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México D.F. Domingo 8 de junio de 2003
Maestro de escritores y periodistas, comenzó
hace nueve lustros con "La polvareda"
En pleno uso de su Rémington, Vicente Leñero
cumple 70 años
Cuento, novela, teatro, crónica, entrevista,
reportaje y memoria literaria, columna de su obra
Ha dicho que ya no escribirá sino guiones de
cine; sus lectores saben que no puede detenerse
CESAR GÜEMES
Hace 45 años Vicente Leñero Otero, que entonces
firmaba con sus dos apellidos, comenzó en la máquina Rémington
de su hermano Armando la que sería una prolija y amplia trayectoria
literaria.
De la época, recuerda: "Escribía cuentos
sin pensar, estoy diciendo: automáticamente, obsesivamente, frenéticamente;
vapuleando sin parar la Rémington desde la primera sangría
de tres golpes hasta el punto final en la cuartilla seis o en la cuartilla
nueve. Hasta ese instante, y a semejanza del corredor de los 400 metros
luego de cruzar la meta, me ponía a jalar aire, a respirar con toda
el ansia, a desinflarme finalmente sobre la silla agotado por el terrible
esfuerzo sostenido".
De entonces hasta este lunes, en que el maestro de escritores
y periodistas cumple 70 años, no se ha detenido. Cuento, novela,
teatro, crónica, entrevista, reportaje y libros de memoria literaria
han conformado una obra que en títulos rebasa con facilidad el medio
centenar.
El inicio, sin embargo, que tuvo lugar hace nueve lustros,
es significativo porque en él se encuentran la voluntad y el aplomo
con que Leñero ha combinado los hasta hace no mucho tiempo unidos
campos de la creación y el periodismo.
Génesis
En
1958, justo en la temporada de los cuentos equivalentes a una carrera de
las que hoy gana la velocista Ana Gabriela Guevara, el joven prosista se
encontró con una convocatoria de cuento propuesta por el Frente
de Estudiantes Universitarios de México.
Lo sedujo el jurado, afirma en Vivir del cuento,
compuesto por Juan José Arreola, Juan Rulfo, Guadalupe Dueñas,
Henrique González Casanova y Jesús Arellano.
"No acababa de leer la convocatoria al concurso cuando
ya estaba ante la Rémington-tanque escribiendo un cuento que también,
como digo, se me fue ocurriendo en el momento de escribirlo. Esa misma
tarde lo pasé en limpio de una sola sentada y lo titulé 'La
polvareda'. Era un cuento de ambiente rural, por calificarlo de algún
modo, que por supuesto copiaba al Rulfo admiradísimo, a quien descubrí
para mí dos años antes, cuando volaba a Madrid a comenzar
una beca en el Instituto de Cultura Hispánica."
Leñero comenzó con dos buenas nuevas su
trayectoria literaria: obtuvo el primero y segundo lugares en el certamen
al que envió "La polvareda" y otro cuento de título "¿Qué
me van a hacer, papá?", este último sobre la tan en boga
generación de juniors.
Lo primero que el escritor dio a conocer, "La polvareda",
comienza diciendo:
"-Lárgate. No quiero volver a verte... Lárgate,
lárgate, me das asco. Fuera de aquí.
"Cogí mi sarape y crucé la rayita de sombra
que se había pintado en la tierra. Todavía oí sus
gritos y me pareció que lloraba. Esteban salió corriendo
de la casa, pero yo no voltié. Se me puso delante. Sus ojos, como
dos frijoles negros, estaban fijos, enterrados en su cara de tepalcate."
Después pasaría a la novela, género
tan natural en Leñero como el teatro. Sobre aquellos textos iniciales,
dice: "Ahora, a veces, de pronto, un día, me siento a la máquina
para intentar escribir un cuento y las horas se me van frente a las teclas
sin lograr concluir la primera cuartilla. La extraigo de golpe castigando
el rodillo, la destruyo empuñando la mano con odio, la olvido para
siempre tirándola al cesto de basura. Ya no sé. Ya no puedo.
Ya olvidé cómo se escribe un cuento".
Los albañiles marcó formalmente el
inicio de su carrera novelística cuando obtuvo en 1963 el Premio
Biblioteca Breve, convocado por Seix Barral. Antes escribió La
voz adolorida, que se llamó en su primer borrador La torre
de Babel, luego El tren de la palabra y finalmente A fuerza
de palabras, que así arranca:
"-Tiene que entenderlo usted, porque es muy importante.
Eran como las cinco o las seis. Nos cayó el aguacero antes de que
cruzáramos la desviación a Cuautla. Yo había dicho,
poco antes, a Raúl: Mira, va a llover. Pero Raúl no respondió.
Casi no había hablado desde que nos subimos al auto sin decir una
sola palabra. No era necesario pronunciar palabras."
A Los albañiles siguieron varias novelas,
entre ellas Estudio Q, El garabato, Redil de ovejas, Los periodistas,
El evangelio de Lucas Gavilán y Asesinato, su más
célebre obra sin ficción. La más reciente, quizá
su única novela sin influencia del periodismo, La vida que se
va.
Es creador de obras de teatro como El juicio, La mudanza,
La visita del ángel y La noche de Hernán Cortés;
asimismo, de volúmenes que han contribuido a la formación
de al menos dos generaciones de periodistas, como Talacha periodística,
Lotería y Cajón de sastre, y de guiones y adaptaciones
para cine, entre los que se cuentan El callejón de los milagros
y El crimen del padre Amaro.
Este lunes Vicente Leñero cumple, en pleno uso
de su Rémington, 70 años de vida, y dice, nos ha dicho, insiste
siempre en decir, que no escribirá más, que de su máquina
no saldrán sino guiones de cine, su única pasión literaria
desde hace tiempo. Sumados a la celebración de su aniversario sus
lectores saben, lo han sabido e insisten siempre en que no es verdad, que
Leñero no puede detenerse. Y hasta ahora sus lectores no se han
equivocado, por fortuna.
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