México D.F. Miércoles 25 de junio de 2003
Robert Fisk
Los tipos buenos acaban lastimados
No pudo haber sido más predecible ni mejor planeado.
Los británicos eran al abdomen blando de la ocupación estadunidense,
los tipos buenos que no usaban cascos y que patrullaban en bicicleta las
calles de Basora. Nadie lastimaría a los británicos, con
su maquinaria amistosa de relaciones públicas y toda su experiencia
en Irlanda del Norte que, si lo pensamos un momento, tendría que
haber servido como advertencia del ataque de este martes.
Nosotros, los británicos, siempre hicimos una distinción
entre nosotros y ellos, y "ellos" eran los estadunidenses, pero nunca comprendimos
que en Bagdad los iraquíes no reconocerían tal diferencia.
Todos los mensajes de esa resistencia embrionaria, todas las declaraciones
de los ex miembros de Baaz y de los clérigos chiítas hablaban
de la "invasión angloestadunidense" o de "los ocupadores estadunidenses
y británicos". No era difícil adivinar cómo se iba
a diseñar la emboscada. Los estadunidenses ya están tomando
demasiadas precauciones, se encuentran rodeados por tanques y vehículos
blindados que protegen su palacio de ocupación de mármol.
Le disparan a quienes arrojan piedras con un desenfreno digno de las tropas
israelíes. Por tanto, ¿no será mejor apuntar al blanco
más fácil, que son sus aliados?
Por supuesto, hay reacciones de horror igualmente predecibles.
Fue un ataque "cobarde" y "despreciable", que es como hemos descrito miles
de emboscadas contra soldados británicos en Belfast y Armagh. De
hecho, de esta misma forma hablamos de los ataques que sufrieron las tropas
británicas en Aden, Chipre y Malaya* en 1920, y también en
Irlanda, Kenia y Palestina. Porque, independientemente de si se da cuenta
o no Tony Blair, nuevamente estamos jugando el juego de los ocupadores
colonialistas y ahora pagamos el precio.
Lo mismo ocurrió en 1917.
El general sir Stanley Maude proclamó que la invasión
realizada por las fuerzas armadas británicas iba a "liberar" al
pueblo de Irak, no a conquistarlo, pero en un plazo de tres años
sus tropas fueron baleadas y murieron de la misma forma cruel que los jóvenes
soldados británicos que fallecieron el martes. Cientos de ellos
yacen aún en el cementerio militar de North Gate, en Bagdad. En
una atroz ironía de la historia, este primer ataque contra los británicos
-el más grande que se ha perpetrado contra la fuerza de ocupación
desde la invasión de marzo pasado- ocurrió a sólo
unos kilómetros del lugar de la gran derrota británica de
la Primera Guerra Mundial en Kut Al Amara, donde un ejército inglés
completo, agotado por distintas enfermedades, se rindió ante los
turcos otomanos. El ejército, casi muerto, tuvo que marcharse hacia
Anatolia.
¿Cómo pueden hacernos esto si vinimos a
liberarlos? Este se convertirá en un tema inevitable en la secuela
de este ataque. Una guerra de guerrillas, como los británicos muy
bien lo saben, es una forma brutal de conflicto. No distingue entre los
ocupadores "buenos" y los "malos", ni entre los estadunidenses que disparan
contra inocentes y Tommy Atkins, con su suave boina y todos sus conocimientos.
¿No nos recuerda esto nuestro propio Domingo sangriento de
1972 y el hecho de que si se mata a inocentes sufriremos por ello?
También, por supuesto, el hecho nos lleva a dos
preguntas importantes. ¿No fueron enviados a Irak esos soldados
británicos a buscar armas de destrucción masiva? Y si dichas
armas no aparecen, ¿por qué tuvieron que morir esta noche?
* Actualmente, Malasia y Singapur. N. de la T.
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca
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