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México D.F. Domingo 8 de junio de 2003
BAJO LA LUPA
Alfredo Jalife-Rahme
Confesión histórica de Wolfowitz y cinismo
histriónico de Bush/Blair
Funcionarios del Departamento de Estado y la Secretaría
del Tesoro quieren abandonar el barco
MIENTRAS LA MAQUINACION de las "armas de destrucción
masiva" en Irak -considerada uno de los mayores engaños a escala
masiva en la historia de la humanidad- ha causado estragos trasatlánticos
y tiene al primer ministro Blair al borde de la renuncia y al presidente
Bush al filo de la navaja de un juicio constitucional (FindLaw's Writ,
6 de junio), los principales operarios del Departamento de Estado y de
la Secretaría del Tesoro abandonan el barco antes de su hundimiento.
PETER FISHER, SUBSECRETARIO del Tesoro para las
Finanzas Domésticas (¿cuáles?), avisó al presidente
Bush que deseaba abandonar su cargo a finales de año (¿aguantará
seis meses más la burbuja financiera de Wall Street?). Incluso Fisher
retiró su candidatura a director de la Reserva Federal de Nueva
York (The Washington Post, 7 de junio). De por sí, aún
falta nombrar a un subsecretario para Política Económica
y Asuntos Públicos, que le importan un comino a Baby Bush,
más bien atareado en intentar salvar a la plutocracia de Wall Street
y a la petrocracia texana totalmente quebradas, por medio del monstruoso
"ofertismo fiscal", la nueva esclavitud fiscal tecnificada, es decir, el
subsidio obligado de los empleados y pobres en beneficio del parasitismo
confiscatorio de los bucaneros financieros (en México el modelo
fue ya experimentado por los instrumentos del cordobismo financiero: Zedillo-Gurría-Ortiz
y Levi Al-Gazy).
TAMBIEN
EL MUY capaz Richard Haass, director de "planeación de política",
abandona el Titanic bushiano, lo cual representa una señal ominosa
que deja en manos de los straussianos la política exterior de Estados
Unidos. La renuncia de Haass (quien preferiría el puesto de director
del influyente Consejo de Relaciones Exteriores, con sede en Nueva York)
es interpretada por el muy atinado Jim Lobe como un "descalabro para el
general Colin Powell" (Asia Times, 7 de junio). ¿Y qué
tal si los pocos sensatos que quedan en el equipo Bush prefieren abandonar
antes del hundimiento total, para dejar la responsabilidad exclusiva del
fracaso a los straussianos?
NUESTRAS FUENTES DE Washington, que están
resultando estupendas, nos confían que el vocero de Baby
Bush (una cosa es su "vocero" y otra su "ventrílocuo" que, por lo
visto, ya son tres: Cheney, Rumsfeld y Wolfowitz), el fanático lubavitcher
Ari Fleischer, fue literalmente despedido, como mensaje de presión
al general Ariel Sharon para que admita en forma transitoria la "hoja de
ruta" que tanto necesita para su relección el ex gobernador texano,
quien busca urgentemente su éxito perdido en todo el Medio Oriente,
y en particular en Irak, en la vorágine de la implosión donde
se empantanaron el ejército y la política exterior de Estados
Unidos para dejar como serendipia (hallazgo fortuito) el triunfo de la
teocracia chiíta de los ayatolas de Irán.
HASTA EL israelí-estadunidense Milton Friedman,
patriarca inamovible de la secta de los monetaristas, acaba de renegar
(ya no se sabe si son confesiones desgarradoras o confusiones mentales
debidas al fracaso de la globalización) del modelo que tanta devastación
provocó en el planeta (The Financial Times, 7 de junio).
COMO MUY BIEN señaló ayer en La
Jornada el israelí-estadunidense Immanuel Wallerstein -a mi
humilde juicio, uno de los óptimos y más lúcidos pensadores
del mundo-, cuando hasta The Financial Times, el vocero por antonomasia
del neoliberalismo global, rompe filas en el seno del modelo capitalista
anglosajón (como habíamos referido el miércoles pasado),
es que algo muy grave sucede adentro.
