obregón
y Luis Donaldo Colosio, enmarcan -guardadas todas las proporciones- acontecimientos
que cambiaron de manera decisiva la historia del México contemporáneo.
La muerte de Obregón fue el punto de partida para la instauración
del orden social que viviría el país durante 70 años.
El deceso de Colosio marca y simboliza el proceso de descomposición,
ruptura y caída de aquel orden.
El
paralelismo entre ambos crímenes fue establecido por el historiador
y sociólogo Rafael Loyola Díaz la noche del miércoles,
durante la mesa inaugural del foro Villa y Obregón, otra vez
frente a frente, organizado por el Instituto Nacional de Estudios Históricos
de la Revolución Mexicana.
El asesinato de Obregón -expuso Loyola, director
del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología
Social- ''jugó un papel importante en la construcción de
ese orden social. En 1928 -año del crimen- todavía está
en proceso el ajuste y acomodo de las fichas del nuevo orden revolucionario".
Y no puede uno dejar de establecer la relación, con las proporciones
del caso, entre ambas muertes. Cada una tuvo un efecto importante.
En el caso del asesinato de Obregón, ''sin duda
fue el evento que permitió una mayor introducción en el proceso
de institucionalización de la vida política mexicana. Y si
bien Colosio no jugó ese papel, aunque muchos de sus fans
se lo quieran adjudicar, sin duda alguna también tuvo el efecto
de acelerar los procesos hacia la democratización y hacia la procuración
de un mayor estado de derecho".
Errores estratégicos del Centauro del Norte
Si Loyola abordó hechos que cambiaron la historia,
Friedrich Katz habló de omisiones y errores de Francisco Villa que
también fueron decisivos en la conformación del México
contemporáneo. Entre otros se refirió a la decisión
de Villa de no seguir y combatir a Venustiano Carranza en Veracruz, como
se lo aconsejaba Felipe Angeles. De haberlo hecho -según la explicación
de Katz- los carrancistas se habrían visto obligados a replegarse
hacia el istmo de Tehuantepec, lo cual representaba su liquidación
política y militar: ''Villa rehusó básicamente porque
tenía una perspectiva regional norteña. Para él, Veracruz
era algo extraño. Esta perspectiva se expresó muy claramente
años antes, en los albores de la Revolución, cuando aún
era aliado de Carranza y éste quiso nombrarlo subordinado de Alvaro
Obregón. Villa le respondió: '¿Subordinado de un extranjero
de Sonora? No'. Para Villa, México ante todo era Chihuahua, Durango,
La Laguna y Zacatecas. Ese era su terreno, su país, su gente".
De acuerdo con el biógrafo del Centauro del Norte,
pensar así fue el primero de varios errores estratégicos
que finalmente lo llevaron a la derrota de su causa y de su idea de lo
que debería ser la Revolución Mexicana.
Katz también destacó la audacia militar
de Villa, su calidad de excelente publirrelacionista, su disciplina y su
capacidad para recuperarse de la derrota: ''Era algo único en la
historia militar de México y de otras partes del mundo".
En esta primera mesa del foro Villa y Obregón,
otra vez frente a frente, también participaron el historiador
Ignacio Aldama con la ponencia Alvaro Obregón Salido: nuevos
datos y nuevas interpretaciones, y el general Luis Garfias, ex director
del archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional, quien hizo
un detallado análisis técnico militar de la batalla de Celaya,
en la que Obregón derrotó a Villa.
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