México D.F. Miércoles 25 de junio de 2003
Alejandro Nadal
El Fobaproa y la pobreza de Fox
Pobre Fox. Tiene mucho que explicar y poco de dónde agarrarse. Primero, debe explicar por qué no aprovecha la única oportunidad real que se ha abierto en meses para iniciar la renegociación del rescate bancario que culminó en la tragedia del Fobaproa. Segundo, tiene que explicar cómo disminuye la pobreza en una economía en pleno estancamiento. En los dos terrenos, Fox carece de elementos para presentar la cara de un presidente a la altura de los problemas.
Sobre el fraude del Fobaproa ya se sabe todo: el abuso de poder, la violación a la legislación federal, la corrupción en bancos, el papel nefasto de las agencias regulatorias (la Comisión Nacional Bancaria y de Valores a la cabeza) y el rompimiento del orden constitucional. Se ha dicho todo, pero se ha hecho poco para salir del atolladero.
El rescate bancario es la más pesada hipoteca sobre la política fiscal: sólo durante el primer trimestre de este año se pagaron 12 mil millones de pesos de intereses sobre pasivos del Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB). Y eso es sólo una parte de los intereses: el componente inflacionario no se liquida, sólo se acumula en las cuentas de los bancos. Por eso es importante el intento de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) por disminuir el costo del rescate, recomendando al IPAB una serie de auditorías sobre operaciones de cuatro bancos en el marco del artículo quinto transitorio de la ley del IPAB. Se abrió de pronto un nuevo ángulo del debate, con una posibilidad para redefinir el rescate bancario.
Desgraciadamente, el presidente Fox salió en defensa de los bancos interponiendo un recurso contra la ASF. En realidad, no es sorpresa: el candidato Fox prometió ante la convención de banqueros en Acapulco del año 2000 aplicar la ley del IPAB "hasta sus últimas consecuencias". Nadie imaginó el celo con el que Vicente Fox seguiría su promesa.
Más sutil es la maniobra de Guillermo Ortiz, quien anuncia que el Banco de México (BdeM) también ha demandado a esos bancos para que proporcionen información sobre la cartera que traspasaron al Fobaproa. Nadie ha visto la demanda, ni se sabe ante qué tribunal fue interpuesta, pero la declaración provoca varias preguntas. ƑCómo puede uno de los principales arquitectos del megafraude del Fobaproa demandar a los bancos beneficiados de esa operación? Nadie cree que el actual director del BdeM desee reducir los beneficios de los banqueros a los cuales ha servido incansable e incondicionalmente durante años. En realidad, sólo busca simular auditorías chatarra en lugar de acompañar y apoyar las auditorías sobre la gestión, la existencia y la legalidad (GEL) que la ASF y el IPAB están promoviendo.
Hay más: Ƒcuál es el interés jurídico del Banco de México en esta tragedia? Ninguno. En su declaración de banqueta, Ortiz dijo que la demanda se interpone porque el BdeM era fiduciario del Fobaproa. Alguien debiera recordarle que el fideicomiso ya se extinguió cuando entró en vigor la ley del IPAB. Así que, sólo que los muertos anden por ahí interponiendo demandas, el fiduciario de un fideicomiso que ya se extinguió no tiene personalidad jurídica en este caso. Regresamos al móvil: lo único que se busca es crear otra cortina de humo.
Mientras no se reabra el rescate bancario, la política fiscal del gobierno federal quedará para siempre hipotecada. Lo que quede para educación, salud, vivienda, infraestructura, desarrollo regional y proyectos industriales, y desarrollo agropecuario, serán migajas.
En medio del baile de máscaras, Fox anuncia cifras sobre la reducción de la pobreza en México. Las cifras son preliminares y hay dudas sobre la comparabilidad de las bases de datos. Pero más importante es la escasa credibilidad de la Presidencia: Ƒcómo se reduce la pobreza en pleno estancamiento?
Según el gobierno, la reducción se debe (entre otros factores) a la estabilidad y el crecimiento del sector agropecuario. Pero la palabra estabilidad sólo esconde la implosión de la economía mexicana: la ruina de las finanzas públicas, la petrolización de los ingresos fiscales, el tipo de cambio sobrevaluado y la alta tasa de interés real. Y aunque hay quien afirma que el sector agropecuario creció 8 por ciento en estos dos años, las cifras del INEGI revelan que apenas creció 1.4 por ciento.
Lo que sale empobrecido en este periodo es la imagen política del Presidente. Lo de la pobreza se puede ver como una vulgar maniobra electorera. Pero cuando Fox desperdicia la única oportunidad política real de trabajar con el Congreso para redefinir el rescate bancario está cometiendo el error más grave de su presidencia. Mal comienzo de la segunda mitad del sexenio.
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