NO TIENE DESPERDICIO la histórica entrevista,
para la revista de corte liviano Vanity Fair -que se publica íntegramente
en la página web del Pentágono (9 de mayo)-, del polémico
subsecretario de Defensa, Paul Dundes Wolfowitz: jefe de fila, con Richard
Perle, de la autonombrada "Cábala" de la secta esotérica
de los straussianos.
AL INICIO DE la entrevista, Wolfowitz dedica un
buen tiempo a diferenciar el "borrador" con la oficial Guía de
política de defensa de 1992 (que en Bajo la Lupa hemos insistido
es mucho más importante que la creación, seis años
después, del Proyecto del Nuevo Siglo Estadunidense -PNAC, por sus
siglas en inglés-, que presiden William Bristol y Gary Schmitt:
una organización paralela que arropa a los ultrahalconazos
de segunda fila por fuera del gobierno, y que incomprensiblemente ha mareado
a algunos novatos en geoestrategia que súbitamente se han adentrado
al tema al cuarto para las 12). Wolfowitz puntualiza que el feroz "borrador"
(obviamente más feroz que el documento oficial edulcorado) fue filtrado
a The New York Times por alguien a quien "no le gustaba". Entre
ambos varía la forma, no la sustancia. Lo relevante es la definición
de la GUIA: "Estrategia de defensa en la posguerra fría",
que versa esencialmente sobre "el desplazamiento de una estrategia de estar
preparado para una guerra global, a enfocarse sobre dos conflictos regionales
posibles. Así como la disminución de tamaño del ejército
en 40 por ciento" (nota: que el RAM, "Revolución en Asuntos Militares",
y la mayor automatización, experimentaron en la invasión
a Irak). El straussiano Wolfowitz le pone fecha a "la amenaza de Irak a
la península arábiga": 2 de agosto de 1990, cuando Daddy
Bush realizó su discurso en Aspen, "día de la invasión
de Irak a Kuwait". Admite que hace 13 años fue "una idea revolucionaria".
Lo es aún ahora, porque la invasión de Estados Unidos a Irak,
fundada en putrefactas patrañas, sigue "revolucionando" en la cabeza
de los estrategas y la opinión pública mundial. Luego comenta
que la celebérrima GUIA fue publicada íntegramente en enero
de 1993 como Estrategia de defensa regional (cinco años antes
a la creación de la PNAC de ligas menores que nunca cita Wolfowitz).
AZUZADO POR SU ligero entrevistador Sam Tannenhaus
(un entrevistador ligero para una revista liviana, ambos a modo para un
peso superpesado), el straussiano Wolfowitz se autoalaba por la adopción
de los misiles intermedios en 1976, que resultó "no profético,
pero presciente" (sic: ¡tiene un ego bastante fuerte el chamacón!).
EN FORMA EXTRAÑA, no conoce a John Lewis
Gaddis, el académico que más sabe de la guerra fría
en Estados Unidos y quien refirió que la política de Clinton
se basó en gran medida en la GUIA de Wolfowitz. Entrevistado y entrevistador
fustigan conjuntamente el "sentimentalismo liberal" de Clinton quien, a
juicio del straussiano, actuó correctamente en Bosnia y Kosovo (¡claro!:
la plataforma de lanzamiento de tropas hacia el mar Caspio, la tercera
reserva mundial de petróleo), pero se equivocó en Somalia,
Haití y, en especial, en el acuerdo con Norcorea, que es "alucinatorio".
En relación con la "amenaza del uso de la fuerza" en Norcorea, Siria,
Irán e Irak comenta su postura: "la diplomacia, que son simplemente
palabras (sic), no genera resultados, al menos que uno trate con gente
que comparte básicamente sus valores y sus intereses". Pues sí:
con el eje de la paz (Francia-Alemania-Rusia-China-El Vaticano) chocaban
los intereses y los valores bursátiles. "No estoy en contra (de
la diplomacia); algunas veces ayuda a un mejor entendimiento". Viene toda
la quintaesencia de su sicología hobbesiana ("el hombre es el lobo
del hombre"): "si se desea tener influencia, su pieza es la amenaza del
uso de la fuerza, sobre lo cual se debe ser muy cuidadoso", de lo que se
desprende un axioma: no hay que amenazar si no se está bien preparado
a llevar adelante la amenaza ("la amenaza del uso de la fuerza es uno de
los instrumentos de la diplomacia"). Ya lo saben en carne propia Afganistán
e Irak, quienes han sido "cuidadosamente" disuadidos. Así que a
prepararse Siria, Irán y Norcorea...
