México D.F. Domingo 8 de junio de 2003
Testimonios de ex integrantes del grupo desmienten
declaraciones de funcionarios
Luis de la Barreda tuvo pruebas de la actuación
de los halcones el 10 de junio
Había desde luchadores profesionales hasta militares
retirados en el cuerpo paramilitar
GUSTAVO CASTILLO GARCIA/I
Siete meses después de ocurrida la represión
del 10 de junio de 1971, el capitán Luis de la Barreda Moreno, entonces
titular de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) -la más
temida de las policías políticas del país-, tuvo en
sus manos pruebas que incriminaban al coronel Manuel Díaz Escobar
en el llamado Jueves de Corpus, y también cómo estaba
financiado, organizado y dividido el grupo que por nombre genérico
se ha conocido históricamente como los halcones.
Los asaltos a un retén militar en Tecamachalco
y a una sucursal del Banco de Comercio, que se localizaba en la avenida
Cuitláhuac, entre julio de 1971 y enero de 1972, fueron el inicio
de una investigación que culminó con la detención
de cinco personas, todas ellas ex militares, todos ellos ex halcones.
Los que supuestamente fungieron como barrenderos, sepultureros
y guardabosques en el Departamento del Distrito Federal (DDF), durante
las administraciones de Alfonso Corona del Rosal y Alfonso Martínez
Domínguez, fueron despedidos con liquidaciones de entre 5 y 10 mil
pesos, luego del 10 de junio de 1971.
Los testimonios
Algunos, luchadores profesionales, continuaron con su
carrera deportiva. Otros, fueron enviados como instructores de karate a
las instalaciones deportivas del DDF para adiestrar a jóvenes.
Otros
más se contrataron como guardias de instalaciones gubernamentales,
o bien, como los casos de Sergio San Martín Arrieta, Rafael Reyes
Delgado, Candelario Madera Paz, Efraín Ponces Sibaja y Víctor
Manuel Flores Reyes, se convirtieron en delincuentes.
Según las declaraciones rendidas el 6 de enero
de 1972, y de las cuales se rindió un informe al capitán
Luis de la Barreda, San Martín Arrieta, Paz Madera, Ponces Sibaja,
Reyes Delgado y Flores Reyes aceptaron que antes de haber sido halcones
eran militares dados de baja.
Dos de ellos habían pertenecido a la brigada de
fusileros paracaidistas, otros más se habían dado de alta
en distintas zonas del Ejército mexicano, pero finalmente tras abandonar
las filas castrenses, fueron contratados por el coronel Manuel Díaz
Escobar para formar parte de los los halcones, el grupo que con
varas de kendo, varillas, metralletas, pistolas y chacos, entre otras armas,
reprimieron la manifestación que el 10 de junio se llevaría
a cabo del Casco de Santo Tomás (instalaciones del Instituto Politécnico
Nacional) al Monumento a la Revolución, y que concluyó, oficialmente,
con un saldo de más de 100 lesionados y al menos 15 muertos.
Pero los halcones estaban integrados, además,
por ex militares y por elementos en activo, como fue el caso del mayor
Luis López Mercado.
El Maestro, como le decían al coronel Manuel
Díaz Escobar, declararon los indiciados, era el comandante del grupo
paramilitar en el cual todos tenían un alias.
Los halcones, aseguró Paz Madera, estaban
integrados hasta antes de 1971 por alrededor de 700 elementos, pero para
ese año ya lo conformaban más de mil. El grupo estaba divido
como en el Ejército, en secciones. La primera se denominaba Los
Charros, la segunda Los Halcones, la tercera eran Los Acuarios
y la cuarta Pancho Villa.
Cada uno de los grupos estaba entrenado por diez personas,
la mayoría de ellas militares en activo pero con licencia para desempeñar
sus funciones en el DDF.
En sus declaraciones, los cinco ex halcones aceptaron
haber participado en la represión del 10 de junio, inclusive otro
detenido, Leopoldo Muñoz Rojas, hizo mención a que "el grupo
existe desde 1968 y fue creado por órdenes del general y licenciado
Alfonso Corona del Rosal, regente de la ciudad de México".
Los ex halcones fueron detenidos en posesión
de 15 uniformes del Ejército, cuatro pistolas y 12 rifles M1, éstas
últimas armas del mismo tipo que las utilizadas por los francotiradores
que actuaron el 10 de junio de 1971 desde azoteas de edificios de la avenida
San Cosme.
Las instrucciones
De acuerdo con los documentos depositados en el Archivo
General de la Nación (AGN), el capitán Luis de la Barreda
Moreno supo que las instrucciones iniciales para los halcones ese
10 de junio fueron "disolver la manifestación sólo con golpes,
pero como las cosas se complicaron, tuvieron que recurrir a las armas".
También fue informado que tras la represión,
los halcones fueron enviados "al hospital de Traumatología
de Balbuena para rescatar a sus compañeros a toda costa". Raymundo
Gamboa García y Arturo García Leyva habían resultado
heridos y se temía que fueran agredidos por los estudiantes, quienes
habían ido al nosocomio a buscar a sus amigos.
El reporte oficial de la DFS indica que los halcones
no sólo acudieron a Balbuena, sino también al hospital
Rubén Leñero y tirotearon a los estudiantes que se encontraban
afuera de los nosocomios, hasta cerca de las 10 de la noche de ese 10 de
junio.
Los informes oficiales que se guardan en el AGN desmienten
las versiones de ex funcionarios como Luis de la Barreda, Luis Echeverría,
entonces presidente de México; Mario Moya Palencia, en ese tiempo
secretario de Gobernación, y del ex regente Alfonso Martínez
Domínguez (ya fallecido), en el sentido de que nunca estuvieron
enterados de la existencia de un grupo paramilitar pagado desde el Departamento
del Distrito Federal.
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