México D.F. Sábado 12 de julio de 2003
Marta Tawil
El regalo de Ariel Sharon
Una de las recientes cubetadas de agua fría que
el primer ministro palestino, Mahmoud Abbas -co-nocido también como
Abu Ma-zen-, recibió de Israel fue la re-ciente negativa
del gobierno de Ariel Sharon de excarcelar a la totalidad de los presos
palestinos. Tel Aviv acordó liberar sólo a 350, de un total
aproximado de 7 mil que mantiene en centros de detención, según
fuentes de la Cruz Roja Internacional. Más aún, Sharon informó
que será una comisión ministerial la que decidirá
cuáles palestinos serán puestos en libertad, con base en
una lista de nombres elaborada por el Shin Bet, y fijó condiciones
draconianas para efectuar la liberación que apenas un centenar de
ellos podrán cumplir, como las de no haber participado en actividades
de oposición contra la ocupación y no pertenecer a Hamas,
Jihad, el Tanzim y las Brigadas Al Aqsa, las principales organizaciones
involucradas en la resistencia armada.
De acuerdo con reportes de diversas ONG, como Btselem,
desde 1967 el gobierno de Israel ha detenido a cerca de 650 mil palestinos.
Estos suponen aproximadamente 20 por ciento del total de la población
palestina en los territorios ocupados.
Ahora
bien, buena parte de los 350 palestinos que deberán tornar a sus
hogares en las próximas semanas están bajo "detención
administrativa", esto es, sin proceso. La detención administrativa
es la aprehensión sin juicio, autorizada por una orden administrativa
y no por un decreto judicial. El derecho internacional impone restricciones
rígidas a su aplicación, que las autoridades israelíes
violan abiertamente.
Durante años Israel ha mantenido a los palestinos
en ese tipo de detención prolongada sin formular cargos en su contra.
Ni a los presos ni a sus abogados se les permite conocer la evidencia
de las acusaciones, por lo que no tienen la oportunidad de defenderse.
Se obstaculiza la visita de sus familiares, quienes en muchos casos desconocen
el paradero de los presos, ya que son llevados en custodia a centros de
detención secretos en Israel. Esto último viola la Cuarta
Convención de Ginebra de 1949, que prohíbe la transferencia
de detenidos fuera del territorio que se ocupa.
Los comandos militares israelíes están autorizados
para mantener a los presos pa-lestinos en esas condiciones durante seis
meses. Sin embargo, la autoridad militar puede extender la detención
por un periodo adicional de seis meses más, lo cual ha condenado
a muchos palestinos a permanecer diversos años en prisión,
con una situación jurídica indefinida y viviendo en condiciones
inhumanas (a comienzos de marzo de 2003 más de mil palestinos permanecían
en detención administrativa).
El gobierno israelí alega que es una medida de
seguridad necesaria, que se realiza sólo cuando las medidas legales
no logran el objetivo de garantizar su seguridad. En la práctica,
sin embargo, es claro que el uso que hace de ella borra la distinción
entre la detención preventiva y la pu-nitiva. Más aún,
la tortura -a la que las fuerzas militares y policiacas israelíes
prefieren denominar "presión física moderada"- es una práctica
común a la que se ven sometidos los presos palestinos. Esto viola
la Convención Internacional contra la Tortura e incluso la ley israelí
(Israel es el único país en el mundo que ha legislado el
uso de la tortura; sin embargo, en septiembre de 1999 la Corte Suprema
de ese país tipificó como ilegal el uso sistemático
de diversas técnicas de interrogación).
También los niños son arrestados bajo las
mismas circunstancias y torturados. En mayo de 2003 se reportaron 245 menores
de edad detenidos en instalaciones de las Fuerzas de Defensa Israelíes,
de los cuales 13 eran menores de 15 años y 232 tenían entre
16 y 18 años de edad. Según el informe anual de Amnistía
Internacional de 2000 sobre el año 1999, "confesiones ob-tenidas
mediante la tortura formaban con frecuencia la evidencia principal contra
los detenidos. En agosto el gobierno militar redujo la edad por la cual
los niños palestinos podían ser juzgados ante cortes militares
y sometidos a penas de prisión, de 14 a 12 años". Desde el
comienzo de la segunda intifada, de septiembre de 2001 hasta junio
de 2003 se diagnosticó un síndrome postraumático en
100 por ciento de los niños palestinos arrestados por las fuerzas
militares israelíes. La tortura de los menores incluye el maltrato
físico (en la forma de golpes u obligándolos a estar en posiciones
incómodas) o sicológico (amenazas, intimidación).
Así, Israel también vio-la la Convención sobre los
Derechos del Niño de Naciones Unidas.
El gobierno israelí presenta la liberación
de presos palestinos como si se tratara de un favor o un gesto de buena
voluntad. Respetar el derecho humanitario e internacional, sin embargo,
no es una concesión, es un deber. El alegato de Tel Aviv según
el cual la mayoría de los detenidos en sus cárceles tienen
un pasado "criminal" o "sospechoso" no es defendible en la medida en que
las acusaciones y detenciones no se basan en un proceso o juicio formal,
y sí en la violación de las normas internacionales y los
derechos humanos de una población que vive bajo ocupación.
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