México D.F. Viernes 20 de junio de 2003
Recibe el Premio de Poesía Iberoamericana
Ramón López Velarde, en Zacatecas
José Emilio Pacheco cultiva la escritura para
ordenar sus ideas
Por una ''generosa e inmerecida coincidencia'' también
fue premiado por la Fundación Octavio Paz Uno no escribe pensando
en que va a conseguir galardones, señala el poeta
ALFREDO VALADEZ RODRIGUEZ CORRESPONSAL
Zacatecas, Zac., 19 de junio. ''Yo escribo porque
no sé hablar, para poner en orden mis ideas'', expresa y se defiende
así de grabadoras y micrófonos abiertos José Emilio
Pacheco, Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López
Velarde 2003 y también, ''por una generosa e inmerecida coincidencia",
ganador del premio de poesía de la Fundación Octavio Paz.
En
la tierra del poeta jerezano, Pacheco se siente ''tranquilo, pero incómodo",
asegura, con la realización de homenajes que le hicieron a lo largo
del jueves el Instituto Zacatecano de la Cultura y la Universidad Autónoma
de Zacatecas, como preámbulo al galardón que recibirá
por la noche, en un acto en el que un poeta y colega suyo, Hugo Gutiérrez
Vega, se encargará de la presentación.
Tiene los ojos enrojecidos. El insomnio le ganó
al sueño, la noche del miércoles. Asegura que se siente abrumado
por el hecho de ser merecedor de un reconocimiento que supone inmerecido,
porque ''uno no escribe pensando que va a obtener premios".
''No dormí nada... no sé, he estado pensando
mucho, traigo muchas ideas en la cabeza". Luego de más de 45 años
de producción literaria y periodística, José Emilio
Pacheco evoca para los lectores de La Jornada un acierto profesional
anecdótico, de trascendencia popular que, se queja, no ha sido incluido
en su currículum: ''Yo identifiqué a El Santo (el enmascarado
de plata)". Y recuerda:
''Llegó un boxeador que había hecho carrera
en Estados Unidos, que se llamaba Black Guzmán y tenía mucho
éxito. Tenía un hermano que se llamaba Rudy Guzmán
y con el éxito de Black desaparece Rudy; en ese momento aparece
El Santo. Entonces veo las fotos -tengo mi álbum de luchadores-,
entonces fui con él y (en agradecimiento por la identificación),
me dio una máscara firmada que decía niño José
Emilio Pacheco."
Eso ocurrió en Mérida, Yucatán, cuando
el escritor era un infante y compartía con compañeros de
juego aquella ''revelación".
La anécdota causa gracia entre los compañeros
de José Emilio: el poeta Luis Cortés Baragalló, el
pintor Juan Manuel de la Rosa y el escritor Arturo Castrejón Salgado,
quienes acompañaron al homenajeado a montar una ofrenda floral en
el monumento erigido a La suave patria, de Ramón López
Velarde, hemiciclo hecho en cantera rosa por el desaparecido maestro costarricense
Francisco Zúñiga, en 1952.
Ceremonia en el Museo Manuel Felguérez
A la pregunta obligada sobre lo que representa para él
la obtención de esos dos importantes premios literarios, Pacheco
responde: ''Qué puedo decir; yo agradezco mucho, yo no lo esperaba,
uno no escribe pensando que va a tener premios y me da mucho gusto que
sea en el nombre de López Velarde, que sea de Zacatecas".
-¿Quedó superada la polémica con
motivo de la recepción casi simultánea de dos galardones?
-Eso fue totalmente involuntario, porque el premio López
Velarde fue resuelto en enero, y no sabía además del premio
Octavio Paz; la entrega de ambos es demasiado y (bromea) eso quiere decir
que nunca más en mi vida voy a recibir otro.
La noche de este jueves en el auditorio del Museo Manuel
Felguérez, José Emilio Pacheco recibe el Premio Iberoamericano
de Poesía Ramón López Velarde.
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