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México D.F. Sábado 12 de julio de 2003

DESFILADERO

Jaime Avilés

Don Porfirio en el manicomio

Visión crítica sobre el padre de la psiquiatría mexicana

ARBOL GENEALOGICO. "Así como a lo largo del priato se dio el fenómeno de los caciques políticos -Gonzalo N. Santos en la huasteca potosina, Joaquín Hernández Galicia en el sindicato petrolero, Fidel Velázquez en la CTM, y tantos más- en el terreno de las especializaciones médicas surgieron grandes figuras que se encumbraron y consolidaron como cabezas de grupos de poder. Nombres como Ignacio Chávez, Salvador Zubirán, Gustavo Baz, Ramón de la Fuente o Guillermo Soberón, se han convertido en el equivalente de señores feudales. El caso del doctor Ramón de la Fuente me ha apasionado sobremanera, porque es una persona inteligente, trabajadora, astuta y con un estilo de gobernar la psiquiatría muy especial. Le confieso que soy un poco menos viejo que él, quien debe de estar por los 80 años. Sin embargo, desde que nuestras vidas se cruzaron, he seguido su carrera académica y política, primero con admiración y luego con asombro y un poco más adelante con decepción..."

Con estas palabras comienza la primera de una serie de tres largas cartas, enviadas a esta columna desde Estados Unidos por el doctor Marcelo Mass, un psiquiatra mexicano que, debido a la represión que el doctor De la Fuente ejerció en su contra, tuvo que huir al país del norte para seguir su carrera profesional. Atraído por las notas que este espacio ha publicado en fechas recientes sobre el tema de los manicomios de la Secretaría de Salud, y por las críticas aquí vertidas en contra de Guido Belsasso, el gurú de Vicente Fox en materia de salud mental, el doctor Mass inició su correspondencia comentando con suspicacia el hecho de que Desfiladero, hasta ahora, no hubiese mencionado nunca al doctor De la Fuente, a quien describe como "una figura central de la psiquiatría mexicana". Lo que sigue es una síntesis de su contribución (por motivos de espacio omito las comillas excepto donde sea indispensable). Corre e-mail...

El "maestro" De la Fuente -como él mismo se hace llamar- fue de las primeras personas en irse a estudiar a Estados Unidos en los años 40. A su regreso se encontró con un caos en la psiquiatría mexicana. Entonces los psiquiatras mexicanos que no eran tan afortunados para ir al extranjero vivían en La Castañeda, el manicomio de la ciudad de México, y conviviendo con los enfermos se hacían especialistas. De la Fuente vio que él podía ser el gran organizador del sistema y empezó a escalar. Primero se casó con la hija de uno de los psiquiatras más connotados, el doctor Samuel Ramírez Moreno.Ya con esa posición, fundó el curso de especialización en psiquiatría en la UNAM, del cual sigue siendo el único profesor titular después de casi 60 años. Luego ocupó la jefatura del servicio de Psiquiatría del Hospital Español, desde donde se proyectó creando instituciones como el Cemesam (Centro Mexicano de Salud Mental), que con el tiempo devino en el actual Instituto Nacional de Psiquiatría "Ramón de la Fuente".

En un tiempo, el maestro de la Fuente (no le gusta que le llamen doctor, porque contesta que sólo es doctor para sus pacientes), fue jefe de Psiquiatría del Hospital Español, director del Cemesam, jefe del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, amén de otros puestos como asesor de la Organización Mundial de la Salud y vicepresidente de la World Psychiatric Association. A lo largo de su carrera académica y política se fue rodeando de ex alumnos incondicionales, que tienen características bien definidas: leales, serviciales, sumisos y mediocres. En el mejor estilo de Fidel Velázquez, el maestro ha colocado a todos los presidentes de la Asociación Psiquiátrica Mexicana, que ha pasado a ser su brazo político. En esta estructura rígida y piramidal, todas las decisiones han estado supeditadas a su voluntad. Fruto de ello, por ejemplo, ha sido el bajo presupuesto a los hospitales psiquiátricos del país, como el Fray Bernardino Alvarez. Cuando los opositores del maestro se concentraron en ese lugar en los años 80, él trató de fundar ahí el Instituto Nacional de Psiquiatría, pero otros maestros como Agustín Caso y José Luis Patiño Rojas se lo impidieron. Para mi sorpresa perdió, relativamente digamos, porque al poco tiempo, gracias a sus buenas relaciones con los gobiernos del PRI, le cedieron unos terrenos en el antiguo camino a Xochimilco, en donde ahora está el Instituto Nacional de Psiquiatría.

¿Por qué tenía buenas relaciones el maestro con los gobernantes? Al parecer porque era el psiquiatra de la mayoría de ellos. La psiquiatría en México no se entiende sin la presencia del maestro De la Fuente. Por eso cuando usted quiere señalar al doctor Guido Belsasso como "culpable" del estado de la psiquiatría en México, habría que poner la historia en un contexto. Guido Belsasso es uno de los enemigos políticos declarados del maestro De la Fuente. Este lo exilió políticamente, gracias al secretario de la Presidencia de Díaz Ordaz, (Emilio) Martínez Manatou, quien era paciente del maestro y lo escogió para ser el director del Cemesam. Belsasso se fue a Estados Unidos y estuvo trabajando en una empresa camaronera (Ocean Garden) y ejerciendo su profesión.

