.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
CineGuía
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada en tu PALM
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo Electrónico
Búsquedas

M U N D O
..

México D.F. Jueves 12 de junio de 2003

La devastación afgana abrió el camino a Washington

Rusia, sin liderazgo geopolítico mientras EU gana terreno en Asia central

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscu, 11 de junio. Lejos de alcanzar la proclamada meta de recuperar el liderazgo en su entorno geopolítico, Rusia corre el riesgo de que se desmoronen las endebles alianzas militares con sus vecinos ex soviéticos, mientras Estados Unidos expande su presencia de tropas y armamento al instalar bases en las repúblicas de Asia central y atrae a su órbita, sin escatimar recursos, también a los países del Cáucaso.

Son procesos paralelos que tienen su propia génesis y, al mismo tiempo, están vinculados de modo determinante, en la medida en que los avances de uno se convierten en retrocesos del otro.

Hasta finales de 1991, el actual espacio post soviético era territorio vedado para Estados Unidos, pero -a partir del colapso de la Unión Soviética- Washington empezó a sacar ventajas de la debilidad de Moscú en la disputa por las ingentes riquezas naturales de la extensa región que comprende del Caspio a Asia central.

La devastación de Afganistán, hace año y medio, abrió a Estados Unidos las puertas de los países colindantes y, una vez dentro, todo indica que no tiene ninguna intención de irse. Más bien, lo contrario, a juzgar por los millones de dólares -más de 900 el año pasado- que la administración de George W. Bush reparte entre los regímenes centroasiáticos ex soviéticos, reñidos con los valores democráticos de Occidente que ese dinero pretende inculcar, junto con reformas económicas que en realidad sólo facilitan la penetración de los grandes consorcios estadunidenses.

Rusia, aunque carece de millones de dólares para repartir, representa sin duda interés para algunos de los gobernantes autoritarios de la zona -ya no todos, como el turkmeno Saparmurad Niyazov-, al asumir el papel de eventual brazo armado de esos regímenes.

Se trata de un papel militar limitado en capacidad de despliegue de efectivos y de armamento, que no podrá cambiar de perfil mientras siga abierta la herida de Chechenia, la guerra particular de Rusia en el Cáucaso del Norte, pero suficiente para sofocar cualquier intento de rebelión interna contra los regímenes de Asia central.

Los líderes de estos países, sabedores de que su talante autoritario puede ser usado como pretexto por Estados Unidos para incluirlos en una versión ampliada del eje del mal y tumbarlos antes de que el mundo se entere, también buscan involucrar a Rusia en un supuesto juego de equilibrios regionales, a sabiendas de que ya no está en condiciones de ser un contrapeso militar efectivo.

Por eso, Rusia y los países de la zona, en lugar de fijarse como prioridad articular una auténtica alianza militar regional, circunscriben su cooperación en materia de seguridad a declaraciones en favor de combatir el "terrorismo internacional". Además, este discurso sirve al Kremlin como coartada perfecta, toda vez que insiste en poner un signo de igualdad entre el problema del separatismo checheno y los grupos islámicos que defienden la violencia irracional como argumento político.

Pero Rusia, que no sabe cómo terminar por la fuerza la guerra de Chechenia y rechaza negociar con los separatistas, lo cual sólo prolonga el derramamiento de sangre, es poco lo que puede aportar a la lucha contra el "terrorismo internacional".

Se llega a un extremo penoso. Sobre el papel, y basta con un ejemplo, Rusia se jacta de asumir el compromiso de participar en una Fuerza de Despliegue Rápido (FDR) contra el "terrorismo internacional" en Asia central por partida triple: como parte de la Comunidad de Estados Independientes, mediante la filial centroasiática de su Centro Antiterrorista; dentro de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva de la CEI, que suscribió con cinco de las repúblicas ex soviéticas; y, más recientemente, como parte de una estructura conjunta de la Organización de Cooperación de Shanghai, que incluye a los mismos integrantes y a China.

Las tres FDR con participación rusa, con diferente nombre, tienen la misma composición y sede en Bishkek, la capital de Kirguistán, país donde Estados Unidos -sin necesidad de hacer ruido, pero ya con 500 millones de dólares gastados en promover el desarrollo de la democracia kirguisa en los años recientes- acaba de conseguir que el presidente Askar Akayev acepte una nueva oferta económica para permitir una sustantiva ampliación de la base militar de Manas.

Una oferta similar se hizo a Islam Karimov, presidente de Uzbekistán, para ensanchar la presencia estadunidense en la base militar de Hanabad y se está negociando con Emomalí Rajmonov, presidente de Tadjikistán, para que autorice elevar a estatus de base propia el aeródromo militar que arrienda Estados Unidos desde la campaña contra Afganistán.

Mientras lo piensa Rajmonov, en teoría el aliado más fiel de Rusia en la zona, quien debe su permanencia en el poder a las tropas rusas estacionadas en la frontera con Afganistán, que a duras penas contienen las aspiraciones políticas de los dueños del negocio de la heroína de imponer al frente del Estado a un candidato suyo, el Kremlin anunció que también va a ampliar su presencia mililitar en Kirguistán y Tadjikistán.

En Kirguistán, los estrategas militares rusos pusieron el ojo en el aeródromo de Kante y, según trascendió, el presidente Akayev ya aceptó cedérselo a Rusia a cambio de lo único con que puede pagarle: armas convencionales a precio de regalo. El ejército ruso mantendrá en Kante un contingente de 500 militares y 20 aviones de combate, que además -formalmente- deben ponerse al servicio de cualquiera de las FDR con participación rusa en Asia central. En Tadjikistán, seguramente serán reubicados los soldados rusos que, abriendo un hueco para tapar otro, se decidió retirar de los Balcanes.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4445 y 4110
Email