SOBRE LOS SUCESOS posteriores al 11 de septiembre,
en forma increíble el entrevistador alaba al entrevistado: "su declaración
en ese entonces parece ahora notablemente presciente (otra vez: ¡ya
les gustó el adjetivo!) cuando usted dijo esto es una campaña",
cuando "Irak aparece en el radar". Se deduce el corolario de que el 11
de septiembre desembocó en Irak, lo cual debe quedar asentado para
los archivos de la posteridad.
EL STRAUSSIANO Wolfowitz asiente la flagrante complicidad
del entrevistador (luego se quejan de que periódicos de la talla
de The New York Times pierdan credibilidad): "la añeja aproximación
al terrorismo ya no era aceptable (...) un asunto delictivo más
que un problema de seguridad nacional(...) Para mí, el 11 de septiembre
significó que no podíamos convivir más con el terrorismo".
Terrorismo que el mismo Estados Unidos prohijó en parte durante
la guerra fría, específicamente con los antecesores
genéticos de Al Qaeda: los mujaidines de Afganistán cuando
Osama Bin Laden trabajaba para la CIA. Pero, ¿cómo sabía
Wolfowitz antes y dos días después del 11 de septiembre quiénes
eran los autores del operativo terrorista, para diseñar en
forma "presciente" una "campaña", en especial ahora que el director
de la FBI acaba de asustarnos de que siempre no fueron los que dijeron
que fueron? A esto, ¿por qué oculta Baby Bush los
recientes hallazgos comprometedores del Congreso sobre el 11 de septiembre?
AHORA TANNENHAUS LE pregunta sobre la conexión
straussiana y viene la interesante respuesta de Wolfowitz: "es producto
de las mentes febriles que son incapaces de entender que el 11 de septiembre
cambió muchas cosas y cambió la manera en que debemos aproximarnos
al mundo. Puesto que rehúsan confrontarlo, buscaron algún
género de teoría de la conspiración para explicarlo".
¡Yeah, yeah! ¿Por qué no explican antes qué
pasó el 11 de septiembre, para luego aceptar su nuevo abordaje geoestratégico?
¿Qué nos garantiza que los straussianos no engañan
con la humareda del 11 de septiembre como se han cansado en mentir sobre
los fraudes de Wall Street y el "síndrome Enron", y ahora con las
"armas de destrucción masiva" de Irak, que no aparecen, y que finalmente
todo fue un montaje hollywoodense?
WOLFOWITZ INTENTA CURARSE en salud: "tomé
dos cursos maravillosos (sic) con Leo Strauss para graduarme. Uno fue sobre
El espíritu de las leyes, de Montesquieu, que me ayudó
a entender mejor la Constitución (¡supersic!). Y otro fue
sobre las leyes de Platón -que por lo visto no entendió,
porque en las leyes del ateniense se subraya por encima de todo a la armonía,
mientras los straussianos favorecen el caos-. La idea de que esto tenga
algo que ver con la política externa de Estados Unidos es risible".
¿Y por qué repudia, entonces, la ley natural del orden de
las cosas, ya no se diga la ley internacional, para aplicar en forma unilateral
la "guerra preventiva y perpetua"?
NOS DETENEMOS EN el 70 por ciento de la histórica
entrevista cuando queda lo mejor, para seguir en otra ocasión con
las caracterizaciones tanto de Allen (sic) Bloom, el primer epígono
de Leo Strauss, como de Albert Wolhstetter, que hace el straussiano Wolfowitz,
quien esta semana confesó que la guerra se debió a que "Irak
estaba inundado en petróleo", lo que ha ridiculizado a los dos cínicos
histriónicos trasatlánticos Baby Bush y Tony Blair.
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