México D.F. Viernes 20 de junio de 2003
RUMBO AL 6 DE JULIO
Es condición para perfilar un candidato con posibilidades de triunfo en 2006
Ganar cien curules y consolidarse en el Congreso, meta inmediata del PRD
Será el mejor escenario para lograr su reforma interna, sostienen los grupos partidistas
RENATO DAVALOS
Después de una azarosa renovación de su dirigencia nacional el año pasado, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) aspira a ganar cien diputaciones federales. Una vez consolidada esa posición en el Congreso, aseguran los perredistas, tendrán un mejor escenario para negociar su urgente reforma política interna y perfilar una candidatura con posibilidades de triunfo para el 2006.
Si el 6 de julio próximo los perredistas no logran remontar el porcentaje histórico de 20 por ciento de su votación y el número de legisladores se estanca en unos 60, "el cambio interno será prácticamente imposible; se desatarían los demonios. Y si el debate sobre el curso de esas transformaciones en 2004 se prolonga más de tres o cuatro meses, ya perdimos", declaró un representante de uno de los grupos perredistas.
En dos años y medio, desde aquel 2 de julio de 2000, cuando el PRD perdió un millón de votos respecto de los comicios de 1997 -el referente más reciente de una elección federal intermedia-, el espectro de la ruptura apareció en varias ocasiones. Tras la anulación de los comicios internos de 1999, con un reflejo inmediato en las elecciones presidenciales de un año después, los perredistas emprendieron el camino de la renovación que culminó el 18 de marzo del año pasado, cuando se eligió a todos los cuadros directivos.
La complejidad burocrática de organizar en un sólo día ocho procesos electorales distintos culminó ese domingo de marzo con una jornada cuestionada, con decenas de denuncias de irregularidades de unos y otros, que finalmente derivó en la elección de Rosario Robles Berlanga en la presidencia nacional, con el apoyo de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y una alianza que tendió con los cívicos y los misoles. Reapareció entonces el fantasma de la anulación de esos comicios, pero se disipó después de varios días en los que asomó una posible ruptura.
Con Robles Berlanga al frente del PRD, por disposición estatutaria se acordó que su principal contendiente en las urnas, Jesús Ortega Martínez, cabeza de los chuchos, ocupara la secretaría general. Sin embargo, la negociación de este grupo con el que encabezaba Amalia García Medina -entonces presidenta saliente y cuestionada por sus "acercamientos" al gobierno foxista- derivó en la llegada al cargo de Raymundo Cárdenas, también amalio, quien semanas después declinó para regresar a su escaño en el Senado. Finalmente el cargo partidista quedó en manos de Carlos Navarrete, un chucho.
Los llamados liderazgos múltiples del perredismo, además de chuchos y amalios, se integran con el grupo rosarista; el de los redires (Red de Izquierda Revolucionaria), de José Antonio Rueda y Camilo Valenzuela; los misoles, de Héctor Sánchez y Saúl Vicente, y los cívicos, de Mario Saucedo; además de los bejaranos, de René Bejarano y Dolores Padierna en la capital. Ahora se suman los firmantes del desplegado del 5 de mayo -Marco Rascón, Salvador Nava y Julio Moguel-, que llaman a una convención nacional para el "rescate" del partido, que se ha convertido, acusan, en una organización "traficante de candidaturas".
El ambiente crispado poselectoral del año pasado impidió que en el Congreso Nacional, realizado dos meses después del 18 de marzo, se consumara la reforma interna que los perredistas esperaban, pero sí se integró una Comisión de Transparencia, encabezada por Samuel del Villar, que rindió un informe en el que dio cuenta de las irregularidades y sanciones derivadas de ese proceso.
La integración del resto del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) consolidó a los chuchos en la posesión de la estructura partidista, con casi la mitad de las carteras, que se reflejó un año después durante la integración de las listas de aspirantes a diputados federales. La directiva inclusive amplió el número de carteras para dar representatividad a todos los grupos.
A finales del año pasado empezaron las pláticas para definir la forma de selección de las candidaturas para los comicios del 6 de julio. Al final, Robles Berlanga no pudo revalidar la alianza con algunos grupos que la habían ayudado en el triunfo electoral interno. Prácticamente todas las corrientes internas emprendieron un sendero en solitario para promover a sus precandidatos
Robles propuso una nueva fórmula con el propósito de intentar salvar el "cuoteo" de corrientes a la hora de la selección y se "embargó" parte del proceso, pues un número importante de candidaturas fue asignado mediante las encuestas que realizaron varias empresas. Sin embargo, la ausencia de regulación en las precampañas de algunos aspirantes ensombreció esta fórmula, que terminó, en varios casos, ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. No obstante, se resistió la embestida a partir del acuerdo del CEN.
Ahora, las previsiones de los perredistas para este 6 de julio son hacerse de un centenar de curules en el Palacio Legislativo de San Lázaro.
