.. |
México D.F. Sábado 24 de mayo de 2003
Leonardo García Tsao
Cannes 2003
Un rescate de último minuto
Cannes. Como en su obra maestra Los imperdonables, Clint Eastwood apareció al último momento en Cannes para salvar la faena. Su más reciente realización, Mystic river, es lo más sólido que ha filmado en mucho tiempo y se perfila como aspirante a algún premio de consideración (el de mejor actor, quizás). Basada en la voluminosa novela de Dennis Lehane, el cineasta narra un sobrio drama policiaco sobre el legado de la violencia y la implicación moral de cualquier acto. El abuso sexual de un menor vuelve a tener consecuencias unos 30 años después, cuando es asesinada la joven hija de un comerciante (Sean Penn) que alguna vez tuvo problemas con la ley. Quienes fueron sus amigos de la infancia son ahora el detective (Kevin Bacon) que investiga el caso y el padre de familia (Tim Robbins) que sufrió dicho abuso cuando niño, y ahora parece ser el principal sospechoso.
A diferencia del promedio de la producción hollywoodense, Mystic river apuesta por la ambigüedad en la dramática resolución de las acciones. Este es un whodunit cuyo interés no radica tanto en la revelación de un culpable -el autor del crimen es finalmente secundario-, sino en la descripción de cómo un hecho doloroso puede marcar la vida de sus víctimas. Eastwood la ha dirigido con su habitual profesionalismo (y compuesto su partitura, además), salvando el honor del cine de su país en este deslucido festival.
Aunque en un principio se anunció que Eastwood no asistiría al festival, al fin de cuentas sí acudió a la rueda de prensa, en compañía de los actores Kevin Bacon, Laura Linney, Tim Robbins y el guionista Brian Helgeland. Tan parco al hablar como en sus interpretaciones, pero de buen humor, el cineasta enfatizó el entusiasmo y la camaradería que caracterizaron al rodaje, efectuado en tan sólo 39 días. Si algo quedó claro además del buen ambiente de trabajo con su equipo, fue que Eastwood hizo esta película contra la decisión de los estudios, renuentes a un tema tan espinoso como el abuso infantil. "Estoy muy viejo para hacer películas sobre historietas", señaló después de ironizar de que no se trataba de Mystic river reloaded.
Por suerte, muchos acreditados de la prensa se han marchado ya de Cannes y no fue necesario utilizar una Mágnum .44 para ingresar a la conferencia. Ante la amenaza de una nueva huelga por parte de los sindicatos franceses este fin de semana, es numerosa la gente que ha preferido adelantar su viaje de regreso y no arriesgarse a quedar varada en un festival agonizante.
Por otro lado, el ruso Alexander Sokurov no respondió a las expectativas con Otets i syn (Padre e hijo), la segunda parte de la trilogía iniciada por Madre e hijo. Si bien nunca ha sido un cineasta de grandes públicos, ahora sí ha pecado de hermetismo al hablar del amor paterno en términos demasiado oblicuos. Sorprende leer el press book y encontrar elementos narrativos que son imposibles de deducir a simple vista de la película. Eso sí, el estilo visual de Sokurov sigue siendo de un extremo refinamiento, sin alcanzar el impresionante nivel pictórico de la antecesora, ni de su anterior Arca rusa, que compitió aquí el año pasado.
En cuanto a los cortos mexicanos debo rectificar que La partida, de Gerardo Tort, no compite en la sección Cinéfondation, como había señalado el primer día, sino fue proyectado ayer en un programa especial titulado "Esos lazos que nos separan", dentro de la Semana de la Crítica. El que sí concursa hoy es Rebeca a esas alturas, de Luciana Jauffred Gorostiza, egresada del CCC, un corto con un logrado sentido del absurdo, sobre una mujer abrumada por su inexplicable aumento de peso. Esperemos que el jurado sepa apreciar sus virtudes.
|