Javier Aranda Luna

Vicisitudes de un palacio

Unas cuantas palabras bastaron para cancelar la posibilidad de devolver a la Iglesia católica el ex Palacio del Arzobispado. También para refrendar, en los hechos, el carácter laico del Estado, la importancia de la historia en el presente y la necesidad que tiene, cualquier sistema democrático, de escuchar las voces de su sociedad y de apegarse a la ley.

El pasado 6 de mayo, el subsecretario de Gobernación, Javier Moctezuma Barragán, fue suficientemente claro al respecto: ''Son especulaciones las versiones de que se devolverá a la Iglesia católica el antiguo Palacio del Arzobispado". Y ayer, la dependencia a su cargo, agregó: la petición, hecha por el Consejo Consultivo del Centro Histórico, careció de un programa de aprovechamiento integral. Es decir, de un proyecto financiero, técnico y museográfico que justificara tal solicitud.

Durante casi seis meses corrieron esas ''versiones" que sólo lograron multiplicar las voces de diversos grupos sociales contrarios a regalar bienes patrimoniales. Además, el ex Palacio del Arzobispado no es cualquier inmueble. Entregar ese edificio a la Iglesia católica, como señalaron algunos, sería, en lo básico, un acto que atentaba contra los orígenes del Estado mexicano: ese palacio fue el primer edificio eclesiástico nacionalizado por Benito Juárez y las Leyes de Reforma.

Desechar la petición de otorgar al clero el edificio en cuestión también favorece al pueblo católico: varios sacerdotes ya hacían inventarios para tomar de una iglesia aquí y de otra allá, objetos que pudieran reunirse en el proyectado Museo de Arte Sacro que pensaban instalar en el ex palacio arzobispal. ƑSe imagina usted la iglesia de La Perpetua sin su cáliz? ƑLa de Tepoztlán sin alguno de sus magníficos objetos de culto?

Armar un museo desarmando iglesias no es precisamente el mejor de los proyectos culturales. ƑO no es verdad que muchos templos son verdaderos museos de sitio? ƑNo convendría más que la jerarquía eclesiástica y sus simpatizantes destinaran mayores esfuerzos y recursos para la conservación de los magníficos templos que tienen, pues muchos de ellos se derrumban en el abandono? ƑPor qué la Iglesia no atiende mejor a sus inmuebles dañados en Puebla a consecuencia del más reciente sismo? ƑEsperará a que se derrumben para entonces recoger de los escombros cornisas, puertas, fragmentos de pintura mural, lienzos, coronas, santos, muebles destartalados para llevarlos a un museo?

Es buena noticia saber que la Iglesia católica quiere crear un centro cultural y contar con un museo. Y si la cosa va en serio, propongo que una de sus primeras tareas en el ámbito cultural sea la de rescatar la correspondencia de Sor Juana Inés de la Cruz, que se encuentra perdida en el archivo de El Escorial. Recuperarla sería, sin duda, el mayor logro de cualquier institución cultural. El hipotético centro cultural católico también podría tener entre sus objetivos principales publicar, en una edición popular, el bellísimo Ciclo de las vírgenes del padre Ponce, quien fuera responsable, hasta su muerte, de la dirección de Arte Sacro de la Arquidiócesis de México. Publicar la obra del sacerdote Ponce a precios populares enriquecería culturalmente a los fieles de esa Iglesia.

Algo más: Ƒno convendría que ese centro cultural se construyera en Ecatepec? Allá no existen espacios con esa vocación. Un centro con una gran biblioteca, auditorio y cineclub reanimaría la zona norte de la ciudad. Además, supongo que el sacerdote Onésimo Cepeda acogería gustoso tal propuesta.

Quizá nunca sabremos cuáles fueron los motivos de la petición para otorgar a la Iglesia el antiguo Palacio del Arzobispado. Los conoceremos, sin duda, en el Valle de Josafat el día del Juicio Final. Pero no importa que hoy los ignoremos. Importa, en cambio, haber visto de nueva cuenta la actividad de la sociedad civil, la permanencia del laicismo en asuntos públicos, el fortalecimiento de la democracia y el indispensable apego a la ley y a la historia para dirimir asuntos públicos de gran envergadura.