México D.F. Sábado 14 de junio de 2003
Los quince deben callarse, pues han sido mudos ante abusos de Washington, señala
Castro exige a la Unión Europea dejar de aliarse con EU para hostigar a Cuba
GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL
La Habana, 13 de junio. La ofensiva política de Cuba contra los gobiernos de España, Italia y la Unión Europea (UE) se prolonga. Horas después de las megamarchas del jueves, el presidente Fidel Castro volvió a reclamar en un irritado discurso que el bloque comunitario deje de hostilizar a La Habana y de hacer causa común, también en este punto, con Estados Unidos.
Las manifestaciones frente a las embajadas española e italiana, que según los cálculos oficiales reunieron a más de un millón de personas, terminaron cerca de las 10:30 de la mañana del jueves. Por la noche Castro encabezó la clausura de un congreso cultural.
El mandatario caminó por la mañana con su tradicional uniforme de fatiga verde olivo. Por la noche, con un traje civil azul oscuro, habló durante unas tres horas, en parte sobre los temas de la reunión y extensamente sobre el diferendo con los europeos.
"El deber de Europa es callarse la boca, porque los mudos no pueden hablar, a no ser mediante el lenguaje de las señas", dijo Castro, que dejó la tribuna ya entrada la madrugada del viernes.
Así condensó una de las tesis centrales de su intervención: que la UE no puede lanzar acusaciones contra Cuba, mientras guarda silencio frente a la política estadunidense, de Afganistán a Irak, del Medio Oriente a los Balcanes, de las matanzas en el Africa subsahariana al respaldo al apartheid sudafricano, del desdén por Naciones Unidas y el Tribunal Penal Internacional a la hegemonía en la Organización del Tratado del Atlántico Norte, de la guerra contra los sandinistas al derrocamiento de Salvador Allende.
En los códigos del lenguaje político interno, la confrontación con los europeos indica un máximo nivel. La marcha del pueblo combatiente, como se llamó a las manifestaciones del jueves, son señales de agudo enfrentamiento, reservadas para la Sección de Intereses estadunidense.
Una movilización similar sólo se había registrado en 1980, frente a la embajada de Perú, en los días previos al éxodo masivo a Estados Unidos desde el puerto de Mariel, y en 2000, cuando la tensión se disparó con la República Checa, la nación de Europa oriental más beligerante con la isla.
Sainete diplomático
Mientras estaba en curso la tormenta política, esta semana se produjo un incidente que mostró uno de los extremos del caso. La embajada de Portugal celebró el martes 10 de junio su Día Nacional (muerte del poeta Luis de Camoes). Como cada año, convocó a una recepción diplomática para esa fecha.
Pero horas antes del ágape, numerosos invitados recibieron un aviso telefónico, anunciando la posposición del acto para el día siguiente, miércoles 11. La situación desacostumbrada y la expectativa sobre las relaciones Bruselas-La Habana, desataron entonces un intenso intercambio de llamadas, que descubrió el pastel.
Los portugueses decidieron a última hora hacer dos recepciones. Una "oficial", el martes, a la que acudieron el canciller Felipe Pérez Roque, el líder parlamentario Ricardo Alarcón, otros funcionarios cubanos y algunos embajadores especialmente escogidos.
Otro coctel, "disidente", se realizó el miércoles, sin representantes oficiales cubanos, con algunos embajadores y unos pocos activistas opositores, porque otros declinaron su presencia a última hora. El episodio no parece haber dejado satisfecho a nadie ni tiene visos de sentar precedente.
En el medio diplomático circulan al respecto dos consideraciones: una, que en la mayor parte del mundo lo más normal es que un embajador, incluso los cubanos, reciban en sus sedes a representantes de todos los sectores políticos y sociales del país en que trabajan; y otra, que a pesar de lo anterior, si la nación sede considera un gesto de ese tipo como una afrenta, por las causas que sean, un embajador no puede desafiarlo.
Un razonamiento paralelo ilustra el horizonte que aún tiene el conflicto. La UE decidió ("en frío, desde un escritorio en Bruselas", como dijo un diplomático estacionado en La Habana) poner por escrito y hacer pública su invitación a los opositores cubanos para que participen en las celebraciones nacionales de los Quince. Pero Cuba sostiene, también por escrito y en público, que el gobierno español está financiando a la disidencia, es decir, interviniendo activamente en asuntos internos de la isla.
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