México D.F. Domingo 18 de mayo de 2003
Robert Fisk
Para qué fue la guerra
Más de 50 muertos en una semana. Gracias por la
guerra en Irak. Gracias, señores George W. Bush y Tony Blair, por
ha-cer más seguro nuestro mundo al librarnos de un tirano más,
Saddam Hussein, quien nunca estuvo vinculado con el 11 de septiembre de
2001, ni con los atentados en Riad ni con los bombazos en Casablanca. Se
suponía que la "liberación" de Irak nos liberaría
también de los bombarderos de Al Qaeda.
Así lo aseguró el señor Blair. Eso
mismo dijo el señor Jack Straw. Por favor, ¿po-drían
ahora explicarnos, señores Blair y Straw, para qué fue la
guerra en Irak? No, todavía no hay ninguna reivindicación
de la masacre de Casablanca, pero la naturaleza de frío cálculo
detrás de estos atentados es suficiente. Un bombardero suicida
se mata al hacer volar en pedazos las puertas del centro comunitario judío
para que después su compañero sobreviviente se haga estallar
dentro de ese edificio.
¿No eran los judíos, al igual que los cristianos,
"pueblos reconocidos en las escrituras", y por ello honorables a los ojos
del Islam? Si lo eran, pero (siempre hay peros en estos asuntos) Marruecos
es un país "amigo" de Occidente; una nación que recurrió
durante todo el año pasado a la tortura en el marco de su campaña
pro estadunidense de lucha contra el terrorismo. Marruecos es otro de esos
países que ha relegado a un segundo término los de-rechos
humanos en aras de respaldar la lu-cha contra el terror del presidente
Bush.
Osama Bin Laden ha dicho siempre que su objetivo es derrocar
a "las monarquías corruptas del mundo árabe". Al comenzar
esta semana, Arabia Saudita era una de estas monarquías; para el
viernes, Marruecos también estaba incluida en la lista.
Volviendo al tema que nos ocupa: fueron 10 los atacantes
suicidas que mataron a personas inocentes en Casablanca, es de-cir, más
de la mitad del total de asesinos que perpetraron los atentados del 11
de septiembre; y además, atacaron sólo cinco días
después de que Al Qaeda cometió los atentados en Riad.
¿No fue el presidente Bush quien alardeó
ante el mundo que Estados Unidos, "en el contexto de su guerra contra el
terrorismo", había logrado dar un "golpe devastador" en Irak? ¿No
fue el vicepresidente Dick Cheney quien afirmó que Al Qaeda todavía
trataba de recuperarse después de las bajas sufridas en los bombardeos
contra Afganistán? ¿No fue el secretario de Defensa estadunidense,
Donald Rumsfeld, quien nos aseguró que la mitad de los líderes
de la red fundamentalista habían sido eliminados al ser capturados,
o bien (y seamos francos) asesinados por Estados Unidos?
Echemos un vistazo al terreno. Afganistán es un
Estado anárquico; su patético gobierno controla solamente
Kabul, y eso a duras penas. Irak es también un país en la
anarquía que además carece, en gran parte de su territorio,
de recursos monetarios, electricidad y petróleo. ¿Y es todo
esto una guerra del bien contra el mal? Casablanca es sólo una página
lastimera y pertinente en la historia de la aventura estadunidense en el
mundo árabe.
¿Qué sigue, entonces? ¿Más
episodios en los que Bush se vanagloriará de que está ganando
la "guerra contra el terror"? ¿O habrá más advertencias
-sí, porque ya nos lo dijo Bush- de que "la guerra contra el terror
será eterna"? Que el cielo nos guarde a todos.
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca
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