Enfermos del cerebro


El doctor Belsasso tiene muchos defectos; uno de ellos es su megalomanía, ya que se las da de subsecretario de Salud, cuando en realidad es comisionado para la farmacodependencia, un puesto que no existía en la Ssa y que fue creado expreso para él por Marta Sahagún, con la intermediación de Sari Bermúdez, directora de Conaculta. Desde hace algunos meses hay movimiento intensos en el sector médico mexicano. Hay dos grupos muy fuertes que se disputan el poder. El grupo de (Guillermo) Soberón, en donde militan los De la Fuente, el padre y el hijo, Juan Ramón de la Fuente, rector de la UNAM, que se identifica con el pasado régimen. El otro grupo es el de Misael Uribe, que se identifica más con el actual secretario de Salud, Julio Frenk, y con el foxismo. ¿Cómo va la pelea?

Misael, coordinador de los institutos nacionales de Salud, le ganó la presidencia de la Academia de Medicina al candidato de los De la Fuente: Alejandro Cravioto Quintanar, ex director de la Facultad de Medicina de la UNAM. En el segundo round ganaron lo de Soberón, colocando al doctor José Narro en la Facultad de Medicina como director. En el tercer round, Misael situó al doctor Cano Valle en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, y al doctor Fernando Gabilondo en el de Nutrición.

¿Cuál es el perfil de las personas del grupo de Misael? Médicos neoliberales que trabajan en instituciones privadas. ¿Cuál es la batalla que sigue? El Instituto Nacional de Psiquiatría, que tiene que renovar su dirección, hoy en manos de un incondicional del maestro, el doctor Gerardo Heinze. Pero hay signos de que las baterías misaelistas pretenden acabar con la hegemonía de los De la Fuente. ¿Quiénes suenan como sucesores? Heinze puede estar cinco años más; Carlos Campillo, especie de hijo desobediente del maestro, también está moviéndose, y... Belsasso. Este último con cerca de 70 años quiere ese instituto por muchas razones: poder, venganza, retirarse con sueldo de director, narcisismo, etc. Por supuesto que el problema es más complejo, pero finalmente el enfermo mental, el pobre, el indígena, el que nació con un problema de retraso, el viejo con demencia no cuentan en esta lucha de pandillas en que están sumidas nuestra academia y la práctica médica.

Yo vivo en San Diego, California, soy uno de los exiliados del maestro, reconozco sus grandezas y sus limitaciones. Pero hoy, en mi vejez, creo que no supo llevar la psiquiatría al pueblo de México. Si comparo los servicios de psiquiatría de los gringos, deficientes y todo, veo que no hay estos caciquismos. Aquí se estimulan los programas de difusión sobre las alteraciones psiquiátricas. Organizan una semana completa para hablar de depresión, otra sobre adicción a sustancias, otra sobre retraso mental, otra sobre los derechos humanos de los enfermos cerebrales (porque son eso: individuos enfermos de una entidad concreta llamada cerebro y por tanto sujetos a rehabilitación y tratamiento, no "enfermos de la mente", o sea, "del alma", como aún los considera la dualidad cartesiana vigente en México).

Mientras los psiquiatras mexicanos no divulguen lo que saben sin esconderse en lenguajes oscuros, ni los pacientes ni otros médicos podrán enterarse de lo que sucede. La psiquiatría mundial está evolucionando por la identificación del genoma humano. ¿Están los psiquiatras mexicanos preparados para afrontar este reto? La respuesta es no. Han sido muchos años de estar bajo un cacique único que no ha permitido el crecimiento de nadie. El "maestro" De la Fuente, creador de la psiquiatría mexicana, paradójicamente la sumió en la mediocridad. Cualquier semejanza con Porfirio Díaz no es casual.

Hace 12 años, en Baja California, el doctor Manuel Alvear trató de implantar la especialización en psiquiatría en la universidad de su estado. No pudo porque no tenía el aval del maestro De la Fuente y no lo tendría nunca porque el maestro se ofendió con él ya que no le había avisado. Casos como este hay cientos, pero destaca el del doctor Salín, reconocido mundialmente como especialista en transtornos del dormir. Su pecado fue publicar un libro sobre sus clases en el Instituto Nacional de Psiquiatría sin pedirle permiso al maestro. Tuvo que exiliarse en Harvard, de donde se atrevió a regresar y ahora trabaja como jefe de Psiquiatría en el Instituto Nacional de Nutrición. Otro ejemplo es el del doctor Humberto Nicolini, quien tuvo la osadía de solicitar y obtener un donativo de Estados Unidos para investigación y lo manejó lejos de las garras del maestro. Los afectados por De la Fuente suman cientos, porque el maestro se parece a Fouché, el jefe de la policía durante la revolución francesa, que se definía como "un hombre para todas las estaciones y para todos los gobiernos".

Mantas contra el Modelo Hidalgo


Hasta aquí la contribución del doctor Marcelo Mass. Pero en el terreno concreto de la grilla, y como parte de su escalada contra el Modelo Hidalgo, única alternativa al esquema de salud mental creado por De la Fuente, sostenido por Julio Frenk y regenteado por Guido Belsasso, los residentes del hospital Samuel Ramírez Moreno, conocidos como los "pistoleros" de Belsasso, llevan diez días desplegando mantas en los muros de ese nosocomio para exigir la clausura de un taller de rehabilitación que el Modelo Hidalgo opera hace años en ese lugar.

Y es que la derrota del Modelo Hidalgo es un objetivo central para el grupo de Belsasso, que sigue adelante con el proyecto de imponer un Plan Maestro en Salud Mental, valuado en mil 500 millones de pesos, que no se propone sino perpetuar la estructura del manicomio tradicional como cárcel para "enfermos del alma" condenados a cadena perpetua. A la luz de las revelaciones hechas por el doctor Mass, parecería que Belsasso está empeñado en levantar este monumento en honor de sus bolsillos antes de irse, si lo logra, como director del Instituto Nacional de Psiquiatría.

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