México D.F. Domingo 8 de junio de 2003
Mil 500 pacifistas y líderes sindicales
lanzan la iniciativa en una reunión en Washington
Progresistas planean estrategias para impedir la relección
de Bush
"Fanáticos" guían la política fiscal
del presidente: Bob Borosage, organizador del encuentro
Los demócratas conservadores posibilitaron con
sus reformas el triunfo republicano, afirman
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 7 de junio. Activistas
progresistas, manifestantes contra la guerra y líderes sindicales
de todo el país se congregaron en un hotel céntrico en esta
capital esta semana para debatir y empezar a diseñar una campaña
política para reformar el Partido Demócrata e intentar expulsar
al presidente George W. Bush del poder en las elecciones federales de noviembre
de 2004.
"Bush
ha entregado su gobierno a los elementos reaccionarios más extremos
de su partido y adoptado un capitalismo de compinches descarado para recompensar
a los que dan dinero a ese partido", de-claró Bob Borosage, el codirector
de la Campaña por el Futuro de Estados Unidos (Campaign for America's
Future), organización anfitriona del evento de tres días
llamado Recuperando a América.
Borosage afirmó que en el go-bierno de Bush "fanáticos
que de-sean emplear recortes de impuestos para bloquear la capacidad de
acción (social) del gobierno son los que guían su política
fiscal. O como lo dice la página editorial conservadora del Financial
Ti-mes: 'los lunáticos están a cargo del manicomio'".
Pero irónicamente esta reunión tal vez le
debe algo de gratitud a Bush, por haber logrado unificar a la casi siempre
fracturada ala liberal del Partido Demócrata en tor-no a una agenda
por el cambio de régimen en Estados Unidos.
Entre las mil 500 personas que estuvieron presentes en
esta conferencia, la cual fue descrita como la reunión de líderes
progresistas más grande en 20 años, participaron el reverendo
Jesse Jackson, el secretario general de la central obrera AFL-CIO (con
13 millones de agremiados), John Sweeney; las principales organizaciones
fe-ministas del país y seis de los ocho precandidatos presidenciales
del Partido Demócrata.
Encauzar la ira estadunidense
También participaron líderes de grupos conformados
en oposición a la política bélica de Bush, como Mujeres
en Rosa, los organizadores del movimiento moveon.org, con 1.4 millones
de miembros -organización cibernética que ayudó a
convocar algunas de las manifestaciones masivas contra la guerra en Irak-,
activistas del movimiento contra los llamados "talleres del sudor" (maquiladoras)
y representantes del movimiento estudiantil.
"En los últimos comicios había mucha gente
que no pensaba que la elección presidencial era el enfoque más
importante -explicó Jeff Faux, economista progresista y activista-.
Creo que el presidente Bush ha enfurecido a esta gen-te y los ha obligado
a enfocarse sobre la próxima elección de una manera que no
hemos visto en mucho tiempo".
Pero el blanco real de los líderes y activistas
aquí no era Bush, sino el ala conservadora del Partido Demócrata
que ha dominado el liderazgo de esa organización po-lítica
nacional desde la elección del presidente Bill Clinton, en 1992,
sobre una plataforma política en gran medida conservadora.
Durante los últimos 13 años, es-tos conservadores
demócratas han argumentado que en un país políticamente
dividido como Estados Unidos la única manera de ganar una elección
nacional es atraer los votos "centristas" -o sea, jugar hacia el centro-
abandonando al-gunos de los temas liberales tradicionales del estado de
bienestar social con que se había identificado al Partido Demócrata.
Así, los demócratas bajo Clinton fueron
los que desmantelaron programas de bienestar social establecidos hace medio
siglo (welfare) y ahora han apoyado recortes de impuestos y el uso
de la acción militar, y han abandonado posiciones de defensa de
derechos de minorías, sindicalistas y otras bases electorales liberales.
Ninguno de los participantes reunidos aquí estaba
de acuerdo con ese juego hacia el centro, por lo menos en público.
"El fracaso más grande de los demócratas
fue no enfrentar la propuesta de la reducción de im-puestos para
los ricos", explicó el encuestador Stanley Greenberg.
"La consecuencia de eso fue que los demócratas
perdieron votos en favor de los republicanos en la elección de 2002
(legislativa), ya que la población en general decía que los
republicanos creen en algo y los demócratas no", agregó.
En su discurso ante los estrategas progresistas y liberales
aquí, Greenberg insistió en que sus en-cuestas indican que
una mayoría abrumadora prefiere dedicar fondos a la educación
y otros programas domésticos en lugar de recortar impuestos.
En decenas de encuestas realizadas durante los últimos
dos años, Greenberg (quien fue encuestador del presidente Clinton)
dijo que el público ha señalado su preferencia para un sistema
de salud me-jor, más gasto público sobre educación
y reglas más firmes para controlar el comportamiento de las grandes
empresas.
"Tenemos a la gente, tenemos el mensaje y tenemos las
bases", afirmó Greenberg a los asistentes.
La
sesión de estrategia se enfocó sobre los temas de salud,
política energética, desempleo y las próximas etapas
para el movimiento de paz.
A la vez, los líderes y activistas reunidos aquí
también provenían de una gama más amplia de lucha
social, incluyendo ambientalistas, vegetarianos, feministas, promotores
de la despenalización de drogas y varias otras causas.
Muchos de los delegados provenían del movimiento
sindical, y todos los presidentes nacionales de sindicatos hablaron de
la ur-gencia de derrotar a Bush en las próximas elecciones.
"Hemos visto una oleada de acciones antisindicales de
este go-bierno", acusó el presidente de AFL-CIO, John Sweeney.
Otro orador advirtió que Bush está buscando
privatizar gran parte del gobierno, y señaló que si el mandatario
republicano es relecto, "podrían desaparecer los empleados públicos,
no sólo los sindicatos de burócratas" para finales de un
segundo periodo.
Pero como reconoció implícitamente el propio
Sweeney, a pesar del poder impresionante que tienen los sindicatos en este
país -uno de cada cuatro votantes proviene de un hogar compuesto
de agremiados-, los republicanos tuvieron amplio apoyo en la última
elección.
La oportunidad real de un cambio, señalaron oradores
y participantes, se logrará sólo si los congregados logran
convencer a cientos de miles de personas que se expresaron contra la guerra,
y que los activistas y simpatizantes de diversas campañas y causas
en-tiendan que trabajar en una agenda común para derrotar a Bush
es la suprema prioridad política de aquí a finales del año
2004.
Pero el cambio de régimen en el superpoder no será
tan fácil como derrocar a Saddam Hussein.
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