Ante los cuestionamientos por la selección de candidatos y, en especial, por las encuestas y la decisión de postular a ex priístas, los representantes del grupo rosarista respondieron: "Los del desplegado reaccionaron en esa forma porque no les tocó nada en este proceso". En el partido existe unidad, pero también hay quienes piensan que funciona bien "perdiendo". No existe un "pragmatismo excesivo ni tampoco traiciones", porque 80 por ciento de las candidaturas respondieron a la izquierda social. Queremos un partido en el gobierno, no uno fundamentalista que recurra en forma persistente a las toma de edificios si una circunstancia no le es favorable, manifestaron.
Las cuotas, origen es destino
Los líderes de las corrientes perredistas se convierten en rehenes del grupo, en gestores. El partido nació y creció con cuotas. Nadie puede quedarse fuera de esta responsabilidad. Aceptamos que deben definirse nuevas reglas y una selección de candidatos con un método más corto para evitar las pugnas internas, agregaron.
Además, manifestaron que nadie, en la historia del partido, "ha quedado exento de los acuerdos cupulares, y las objeciones que se presentaron corresponden a una mínima proporción de todo el proceso de selección. El partido carece de una institucionalidad que haga contrapeso a las tribus. Ciertamente, a veces los vicios han hecho inviable el proyecto, pero el partido debe ser eficiente.
"ƑQué nos digan cuáles son los priístas buenos y cuáles los malos?, aunque hay principios que deben respetarse a la hora de estas selecciones, como el de no tener un pasado de corrupción o vínculos con el narco. ƑO es que acaso ser de izquierda implica ser siempre oposición?". En este punto, el partido vive una suerte de esquizofrenia, aseguraron los rosaristas.
Frente a la contienda para definir quién será el abanderado del PRD para la elección presidencial de 2006, los rosaristas consideran que primero tendrá que definirse el proyecto y después pensar en un nombre.
En este litigio interno por las candidaturas, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, ex candidato presidencial, decidió emprender un viaje a Estados Unidos para desahogar actividades académicas, que recién ha culminado, y hace varios días retornó a esta capital. Antes de marcharse se reunió con los principales líderes perredistas para refrendar la unidad interna. La ausencia de Cárdenas generó no pocas especulaciones dentro y fuera del PRD.
De nueva cuenta en México, Cárdenas Solórzano tiene previsto acompañar a los candidatos en los cierres de campaña en varias entidades del país y asistir al cierre nacional, programado para realizarse en la Plaza de la Constitución el próximo 29 de junio.
Los chuchos y la institucionalidad
Los chuchos, por su parte, consideraron que las corrientes deben tener un contrapeso y es necesario otorgar más relevancia a los órganos partidistas que a los grupos. A su juicio, en la discusión interna de 2004 habrá un choque de concepciones ideológicas.
Ese desencuentro, vaticinaron, será entre aquellos que quieren regresar al partido-movimiento y los que buscan la eficiencia, pues no debe olvidarse que el PRD ya gobierna a millones de mexicanos. En consecuencia, el partido debe establecer alianzas con muchos sectores -incluidos empresarios y clases medias-, si es que piensa en un triunfo en 2006. ƑRadicalizar o no el partido?, parece ser la disyuntiva, señalaron.
En la actualidad, las decisiones partidistas se toman a partir de una consulta en el CEN entre los liderazgos múltiples, y si no hay consenso se rompen los equilibrios internos, sostuvieron los chuchos.
Los amalios refirieron también que el PRD requiere de una "nueva institucionalidad" para superar el "cuoteo". Esta tribu tiene su propio conflicto interno. Amalia García busca la candidatura al gobierno de Zacatecas, una inquietud que comparte su correligionario Raymundo Cárdenas.
En las negociaciones iniciales para definir quién será el líder de la bancada perredista en San Lázaro, comenzaron pláticas entre amalios y chuchos, con la pretensión de que García Medina llegue a la coordinación y en diciembre emprenda la ruta rumbo al gobierno zacatecano para dejar el liderazgo en manos de René Arce. Otro candidato al cargo es Pablo Gómez Alvarez.
Los tres principales grupos apuntan que la negociación de la reforma interna y el camino sucesorio posterior dependerá de cómo quede posicionado el partido después del 6 de julio, aunque no soslayan los índices de popularidad que ha logrado Andrés Manuel López Obrador.
Los rosaristas establecieron que para 2006 se requiere de un partido sólido y que la institución debe abrirse a las alianzas. Existe acuerdo, a partir del planteamiento de cómo puede ganar la izquierda con una gran alianza sin bajar las banderas sociales, para discutir con diferentes agrupaciones y partidos. Tanto chuchos como amalios supeditaron el futuro del PRD, incluida la reforma interna, al resultado electoral del 6 de julio.
Ante estos escenarios, el perredismo aspira a ganar un centenar de diputaciones y, una vez consolidada su posición en el Congreso, tener márgenes de maniobra para negociar su reforma interna y perfilar un candidato con posibilidades de triunfo en los comicios de 2006.
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